EUROPA/LITUANIA - “Donde antes flameaba la bandera roja comunista ahora desfilan los estandartes de Cristo”: el P. Marco Mikalonis, joven sacerdote argentino, cuenta a la Agencia Fides su experiencia como misionero en Pumpenai

miércoles, 28 abril 2004

Pumpenai (Agencia Fides) - “la Providencia ha traído a nuestra Congregación a estas tierras en un momento crucial de su historia. A 12 años de la liberación de la ocupación soviética la Iglesia recién esta renaciendo. Al mismo tiempo, surge la amenaza de otra ocupación: la del materialismo y del secularismo de Occidente”. Con estas palabras presenta a la Agencia Fides el P. Marco Mikalonis, joven sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado, (IVE) su testimonio como misionero en tierra lituana.
“Aunque hay mucho trabajo por delante, la materia prima es buena - prosigue el P. Marco. Se palpa la necesidad de una “nueva Evangelización”, aunque no se trata de “empezar de cero”. Hay una fuerte tradición católica, y la gente es muy abierta y la sed de Dios es patente. Además está el testimonio de numerosos mártires y confesores de la fe lituanos de las ultimas décadas. El principal desafío es reavivar la vida cristiana de nuestros fieles y ayudarlos a hacer frente de modo auténticamente cristiano a la ‘avalancha cultural’ que viene desde Europa Occidental”.
La familia religiosa del Verbo Encarnado nació en la ciudad de San Rafael en la provincia de Mendoza (Argentina) el 25 de marzo de 1984, fundada por el P. Carlos Miguel Buela. En la actualidad el pequeño grupo que nació no hace muchos años, ha florecido en 21 naciones de los cinco continentes: forman parte de la misma sacerdotes, religiosas y laicos consagrados, a los que se añade una rama contemplativa femenina.
Desde el 22 de febrero del 2004, sus miembros se encuentran en Pumpenai (Lituania). Los misioneros ad gentes en la parroquia de “Nuestra Señora del Escapulario” (diócesis de Panevežys Lituania), son dos recién ordenados sacerdotes de nacionalidad argentina: el P. Domingo Avellaneda Cabanillas, 26 años, originario de Salta, y el P. Marco Mikalonis, 27 años, originario de Buenos Aires. Pumpenai es un pequeño pueblecito en el campo, al norte del Lituania, a cerca de 40 km de la frontera con Letonia. La población es de cerca de 1000 habitantes.
Después de dos meses de su llegada, los dos sacerdotes trabajan sobre todo en la animación de la parroquia y en el estudio de la lengua lituana, primer paso indispensable para el apostolado, teniendo en cuenta que el carisma del Instituto es la evangelización de las culturas. “Cuando llegamos a Pumpenai - cuenta a la Agencia Fides el P. Marco - me vino un poco de melancolía. En aquellos parajes, todo blanco y a 20º bajo cero, todo era silencioso, no se veía a nadie por las calles, de hecho la gente solo sale durante las pocas hors de sol. Tenía la sensación de que estábamos solos los dos, pero fue solo una impresión. De hecho hasta hoy no hemos parado, no hemos tenido todavía dos días iguales, entre celebraciones de la Misa, funerales, visitas a las familias, preparación de la casa, cortar leña y otras cosas que van surgiendo, el tiempo pasa veloz”.
La gente es muy buena, gentil, hospitalaria - subraya el sacerdote - nos han provisto de todo: vajilla, patatas, zanahorias, leña etc...”Poco a poco vamos conociendo a nuestros parroquianos. En general las personas más ancianas son las que han conservado la fe, perseverando en su sencillez durante los años del comunismo. Desgraciadamente aunque la mayoría de las personas se declaran católicas, falta la practica religiosa, sobre todo entre las personas de media edad y entre los jóvenes. Además la formación religiosa es escasa”. Desde el punto de vista social, el alcoholismo y la falta de trabajo constituyen los graves problemas que afectan a la población de Pumpenai.
Las oportunidades de apostolado son muchísimas (escuela, hogar de discapacitados etc..) y a pesar de que llevan poco tiempo, los dos sacerdotes están ya metidos de lleno en las actividades pastorales. “Antes de la Semana Santa, nuestro principal compromiso era visitar a las familias de la parroquia, a pesar de la dificultad de la lengua. En Pumepania existe la tradición de que el sacerdote visite a todas las familias del país en el periodo que va desde Navidad a Cuaresma. Esta clase de visitas se puede comparar a una “misión popular”. Ya el solo hecho de caminar con nuestro habito por los pueblos o por el campo, a veces entre la nieve y el barro, es un testimonio muy importante para la gente. Se aprovecha por un lado para conocer “desde adentro” la realidad de nuestra gente, y por el otro para informarse de sus necesidades espirituales, e invitarlos a que se acerquen más a la Iglesia. Por gracia de Dios ya pudimos ver frutos de estas visitas”.
En la parroquia no hay una presencia activa de otras religiones fuera de la católica. Hay una capilla ortodoxa pero no se usa porque en la zona no ha quedado ninguna persona de origen ruso.
“En nuestra aventura misionera ya ha habido también momentos alegres y divertidos - cuenta el P. Marco. Por ejemplo, un día echamos agua caliente a la entrada de nuestra casa para derretir la nieve. A la mañana siguiente encontramos hielo no solo a la entrada sino en todo el camino. En otra ocasión tiramos 11 kg de sal para derretir el hielo a la entrada de la iglesia. Las personas que venían nos dijeron que con esa cantidad de sal se podía haber derretido la nieve de toda la ciudad de Panevežys”.
“Podemos decir que la misión ha comenzado. La misión es cruz. Pero en la cruz están los frutos y la alegría de la misión” concluyen el P. Domingo Avellaneda y el P. Marco Mikalonis. (RZ) (Agencia Fdies 28/4/2004 Líneas: 64 Palabras: 953)


Compartir: