VATICANO - Benedicto XVI inicia la Cuaresma: “Pablo ha experimentado en modo extraordinario el poder de la gracia de Dios, la gracia del Misterio pascual del que vive la misma Cuaresma”

jueves, 26 febrero 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En la tarde del miércoles 25 de febrero, Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a la iglesia de San Anselmo en el Aventino, de donde, al final de un momento de oración, partió la procesión penitencial hacia la Basílica de Santa Sabina. Al final de la procesión, en la Basílica de Santa Sabina, el Santo Padre presidió la Celebración Eucarística con el rito de la bendición e imposición de las Cenizas.
En su homilía el Papa destacó que la llamada a la conversión resulta el tema dominante en todos los componentes de la liturgia del Miércoles de Ceniza, “puerta litúrgica que introduce en la Cuaresma”. En el Año jubilar conmemorativo del bimilenario del nacimiento de San Pablo, el Santo Padre se detuvo en particular en la exhortación de la segunda Carta a los Corintios: “Os suplicamos en nombre de Cristo: dejaos reconciliar con Dios” (5,20). “Esta invitación del apóstol – dijo Benedicto XVI – suena como un ulterior estímulo a tomar en serio la llamada cuaresmal a la conversión. Pablo ha experimentado en modo extraordinario el poder de la gracia de Dios, la gracia del Misterio pascual del que vive la misma Cuaresma. Él se presenta a nosotros como ‘embajador’ del Señor. ¿Quién mejor que él para ayudarnos a recorrer con fruto este itinerario de conversión interior?”
“El Apóstol es conciente de haber sido elegido como ejemplo – prosiguió el Sumo Pontífice – y esta ejemplaridad suya se refiere justamente a la conversión, a la transformación de su vida realizada gracias al amor misericordioso de Dios… Toda su predicación, y antes aún, toda su existencia misionera fueron sostenidas por una fuerza interior que nace de la experiencia fundamental de la ‘gracia’… Se trata de una conciencia que surge en cada escrito suyo y que ha funcionado como una ‘palanca’ interior sobre la que Dios ha podido actuar para llevarlo hacia delante, siempre hacia nuevas fronteras no sólo geográficas, sino también espirituales”.
Luego Benedicto XVI puso en evidencia que “San Pablo reconoce que todo en él es obra de la gracia divina, pero no olvida que es necesario adherirse libremente al don de la vida nueva recibida en el Bautismo”. De aquí podemos sacar la perspectiva bautismal del tiempo cuaresmal: “por un lado, se afirma la victoria de Cristo sobre el pecado, alcanzada de una vez para siempre con su muerte y resurrección; por otro lado, somos exhortados a no ofrecer al pecado nuestros miembros, es decir, a no conceder al pecado espacio de revancha. La victoria de Cristo espera que el discípulo la haga suya, y esto se realiza ante todo con el Bautismo”.
Para llevar a su realización la vocación bautismal, saliendo victoriosos en la lucha entre el bien y el mal, el Santo Padre recordó los tres “medios útiles” que el Señor indica en el pasaje evangélico del Miércoles de Ceniza – la oración, la limosna y el ayuno – de los que encontramos referencias también “en la experiencia y en los escritos de San Pablo”.
En la parte conclusiva de su homilía, el Papa recordó cuál es la vocación de los cristianos: “resucitados con Cristo, han pasado a través de la muerte y ahora su vida está escondida con Cristo en Dios. Para vivir esta ‘nueva’ existencia en Dios es indispensable nutrirse de la Palabra de Dios. Sólo así podemos realmente estar unidos a Dios, vivir su presencia, si estamos en diálogo con Él… También en esto, el Apóstol es ante todo testigo: sus Cartas son la prueba elocuente del hecho que él vivía en permanente diálogo con la Palabra de Dios: pensamiento, acción, oración, teología, predicación, exhortación, todo en él era fruto de la Palabra, recibida desde la juventud en la fe judía, manifestada plenamente a sus ojos por el encuentro con Cristo muerto y resucitado, predicada por el resto de la vida durante su ‘carrera’ misionera. A él le fue revelado que Dios ha pronunciado en Jesucristo la Palabra definitiva, él mismo, Palabra de salvación que coincide con el misterio pascual, el don de sí en la Cruz que se hace luego resurrección, porque el amor es más fuerte que la muerte”.
Benedicto XVI concluyó la homilía con esta invitación: “La Cuaresma, marcada por una escucha más frecuente de esta Palabra, por una oración intensa, por un estilo de vida austero y penitencial, sea estímulo para la conversión y para el amor sincero hacia los hermanos, especialmente hacia los más pobres y necesitados”. (S.L.) (Agencia Fides 26/2/2009; líneas 49, palabras 746)


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