AFRICA/SWAZILAND - Carta desde la selva de Massvelene enviada por el Padre Angelo Ciccone, misionero que trabaja desde hace 50 años con los más desfavorecidos, enfermos y marginados

viernes, 28 mayo 2004

Mzimpofu (Agencia Fides) - Las precarias condiciones en que se encuentran muchos misioneros, y que deber afrontar una vez que llegan a la tierra de misión a la que son llamados, no les asustan lo más mínimo, antes bien los anima a seguir adelante por el bien de sus amigos necesitados. Entre los testimonios llegados a Fides, se encuentra una carta del Padre Angelo Ciccone que desde hace 50 años trabaja con los leprosos y más en general con quien sufre por graves enfermedades. Del Padre Ciccone conocemos su compromiso hacia los leprosos y le hemos preguntado en numerosas ocasiones sobre este tema, que con frecuencia se margina. Su respuesta hoy:
“¡No he podido contestar enseguida a vuestros email porque… estaba en el Paraíso… es decir, fui a reunirme con mis amigos los leprosos y cuando estoy con ellos me parece estar en el Paraíso y olvido todo y a todos!
Trabajo en Swazilandia para los minusválidos, los enfermos de Sida y tengo un nuevo proyecto para los leprosos en la selva de Massvelene, en la región de Xai-Xai, en Mozambique. El día en que firme el contrato en la embajada italiana estaba muy cansado. Mientras volvía a casa tuve un momento de somnolencia en la selva de Nomahiiasha. Desde entonces camino con las muletas y… ¡ya no soy el mismo que antes! Hace cincuenta años ya que trabajo con los minusválidos y ¡por fin he conseguido yo también la licenciatura de minusválido! Tengo bastante fe y ánimo para seguir ayudando a los leprosos.
Y ahora tengo la ayuda de dos buenos catequistas, a los que estoy tratando de construir una pequeña casa con cañas rectas y verdes a los cuatro lados y un techo de planchas de hierro. Teresa, se ocupará de enseñar a los niños y a los adultos, distribuir las medicinas; Florencio, el catequista, enseñará a arar, hacer cestos, cocinar, etcétera
No pretendo nada, excepto vuestras oraciones por esta comunidad. El 7 de junio volveré al Paraíso con mis leprosos… donde tendré una gran reunión con todos los que viven en la selva de Massvelene", concluye el Padre Ciccone.
La carta del misionero es sola una de las muchas realidades que eligen estos hombres valientes viviendo con profunda alegría en la esperanza de llevar un mínimo de alivio a los pobres. Con su gran empeño y su sufrimiento logran sustentar situaciones desesperadas. Es el amor el que empuja a estas personas extraordinarias a "aventurarse" en un camino de vida muy a menudo incómodo, peligroso y callado pero que lleva a su único objetivo: el de ayudar a los más marginados viviendo sus mismos sufrimientos y haciéndose sus paladines.
Y nosotros, Fides, continuaremos estando cercanos al Padre Ciccone y a cuánto viven como él, contando estas crónicas heroicas de misioneras y misioneros de los que poco o nada se oye, pero cuya valentía es la esperanza de que se puede y se debe hacer más por los marginados de todo el planeta. (AP) (28/5/2004 Agencia Fides; Líneas: 38 palabras: 521)


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