VATICANO - "Una acción de puente entre una gran tradición que queremos se mantenga viva y una producción contemporánea pero inspirada en los grandes valores y que los transmita " dice a Fides Su Exc. Mons. Piacenza

jueves, 7 octubre 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Con ocasión de la Rueda de prensa de presentación del III Festival Internacional de Música y Arte Sagrado hemos encontrado a Su Exc. Mons. Mauro Piacenza, Presidente de la Pontificia Comisión de los Bienes Culturales a quien hemos dirigido algunas preguntas:
Agencia Fides: Excelencia, hace sólo 50 años todo sabían, conocían y vivían de la música sacra, pero hoy ¿en qué es este arte milenario que acompaña el hombre en su acercamiento a Dios?
Mons. Piacenza: La música sacra se configura esencialmente como parte integrante de la liturgia, teniendo como fin "la gloria de Dios y la santificación de los fieles" (Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución sobre la sagrada Liturgia Sacrosantum Concilium, 120). En esto, la música sacra se sitúa en una tradición viva que hunde sus raíces en las primitivas comunidades cristianas, a las que el apóstol Pablo exhortaba "a cantar a Dios de corazón y con gratitud, salmos, himnos y cánticos inspirados" (Col 3,16; cfr Ef 5,19). Pero para que esta música pueda llamarse tal, tiene que poseer algunas características. Tiene que expresar ante todo "santidad", es decir, transmitir el sentido de la oración y constituir así tanto un medio de elevación del espíritu a Dios como una ayuda para los fieles en la "participación activa en los sacrosantos misterios y la oración pública y solemne de la Iglesia" (Tra le sollecitudini), debe estar de acuerdo con los textos bíblicos y ecológicos, en consonancia con los tiempos litúrgicos y con los gestos y contenidos de una celebración.
Un segundo principio importante está en la "bondad de las formas”, dado que la música sacra debe constituir un "verdadero arte", caracterizada por la dignidad y belleza capaz de introducir en los sagrados Misterios. Por último, y este es un punto particularmente delicado, debe saber conjugar las legítimas exigencias de adaptación e inculturación, que pide tanto la difusión de la Iglesia por los diversos pueblos y culturas como el cambio de los gustos, con el requisito de la "universalidad", que se concretiza cuando una composición es percibida siempre y en todo lugar, como sagrada. Nos debe además llevar a una objetividad de lo bello y lo sagrado, cuestión no fácil de hacer comprender en el contexto cultural contemporáneo.
Agencia Fides: Pero la música sagrada ¿es sólo la recuperación de una historia del pasado en clave moderna o es algo más?
Mons. Piacenza: Junto a la recuperación del pasado, hay un compromiso urgente que es el estimular la producción de música sagrada contemporánea de calidad, habiendo llegado quizás ya el momento de superar la fase de experimentación y afición musical que ha caracterizado tristemente estas últimas décadas, marcadas, entre otras cosas, por un convencionalismo anticonvencional realmente sofocante. Institucionalmente esta tarea la realiza con empeño el Pontificio Instituto de Música Sacra y algunas escuelas de música sagrada, cuya institución remonta a la feliz intuición del Papa San Pío X. Es evidente que se apreciaría mucho más la contribución de organizaciones o privados fuertemente motivados que se tomaran realmente en serio tal urgencia. También en este sector, como en el del arte sagrado figurativo o de la arquitectura de iglesias, se advierte más que nunca, la necesidad de un actividad iluminada.

Agencia Fides: Sí, la Iglesia ha desarrollado y desarrolla un papel de importancia y es además el signo más alto de una creatividad que nace de una Palabra Eterna y Fundante. Y es precisamente por ello que vemos en varias de sus intervenciones la necesidad de que la Iglesia crea de nuevo un puente, un enlace con el lenguaje de la creatividad moderna
Mons. Piacenza: Las nuevas generaciones han sido abandonas a si mismas respecto a la educación del gusto y credo y sería muy importante acercar y hacer que los jóvenes se acerquen a este gran patrimonio que, siendo universal y pesando en la universalidad de lo bello y sagrado, no puede no ser universal y tocar todas las edades. Además creo que sería importante incentivar a los jóvenes a la creación, la producción, porque tenemos que quitar de nuestra mente el pensamiento de que algunas manifestaciones es como abrir la puerta de un magnífico museo que tiene que respetarse y potenciar, pero que continua siendo museo. Por el contrario, hay que tener presente que lo que es patrimonio de la humanidad es un museo vivo, es vida. Y luego hay que ayudar a producir hoy, con la sensibilidad de hoy, cogiendo los mismos valores eternos que son el sentido de la presencia de Dios en la vida del hombre, el sentido de la búsqueda del hombre del Absoluto aún cuando parezca que se aleja espantosamente, pero más bien, por el contrario, demuestra con más fuerza que tiene necesidad de buscar ese Absoluto que desprecia y sobre el que quizá escupe, pero que busca.
Creo pues que haría falta una acción de puente entre una gran tradición que queremos se mantenga viva y una producción contemporánea pero inspirada en los grandes valores y que los transmita. (AP) (Agencia Fides 7/10/2004; Líneas:62; Palabras: 867)


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