AFRICA/ANGOLA - Los diamantes de sangre no son solo los provenientes de zonas de guerra, sino también los que se extraen explotando a las personas

sábado, 15 mayo 2004

Luanda (Agencia Fides) - “En Lunda norte (noroeste de Angola) vivimos como esclavos. La gente no puede moverse libremente, no puede vestirse bien, comer carne o comprarse una bicicleta. Somos golpeados a causa de los diamantes. Los diamantes son propiedad del pueblo de Lunda norte, pero nosotros, el pueblo, no tenemos el derecho de extraerlos”. “Los partidos políticos están robando la riqueza de Angola y provocando enormes sufrimientos al pueblo, sobre todo aquí en Lunda norte. Nos falta de todo: hospitales, carreteras, escuelas, puestos de trabajo, nuestra riqueza serían los diamantes, pero ¿donde van a parar? A otras manos”. Son dos desahogos que Justin Pearce, estudioso sudafricano, ha recogido de los habitantes de Lunda Norte en noviembre del 2003 y publicados el 6 de mayo del 2004 en un estudio de 17 páginas con el título: “Percepciones populares de la industria de los diamantes en Lunda Norte y Sur” (puede ser consultado gratuitamente en el sitio www.iss.co.za). El autor se pregunta: “los “diamantes de sangre” ¿son los que financian las guerras civiles en Africa?
Para combatir la difusión de los diamantes provenientes de zonas de guerra, la comunidad internacional ha promovido el Proceso de Kimberley, un acuerdo voluntario entre el gobierno y empresas ligadas a los diamantes para evitar que estos sirvan para financiar movimientos de guerrilla. ¿No sería necesario aplicarlo también a situaciones en el que el control de la extracción y del comercio de diamantes provocan situaciones de explotación, violación de los derechos humanos, graves abusos en el sistema económico y social local?
De hecho, dice el autor, el fin de la guerra civil en Angola en el 2002, no ha significado el fin de la explotación artesanal de los diamantes por parte de los que poseen armas (ejército y policía angoleña), de la amplia libertad de acción concedida a las empresas mineras extrajeras, con frecuencia contra los derechos de la población local, de la corrupción a todos los niveles de la vida publica, administración para obtener cualquier beneficio del comercio de diamantes. El autor propone que el Proceso de Kimberley se extienda para garantizar los derechos humanos de la población afectada con la explotación de los diamantes. (LM) (Agencia Fides 15/5/2004 Líneas: 28 Palabras: 383)


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