VATICANO - Mensaje del Santo Padre a la Iglesia brasileña para la Campaña de Fraternidad 2009: "la Cuaresma nos invita a luchar sin descanso para hacer el bien"

jueves, 26 febrero 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Benedicto XVI ha enviado un mensaje al Arzobispo de Mariana y Presidente de la Conferencia Episcopal del Brasil (CNBB) Su Exc. Mons. Geraldo Lyrio Rocha, con ocasión de la anual Campaña de Fraternidad que se abrió el miércoles de Ceniza en el santuario de Aparecida y que este año 2009 tiene como lema "La paz es fruto de la justicia".
La Cuaresma "es un tiempo de conversión y de reconciliación de todos los cristianos, para que las más nobles aspiraciones del corazón humano puedan ser satisfechas, y prevalezca la verdadera paz entre los pueblos y las comunidades" escribe el Santo Padre, citando en el Mensaje al Papa Juan Pablo II, quien en la Jornada Mundial de la Paz 2002 subrayó que "la verdadera paz es fruto de la justicia" y el documento final de Aparecida, donde al hablar del Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana, recuerda " los signos evidentes de la presencia del Reino en la vivencia personal y comunitaria de las Bienaventuranzas, en la evangelización de los pobres, en el conocimiento y cumplimiento de la voluntad de Dios, en el martirio por causa de la fe, en el acceso de todos a los bienes de la creación, y en el perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la pluralidad, y la lucha para no sucumbir a la tentación de ser esclavos del mal”.
"La Cuaresma nos invita a luchar sin descanso para hacer el bien- continúa el Santo Padre -, precisamente sabiendo qué difícil es que nosotros, los hombres, nos decidamos seriamente a practicar la justicia - hace falta mucho para que la convivencia se inspire en la paz y en el amor, y no en el odio o en la indiferencia. No ignoramos también que, aunque se consiguiera llegar a una razonable distribución de los bienes y a una organización armoniosa de la sociedad, jamás desaparecerá el dolor de la enfermedad, de la incomprensión o la soledad, de la muerte de las personas que amamos, de la experiencia de nuestras propias limitaciones”.
Luego el Papa recuerda que "Nuestro Señor abomina las injusticias y condena a quien las comete. Pero respeta la libertad de cada individuo y por ello permite que éstas existan, pues forman parte de la condición humana después del pecado original". Su corazón lleno de amor hacia los hombres lo ha llevado a acoger, junto a la cruz, nuestro sufrimiento, nuestra tristeza, nuestra hambre y sed de justicia. Le pedimos "que sepamos testimoniar los sentimientos de paz y de reconciliación que Le inspiraron el Sermón de la Montaña, para alcanzar la eterna Bienaventuranza" concluye al Papa, invocando la protección del Altísimo, "para que su mano bienhechora se extienda por todo Brasil, y que la vida nueva en Cristo alcance a todos en su dimensión personal familiar, social y cultural” (S.L) (Agencia Fides 26/2/2009)


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