INTENCIÓN MISIONERA - “Para que a los cristianos, que en no pocos Países son discriminados y perseguidos a causa del nombre de Cristo, se les reconozcan los derechos humanos, la igualdad y la libertad religiosa, de modo que puedan vivir y profesar libremente su fe” Comentario a la intención Misionera indicada por el Santo Padre para el mes de agosto 2009

miércoles, 22 julio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Concilio Vaticano II en el decreto Dignitatis humanae declara “que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, sea por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y esto, de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad de forma que se convierta en un derecho civil” (DH, 2).
La Iglesia mantiene y defiende esta libertad de conciencia en materia religiosa, y respetando las convicciones y creencias de otros, sufre muchas veces la incomprensión, la falta de respeto e incluso la persecución cruenta.
A lo largo de la historia, los cristianos han sido perseguidos. Si por una parte no debe resultarnos sorprendente la persecución, puesto que el Señor la anunció a sus discípulos (Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán), por otra parte la persecución es manifestación de la falta de respeto a la dignidad de la persona, en sus valores más altos, como son los religiosos.
Cuando el Evangelio se vive de forma radical no resulta indiferente a quienes viven alrededor. Normalmente provoca dos reacciones: para unos es causa de reflexión para examinar su vida, y no raras veces provoca la conversión a la fe; para otros, en cambio, es ocasión de un endurecimiento y de un rechazo. Decía S. Agustín que “la luz, que es amable a los ojos sanos, es odiosa a los ojos enfermos”. Para las distintas formas de totalitarismo político o fundamentalismo religioso, la persona humana se convierte en un medio del que servirse para los propios intereses. No se reconoce su dignidad ni se respeta su libertad. El Santo Padre dice a este respecto: “la libertad religiosa está lejos de ser asegurada efectivamente por doquier: en algunos casos se la niega por motivos religiosos o ideológicos; otras veces, aunque se la reconoce teóricamente, es obstaculizada de hecho por el poder político o, de manera más solapada, por el predominio cultural del agnosticismo y del relativismo” (Angelus 5-12-2005).
La Iglesia ha sido promotora de esta libertad de conciencia. Al mismo tiempo, ha dado testimonio de una fe robusta llegando al martirio por confesar el nombre de Cristo. De esta manera, muchos hermanos nuestros han proclamado la absoluta libertad interior que da el creer en Cristo y que la fe en Dios es el valor supremo por el que merece la pena incluso morir.
Benedicto XVI ha afirmado que debemos orar “para que todos los hombres puedan realizar plenamente la vocación religiosa que llevan inscrita en su ser (5-12-2005). La visión del hombre que impera en muchas de las ideologías dominantes, es una visión puramente materialista, que olvida la dimensión religiosa como parte esencial del ser humano. De ahí, que su visión antropológica sesgada y parcial, no conceda importancia a los valores espirituales.
Que aumente la intensidad de nuestra oración para que nuestros hermanos perseguidos puedan vivir abiertamente su fe, tanto en el ámbito público como en el privado. Que nuestra oración sostenga la fortaleza de su fe mientras duran las dificultades, y que el testimonio de su convicción y paciencia sea una fuerza que derriba las barreras al Evangelio, y a la libertad religiosa de todos los hombres. (Agencia Fides 22/7/2009)


Compartir: