VATICANO - Benedicto XVI entre los encarcelados: "Dios es el que proclama la justicia con fuerza, pero al mismo tiempo, cura todas las heridas con el bálsamo de la misericordia"

lunes, 19 diciembre 2011

Roma (Agencia Fides) - "Dondequiera que haya un hombre hambriento, un desconocido, un enfermo, un encarcelado, ahí está Cristo que espera nuestra visita y nuestra ayuda. Esta es la razón principal que me hace feliz de estar aquí, para rezar, hablar y escuchar": Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI ilustró el motivo de su visita al Nuevo Complejo Penitenciario de Rebibbia (Roma), donde se desplazó ayer por la mañana, 18 de diciembre, Cuarto Domingo de Adviento. En su discurso, respondiendo a algunas preguntas planteadas por los prisioneros, el Papa recordó que "el mismo Hijo unigénito de Dios, el Señor Jesús, vivió la experiencia de la prisión, fue sometido a un juicio ante un tribunal y sufrió la sentencia de muerte más brutal". Citando la exhortación apostólica post-sinodal "Africae munus", firmada durante su reciente viaje a Benin, Benedicto XVI reiteró "la atención de la Iglesia por la justicia en los Estados" y que "los presos son seres humanos que merecen, a pesar de su la delincuencia, ser tratados con respeto y dignidad".
"La justicia humana y la divina son muy diferentes - continuó el Santo Padre -. Por supuesto que, los hombres no son capaces de aplicar la justicia divina, pero al menos deberían tenerla en cuenta, tratando de comprender el profundo espíritu que la anima, para iluminar incluso la justicia humana, para evitar - como por desgracia sucede a menudo - que el detenido se convierte en un excluido. De hecho, Dios es el que proclama la justicia con fuerza, pero al mismo tiempo, cura todas las heridas con el bálsamo de la misericordia ... Justicia y misericordia, justicia y caridad, los pilares de la doctrina social de la Iglesia, son dos realidades distintas sólo para nosotros los hombres, que distinguimos cuidadosamente un acto justo de un acto de amor. Justo es para nosotros lo que para otros es un deber, mientras que la misericordia es aquello que se dona por bondad. Y una cosa parece excluir a la otra. Pero Dios no es así: en él la justicia y la caridad coinciden; no hay una acción justa que no sea también un acto de misericordia y de perdón y al mismo tiempo, no hay ninguna acción misericordioso que no sea perfectamente justa".
Recordando que el sistema de detención gira en torno a la protección de la sociedad frente a las amenazas y la reintegración de los que han cometido un error, "sin pisotear la dignidad y sin excluirlo de la vida social", subrayó el Papa "la vida humana pertenece solo a Dios, que nos la ha donado, y no se abandona a la merced de cualquiera, o incluso a nuestro libre albedrío". Por último, recordó la superpoblación y la degradación que hay en las cárceles", lo que puede hacer más amarga la detención", invitando a las instituciones a hacer un análisis cuidadoso de la situación de las cárceles de hoy, y promover el desarrollo del sistema penitenciario "que, respetando la justicia, cada vez se adapte más a las necesidades de la persona humana, incluso con el uso de las sentencias que no privan de libertad o las diferentes maneras de detención".
"Queridos amigos, hoy es el cuarto domingo de Adviento. El nacimiento del Señor, ya cercano, reavive la esperanza y el amor de vuestros corazones - concluyó Benedicto XVI -. Que el nacimiento del Señor Jesús, que celebraremos dentro de pocos días, nos recuerde su misión de llevar la salvación a todos los hombres sin excepción. Su salvación no se impone, sino que nos encuentra a través de actos de amor, misericordia y perdón que nosotros mismos hacemos". (SL) (Agencia Fides 19/12/2011)


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