EUROPA/ITALIA - Los Diez Mandamientos hoy: intervención en exclusiva de Luigi Bobba, presidente de ACLI.

jueves, 29 julio 2004

Roma (Agencia Fides) - Dedicar un programa a los diez mandamientos ha sido ciertamente una idea en contracorriente y absolutamente original. En contracorriente porque nuestra cultura se caracteriza ampliamente por el undécimo mandamiento: “prohibido prohibir”; mandamiento que se ha impuesto en la cultura radical-individualista, negando de hecho, todo principio de autoridad y abriendo las puertas a un relativismo de valores que ha llevado a provocar desorientación y miedo ante el futuro.
Los autores y quienes han trabajado en la transmisión no sólo han desafiado esta dogma de nuestro tiempo, precursor de un resultado nihilista del sentido de la vida, sino que además han afrontado un tema que pudiera ser considerado como ya sabido, adquirido una vez para siempre. ¿Qué hay en efecto de más antiguo que los diez mandamientos, qué de más común - casi de ancestral - que el vivir entre hombres y mujeres? Es difícil encontrar algo que se identifique más con las reglas del vivir entre personas, familias, comunidades. Sin embargo, precisamente aquí está la fuerza de la idea: recuperar de nuevo las tablas de la ley, releerlas con los ojos de nuestra cultura, para repetir juntos que es lo que da sentido a nuestra vida personal, a nuestro vivir junto a otros hombres y mujeres. ¿Cuántos hoy, especialmente entre las generaciones más jóvenes, podrían repetir de memoria los diez mandamientos? Es como si se hubieran perdido los fundamentos. Es como si lo que nos relaciona los unos a los otros y lo que nos relaciona con Dios hubiera sido abandonado en algún cajón polvoriento de un mueble relegado en el desván. Es como si, al no reconocer ya una regla para nuestra vida, nuestros comportamientos, no fueran ya capaces de darnos también reglas para nuestras ciudades, nuestras naciones a las que pertenecemos, el planeta al que todos estamos inseparablemente unidos. Estas antiguas tablas de la ley, que se nos han presentado de nuevo a través de la TV, no muestran en absoluto las arrugas del tiempo transcurridas desde que el Señor se las entregó a Moisés, en el Monte Sinaí. Antes bien, nos llevan de nuevo a lo esencial, nos dan una regla y una ruta para nuestra vida.
La ausencia de la una y la otra nos exponen a la idolatría como un anhelo insaciable de poseer cosas y personas y nos dejan desarmados ante el rumbo de nuestra vida que amenaza con ser un viaje sin un puerto de llegada.
Pero las tablas de la ley están todavía ahí para ayudarnos a encontrar una ruta y dar reglas a esa libertad que constituye el fundamento de nuestra dignidad como personas. (Luigi Bobba) (Agencia Fides 29/7/2004 - Líneas: 32 Palabras: 450)


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