AFRICA/MADAGASCAR - El Instituto Superior de Sanidad recoge los primeros datos positivos del proyecto de la lucha contra la malaria en el país africano, pero la enfermedad todavía mata a unas tres mil personas al día en todo el mundo

martes, 22 junio 2004

Roma (Agencia Fides) - Nunca ha habido tantos casos de malaria maligna. Desaparecida de Europa y de otras regiones de clima templado, la enfermedad es hoy una de las principales causas de muerte en los Países tropicales, sea porque el mosquito vértice ha desarrollado mecanismos genéticos de resistencia a los insecticidas, sea porque un porcentaje cada vez más elevado de plasmodium se ha hecho resistente a los fármacos usados en la profilaxis y tratamiento.
Desde el 2000 la mortalidad de los niños menores de 5 años se ha duplicada y, en ciertas regiones de África, hasta quintuplicado paralelamente al aumento de la resistencia del parásito a los fármacos utilizados habitualmente.
Sin embargo, en algunas partes de Madagascar, gracias a un programa de cooperación que en unos 10 años ha llevado a expertos del instituto superior de sanidad italiano, junto a colegas de otros institutos y organismos internacionales, a elaborar estrategias de control de la enfermedad, la difusión de la malaria se ha reducido en un 25%.
El viaje comenzó en 1988 cuando la emergencia malaria, derrotada a finales de los años 60 gracias a un programa nacional basado en el cloroquina y tratamiento con DDT, se asomó de nuevo en toda su virulencia a causa de las pésimas condiciones socio-económicas que sufría el país. En poco tiempo, la enfermedad volvió a ser la segunda causa de mortalidad después de las enfermedades diarreicas y enfermedades derivadas de infecciones respiratorias.
En el ámbito del "Programa de lucha contra la malaria en Madagascar", que comenzó en 1992 y está todavía operativo, el ISS ha ofrecido ante todo una valiosa consulta científica. El objetivo de la intervención italiana era trazar el mapa de los focos epidémicos y los niveles de predominio de la malaria en las Altas tierras centrales, definir pues, la densidad de distribución del Anopheles funestus y su sensibilidad a los insecticidas. A la vez se ha desarrollado una obra de formación del personal local, en particular microscopistas, biólogos y médicos expertos en malaria; se han construido nuevos laboratorios y se han equipando por fin los ya existentes de todo el equipo necesario.
En la segunda fase del proyecto, desarrollada entre 1997 y el 2000, se llevó a cabo un "Sistema de vigilancia epidemiológica de la malaria y alerta en las Altas tierras centrales", que ha permitido trazar la tendencia estacional de la enfermedad. Se trata de una zona que atraviesa la isla de Norte a sur, cuya altitud varia entre 800 y 1600 metros, dónde se encuentran los principales centros urbanos, comprendida la capital, Anatananarivo, y las principales parcelas de cultivo de arroz, entornos favorables al desarrollo de los vectores de la malaria. Pero sobre todo dónde llueve de noviembre a abril, cuando se registran las temperaturas más elevadas. El concurso de estos factores hace que la enfermedad afecte a las aldeas de las Altas tierras centrales de octubre/noviembre a mayo/junio, no permitiendo a la población el desarrollar una adecuada respuesta inmunitaria. Los más afectados son, obviamente, los mas débiles: los niños y adolescentes.
En la tercera fase de cooperación, que comenzó en el 2000, se han ampliado la prevención y control de la epidemia también en otras áreas de riesgo de Madagascar. En particular en el sur sub-desértico dónde la situación es parecida a la de las Altas tierras centrales y a lo largo de las costas oriental y occidental dónde la malaria, en cambio, es estable y caracterizada por una elevada endemia (de 20 a 100 picaduras por habitante al año). (AP) (Agencia Fides22/6/2004; Líneas: 45 Palabras: 622)


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