"Para que la celebración de la Jornada Misionera Mundial acreciente en el Pueblo de Dios la pasión por la evangelización y el apoyo a la actividad misionera con la oración y la ayuda económica a las Iglesias más pobres." - Comentario a la Intención Misionera de octubre 2011

viernes, 30 septiembre 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Cada año la Iglesia celebra la Jornada Misionera Mundial. Es un día destinado a avivar en todos los fieles, también en los pastores, la conciencia de que la Iglesia es misionera por esencia, por naturaleza, por voluntad de Cristo.
La evangelización no es una tarea impuesta desde fuera, sino que brota del mismo ser de la Iglesia. No se puede ser verdaderamente cristiano y no ser misionero, no tener afán apostólico, deseo de anunciar el amor de Jesucristo a los hombres. Podemos afirmar sin equivocarnos que el celo misionero de una comunidad o de una Iglesia local, viene a ser indicio de la vitalidad espiritual de ese conjunto de creyentes. Y al mismo tiempo, la evangelización es la mejor manera de fortalecer la fe. Como afirmaba el Beato Juan Pablo II: la fe se fortalece dándola (RM, 2).
El lema de la Jornada Mundial de las Misiones para este año 2011 es: Como el Padre me ha enviado, así también os envío Yo (Jn 20, 21). La dimensión misionera de la Iglesia es prolongación del envío de Cristo por el Padre. La Iglesia, como su Cuerpo Místico, prolonga la encarnación de Cristo, su presencia física entre los hombres. Cada cristiano se convierte por el bautismo en labios de Cristo para anunciar su Reino entre los hombres.
El Papa recuerda que en la Liturgia de la Iglesia, especialmente en la Misa, se actualiza el envío de los bautizados para la evangelización del mundo. Como los discípulos de Emaús, todo fiel que ha tenido un encuentro verdadero con Cristo, se siente movido a anunciarlo a los hombres con urgencia. La cercanía del Señor que se queda para partir con ellos el pan, hace que aquellos dos discípulos que caminaban desencantados se conviertan en apóstoles que sienten la necesidad imperiosa de anunciar a todos que Jesús, el Cristo, está vivo. La verdadera participación en la Liturgia fructifica siempre en un espíritu misionero.
Benedicto XVI afirma que destinatarios del anuncio del Evangelio son todos los pueblos (Mensaje para la Jornada Misiones 2011). La misión que Cristo ha confiado a su Iglesia está aún muy lejos de cumplirse.
En efecto, afirma el Papa: “No podemos quedarnos tranquilos al pensar que, después de dos mil años, aún hay pueblos que no conocen a Cristo y no han escuchado aún su Mensaje de salvación. No sólo; es cada vez mayor la multitud de aquellos que, aun habiendo recibido el anuncio del Evangelio, lo han olvidado y abandonado, y no se reconocen ya en la Iglesia; y muchos ambientes, también en sociedades tradicionalmente cristianas, son hoy refractarios a abrirse a la palabra de la fe. Está en marcha un cambio cultural, alimentado también por la globalización, por movimientos de pensamiento y por el relativismo imperante, un cambio que lleva a una mentalidad y a un estilo de vida que prescinden del Mensaje evangélico, como si Dios no existiese, y que exaltan la búsqueda del bienestar, de la ganancia fácil, de la carrera y del éxito como objetivo de la vida, incluso a costa de los valores morales” (Ib).
Esta situación exige una renovada pasión por la evangelización en todos los fieles. Cada bautizado debe sentir esa misión como propia, y sostener con la oración y la ayuda económica el servicio que realizan nuestros misioneros para hacer conocer a los hombres el amor salvador de Dios, especialmente en las Iglesias más pobres y carentes de recursos económicos.
Que por intercesión de María, Estrella de la evangelización, se haga realidad el deseo del Santo Padre: “que la Jornada mundial de las misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de «ir» al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo” (Ib). (Agencia Fides 30/09/2011)


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