VATICANO - El Papa vuelve a entregar a los joven la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud: ¡Alimentados por la Eucaristía, unidos a la Iglesia, aceptando las propias cruces, hacéis estallar en el mundo vuestra carga de fe, y anunciáis a todos la misericordia divina!

viernes, 2 abril 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Queridos amigos, con creatividad siempre nueva, sugerida por el Espíritu Santo en la oración, seguid llevando juntos la Cruz que os confié hace ya veinte años. Los jóvenes de entonces han cambiado, como también he cambiado yo, pero vuestro corazón, al igual que el mío, sigue sediento de verdad, de felicidad, de eternidad y, por tanto, ¡es siempre joven! ¡En esta tarde, vuelvo a poner de nuevo mi confianza en vosotros, esperanza de la Iglesia y de la sociedad! ¡No tengáis miedo! ¡Llevad por doquier, a tiempo y a destiempo (Cf. 2 Timoteo 4, 2), la potencia de la Cruz para que todos, también gracias a vosotros, puedan seguir viendo y creyendo en el Redentor del hombre!”. Es el mensaje del Santo Padre Juan Pablo II, a los jóvenes de la diócesis de Roma y del Lacio, al término del encuentro del jueves 1 de abril, como preparación a la Jornada Mundial de la Juventud. De hecho, el domingo 4 de abril, Domingo de Ramos se celebra en todas las diócesis la XIX Jornada Mundial de la Juventud con el tema: “Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21).
Como preparación a esta cita el Papa se reunió en la Plaza de San Pedro con los jóvenes de la diócesis de Roma y el Lacio a quienes se unieron este año también los participantes en el VIII Forum Internacional de Jóvenes, organizado por el Pontificio Consejo para los Laicos. Después de un momento de fiesta, que contó con la participación de protagonistas del mundo de la canción y del espectáculo, el Santo Padre llegó a la Plaza San Pedro. En su discurso el Papa recordó que hace veinte años, al termino del Año Santo de la Redención, confió a los jóvenes la Cruz de Cristo: “Desde entonces, esta Cruz, al peregrinar de una Jornada de la Juventud a otra, está caminando por el mundo llevada a cuestas por los jóvenes y anuncia el amor misericordioso de Dios que sale al encuentro de cada una de sus criaturas para restituirle la dignidad perdida a causa del pecado. Gracias a vosotros, queridos amigos, millones de jóvenes, al ver esa Cruz, han cambiado su existencia, comprometiéndose a vivir como auténticos cristianos”.
El Santo Padre exhortó después a los jóvenes a permanecer unidos a la Cruz: “No perdáis de vista la gloria que también os espera a vosotros. ¡Cuántas heridas experimentan vuestros corazones, causadas con frecuencia por el mundo de los adultos! ¡Al volver a confiaros espiritualmente la Cruz, os invito a creer que muchos confiamos en vosotros, que Cristo confía en vosotros y que sólo en Él se encuentra la salvación que buscáis!” Después Juan Pablo II subrayó la necesidad actual de estudiar nuevas formas para acercarse a los jóvenes y anunciarles el Evangelio, pidiendo ayuda a los mismo jóvenes: “Tenemos que replantearnos la manera de evangelizar al mundo juvenil, pero con la certeza de que también hoy Cristo desea que le vean, que también hoy quiere mostrar su rostro a todos. No tengáis miedo de emprender nuevos caminos de entrega total al Señor y de misión; ¡sugerid vosotros mismos la manera en que hay que llevar hoy la Cruz al mundo!”
Expresando su satisfacción por la preparación de una “Misión de los jóvenes a los jóvenes” que se realizará el próximo mes de octubre en el centro histórico de Roma y por el Forum Internacional de Jóvenes que concluirá el Domingo de Ramos, el Papa animó a los jóvenes: ¡Alimentados por la Eucaristía, unidos a la Iglesia, aceptando las propias cruces, hacéis estallar en el mundo vuestra carga de fe, y anunciáis a todos la misericordia divina! En este camino, no tengáis miedo de entregaros a Cristo. Ciertamente amáis al mundo, y hacéis bien, porque el mundo está hecho para el hombre. Sin embargo, al llegar a un cierto momento de la vida, es necesario tomar una opción radical. Sin renunciar a nada de los que es expresión de la belleza de Dios y de los talentos de Él recibidos, hay que saber ponerse de parte de Cristo para testimoniar ante todos el amor de Dios”. A este respecto Juan Pablo II recordó la figura del santo Hermano Alberto Adam Chmielowski, pintor de gran talento y cultura que rompió con el arte cuando comprendió que Dios lo llamaba a tareas más importantes. (SL) (Agencia Fides 2/4/2004 Líneas: 769 Palabras: 50)


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