ASIA/JAPÓN - Misionera en Argelia desde el Japón: experiencia de una religiosa franciscana que ha dado testimonio de Jesucristo en el servicio al prójimo

martes, 14 septiembre 2004

Tokio (Agencia Fides) - Sor Sano Mitsuko, de 65 años, de las Religiosas Franciscanas Misioneras de Maria, han sido misionera en Argelia durante 25 años. Fueron los años oscuros de la guerra civil, del enfrentamiento social entre grupos fundamentalistas islámicos tristemente conocidos por sus estragos y por las matanzas de gente inocente. Pero “nunca he tenido miedo: la gente local me respetaba y me miraba como mujer de oración", ha dicho a Fides Suor Sano, que ha vuelto al Japón.
La religiosa partió para la misión en países de mayoría islámica hace 29 años. Fue enviada a Libia cuando Gheddafi pidió al Papa Pablo VI que enviara algunas enfermeras al hospital nacional. Después de 4 años, fue trasladada a Argelia, dónde ha desarrollado durante 14 años la tarea de enfermera en un pueblo a 800 Km. de Argel, en una zona inaccesible y desértica.
Antes de obtener la independencia de Francia, en 1962, Argelia tenía muchas escuelas e instituciones católicas, que fueron posteriormente nacionalizadas. Hoy el país carece de instituciones católicas y numerosas iglesias son utilizadas como mezquitas, bibliotecas o centros culturales.
Los católicos en el país son pocos (cerca de 4.000) muchos de ellos son sacerdotes o religiosas procedentes del extranjero. La religiosa ha vivido en tierra musulmana con otras tres hermanas. “Nos veían rezar a menudo y nos respetaban porque los musulmanes tienen un fuerte sentido de la oración" afirma.
Las religiosas, más que anunciar con la palabra, predicaban con sus obras y su testimonio de amor, servicio y dedicación al prójimo. Sor Sano se encontraba con sus pacientes todos los días, visitando a veces 30 familias en un sólo día. La religiosa cuenta: "Las mujeres musulmanas no pueden andar por la calle si no van acompañadas de un hombre, aunque tengan que ir al hospital. Por ello, era yo la que me acercaba a ellas. Muchas estaban enfermas de diabetes, anemia, asma, reuma. A menudo nos hacíamos amigas de las familias que visitábamos."
La religiosa ha dicho que con frecuencia se encontraba ante situaciones de convivencia difícil en la familia, problemas de educación de los hijos, atraídos por los atractivos del materialismo. "Nosotras misioneras nos sentíamos un poco limitadas al no poder usar abiertamente el nombre de Jesucristo. Pero nuestra tarea no era llevar a la gente al Bautismo, sino mostrar a Cristo, que está en nosotros, a través de nuestra vida. Un día un musulmán me dijo: 'Cuando te veo, veo nobleza de ánimo'. En ese momento yo comprendí que si realmente vivo el Evangelio los hombres podrán ver a Cristo que vive en mí." (PA) (Agencia Fides 14/9/2004 Líneas: 33 Palabras: 453)


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