AMERICA/MEXICO - La Educación, única posibilidad para las niñas indígenas de luchar contra la injusticia y salir de la marginación

sábado, 8 marzo 2014

Batopilas (Agencia Fides) - Batopilas es un pequeño pueblo en el norte de México, ubicado en la región de la Sierra Madre Occidental (o Sierra Tarahumara). Un área inaccesible, en donde se alternan colinas de gran altitud y cañones muy profundos (Barrancas), difíciles de alcanzar y aún más de cruzar. Los Rarámuri son un pueblo indígena que siempre han vivido en estas tierras. Ellos viven en la extrema pobreza, sin recibir prácticamente ninguna ayuda del Estado. En los territorios alrededor de Batopilas muchas familias de Rarámuri aún viven en cuevas excavadas en las paredes rípidas, a muchas millas a pie del pueblo.
En los últimos años la zona se ha convertido en un territorio codiciado por las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas. Una región tan aislada, de hecho, es el terreno ideal para establecer cultivos, o para almacenar grandes cargas de drogas a la esperan de cruzar la frontera de los EE.UU.. La arrogancia de los narcos y las condiciones de pobreza extrema en la que viven estas personas, agravadas por las frecuentes sequías, empujan a muchos Rarámuri a la desesperación. En los últimos años, el número de suicidios entre esta población indígena se ha incrementado de manera significativa, así como el abuso de alcohol y drogas. Muchos de ellos, porque no hay otra salida, deciden convertirse en traficantes como la única manera de poder ganar dinero y mejorar sus vidas.
Como sucede a menudo, las mujeres se encuentran entre las principales víctimas de esta situación. En las zonas donde la única ley parece estar dictada por el más fuerte y el único poder conferido es el de las armas, los casos de abuso y violencia contra las mujeres alcanza niveles preocupantes. En América Latina, la mujer ya está sujeta a numerosas discriminaciones culturales y, a menudo considerada inferior al hombre. A lo largo de su vida, tiene que someterse a la voluntad de un hombre, que al principio es su padre y más tarde será el marido. Para las indígena la situación es aún más difícil por el hecho de que también pertenecen a una minoría étnica discriminada. Sólo unas pocas, de niñas, tienen la oportunidad de asistir a la escuela y recibir una educación. Como resultado, muchas de ellas solo saben hablar en su lengua materna y es imposible para ellas encontrar empleo fuera de su aldea o crecer desde un punto de vista profesional, para mejorar las condiciones de vida de sus familias.
En un entorno como el de Sierra, la educación de las niñas Rarámuri es la única manera de contrarrestar las injusticias y salir de la exclusión. Con el fin de que tengan la oportunidad de construir un futuro y tratar de alcanzar sus sueños, la onlus 'Hermanos olvidados' sostiene en Batopilas un internado femenino donde las niñas de 5 a 14 años que vienen de pueblos muy aislados son acogidas ya que no podían llegar a la escuela desde su pueblo para las clases todos los días. Gracias al apoyo a distancia, las niñas pueden pasar la noche en el internado durante la semana y asistir a clases en la escuela, y luego regresan a sus familias los fines de semana. (AP) (8/3/2014 Agencia Fides)


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