AFRICA - La desilusión de los africanos con respecto a "Eldorado" europeo en un artículo de la agencia católica congoleña DIA

lunes, 5 julio 2004

Roma (Agencia Fides) - En occidente se habla mucho de la cuestión de los inmigrados de los países más pobres. El inmigrado a menudo es visto como un problema de orden público y social y se pone en segundo plano la contribución que da a la economía del país que le alberga. Todavía se habla menos de las aspiraciones de los inmigrados y de las motivaciones que empujan a millones de seres humanos a buscar una vida mejor en "una tierra prometida" que muy a menudo no es tal.
¿Qué decir luego de la información sobre las tierras de origen de los inmigrados? No parece que haya una particular atención de los grandes medios de comunicación sobre este punto, especialmente respecto a África, tan vecina a la rica Europa pero tan lejana de la mente y de los corazones de los ciudadanos del Viejo Continente.
Nos parece por ello oportuno retomar un artículo publicado por la agencia católica congoleña DIA, que describe las perspectivas de los que parten o pretenden partir hacia Europa desde Africa. Un artículo que por fin habla del lado humano, a menudo olvidado, de la emigración y del que emerge la desilusión de los africanos con respecto a "Eldorado europeo".
"Para los inmigrantes que intentan entrar ilegalmente en Europa, el Viejo Continente representa Eldorado. Pero para los que lo han vivido tratan de convencer que están preparados para afrontar los riesgos del viaje, a no dejar el país" escribe DIA. Entre los que tratan de disuadir a los potenciales emigrantes, está el P. Jacques Bakwem, jesuita, que ha permanecido durante 4 años en Francia por razones de estudio. El P. Bakwem dirige ahora un centro de acogida para niños de la calle en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC), y según DIA, "él desanima la emigración en Francia porque ha visto el sufrimiento de los emigrantes congoleños."
En el artículo recuerda que muchos inmigrados africanos en Europa son explotados por empresarios sin escrúpulos, o bien entran en la prostitución y venta de droga. Quien quiere emigrar clandestinamente tiene que afrontar un peligroso viaje, pagada a un elevado precio, atravesando los países del Norte de África para luego desafiar el viaje por las “carretas del mar” en el Mediterráneo.
La decisión de dejar el propio país y de iniciar en otro lugar una nueva vida plantea también lacerantes cuestiones dentro de las familias. DIA publica el caso de una joven radióloga del hospital de Kinshasa, que ante un sueldo de 20 solos dólares al mes, está decidida a emigrar. El marido, que trabaja en una empresa pública, no quiere pero dejar el país. Prefiere luchar para reconstruir la República Democrática de Congo, envuelta desde hace 5 años en una guerra, antes que sufrir en un país extranjero.
¿No se debería pues ayudar a personas como estas a mejorar las condiciones de vida del propio país, en lugar de crear barreras y muros que sirven poco para frenar la inmigración clandestina? (L.M) (Agencia Fides 5/7/2004 Líneas: 35 Palabras: 516)


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