AFRICA/SIERRA LEONA - Testimonio a Fides del P. Luis Pérez Hernández, misionero Javeriano que ha trabajado por seis años en la recuperación de los niños soldado: “De la eucaristía sacábamos las fuerzas para vivir nuestra misión, para seguir adelante incluso en un ambiente hostil”

jueves, 18 noviembre 2004

Madrid (Agencia Fides) - “Me he encontrado en situaciones a veces muy difíciles y con frecuencia venía la desesperanza al ver la vida de tantos niños destrozada, pero la Eucaristía me ha dado la fuerza para poder seguir trabajando sin perder la esperanza". El Padre Luis Pérez Hernández, misionero Javeriano español, que ha trabajado por seis años en Sierra Leona, dedicándose sobre todo a un programa de reintegración de los niños soldado, cuenta su experiencia a la Agencia Fides.
“Trabajé primero en el norte de Sierra Leona y después en Freetown en 3 centros de refugiados de paso. La pastoral que realizábamos era un pastoral de emergencia dada la situación. Llegaba mucha gente que había tenido que huir por la guerra. Nosotros los acogíamos y la comunidad cristianan se encargaba de la acogida para que no les faltara nada. La Catequesis era muy precaria Insistíamos mucho sobre todo en el tema de la acogida, solidaridad y reconciliación, que era la prioridad de la Iglesia Católica en Sierra Leona”.
Los misioneros Javerianos administran un centro de rehabilitación para los niños soldado. “Los niños llegaban a nuestro centro y al poco tiempo comenzaba a contar su vida, su drama. Muchos de ellos habían sido secuestrados, algunos incluso con apenas 7 años, y obligados a matar, a destruir, ser soldados. Habían sido educados en la violencia considerada como un valor. Para progresar en esa vida tenían que ser violentos, cuanto más mejor” cuenta a Fides el padre Luis. La principal labor que realizaban los misioneros en esa situación era intentar ofrecer un futuro al niño a través de la escuela, del aprendizaje de un oficio. Intentaban ofrecerle un ambiente adecuado donde pudieran rehacer sus vidas. “Nuestro principal objetivo era la reunificación familiar”, continua el misionero. “Intentábamos que volviesen con sus familias. A los que no aceptaban sus familiares los reuníamos en un programa de pisos tutelados. Se les daba una ayuda para poder trabajar”.
Frente a las innumerables dificultades que se encontraban para realizar todo este trabajo, con frecuencia venía la desesperanza, la amargura y también el cansancio pero los misioneros sacaban la fuerza para continuar de la Eucaristía, como afirma el P. Luis Pérez. “De la eucaristía sacábamos las fuerzas para vivir nuestra misión, para seguir adelante incluso en un ambiente hostil. Era una situación a veces muy difícil y con frecuencia venía la desesperanza al ver la vida de tantos niños destrozada. Pero la Eucaristía nos daba fuerza para poder vivirlo sin perder la esperanza. En la misión muchas veces no hay tiempo para muchas cosas, pero si para la Eucaristía. Todas las mañanas comenzábamos la jornada celebrando la Eucaristía, aunque hubiese que madrugar más para poder celebrarla, pues como misioneros y religiosos nuestro trabajo no era una simple cuestión social sino que todo estaba motivado desde la fe. También en el centro donde los niños que estaban en el programa de rehabilitación eran en su mayoría musulmanes, se celebrara la Eucaristía a diario”. (RG) (Agencia Fides 18/11/2004, Líneas: 40 Palabras: 536)


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