VATICANO - “Dimensión misionera y evangelizadora de la Catequesis de adultos”;: una contribución del Prof. Ramón Peralta de la Universidad Pontificia Urbaniana

martes, 30 marzo 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Publicamos a continuación un interesante aportación del Prof., Ramón Peralta, del Instituto Superior de Catequesis y Espiritualidad Misionera de la Universidad Pontificia Urbaniana, en uno de los temas de mayor actualidad: la promoción de una seria y cualificada catequesis para adultos, en la perspectiva misionera y evangelizadora, para responder a los sufrimientos del mundo contemporáneo y a los tormentos del hombre del tercer milenio.

“Los Evangelios muestran de forma elocuente como Jesucristo, consciente de sumisión salvífica (cfr Jn 21,27-28) dirige su predicación a los adultos provenientes de la religión judía (cfr Mt 10,5). El contenido de la predicación en la venida del Reino de Dios y la necesidad de la conversión, como condición para entrar a formar parte del mismo. De la convivencia y de las enseñanzas del Maestro, la comunidad apostólica aprendió su método catequético, es decir: el empleo de palabras sencillas para revelar el misterio de su Persona, la actitud misericordiosa para corregir los errores, la caridad atenta para socorrer todo tipo de pobreza, la enseñanza paciente de vivir el día a día bajo la providencia divina, la esperanza activa en suscitar la fe y, por ultimo, la misión confiada en el envío a proclamar la Buena Nueva (cfr. Mt 28,19-20).
A partir de este mandato, la Iglesia no se ha cansado nunca de anunciar a los hombres y las mueres de toda época y lugar el mensaje evangélico. La instrucción fue llamada catequesis pre-bautismal. Los apóstoles y los discípulos comenzaron su predicación de modo oral, posteriormente escrita y contenida en los Evangelios y en las cartas apostólicas (cfr CT,22).
Todo esto nos hace comprender como desde el inicio la Iglesia tuvo conciencia misionera y evangelizadora de su ministerio, testimoniado sobre todo en el martirio. Morir por confesar la fe en Cristo y, no menos importante, el compromiso por la solidaridad fraterna viviendo el mandamiento de la caridad.
Nuestro tiempo se caracteriza globalmente por diversos y varios tormentos y paradojas, que reaclama a la comunidad eclesial el asumir el desafío de una seria y cualificada catequesis de adultos en la perspectiva misionera y evangelizadora capaz de despertar el interés y amor por Cristo, único Salvador, por su Iglesia que es su continuación en el tiempo. Entre las experiencias más revelantes se pueden indicar las siguientes:
El catecumenado: recorrido largo y gradual de formación en la fe con el objetivo de recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, de modo que el cristiano realice una elección consciente y motivada por la fe capaz de testimoniar en cualquier situación la propia adhesión a Cristo. Hoy se puede constatar con tristeza como tantos que han recibido el bautismo, la confirmación y la Eucaristía, viven como si tales sacramentos no significasen nada en sus vidas. He aquí porque en su conciencia misionera la Iglesia deberá poner en acto, recorridos catecumenales para los nuevos cristianos como también para una gran mayoría de personas que se acercan a los sacramentos sin una adecuada educación catequística. La nueva evangelización - “nueva” no ya en sus contenidos doctrinales que son eternos - encuentra en el catecumenado un vasto campo de creatividad y un empuje para actuar y operar con confianza y dedicación para alcanzar la conversión, con el fin de superar el escándalo de la dicotomía entre la fe y al vida y obtener una consciente y operante incorporación a la vida eclesial.
Escucha de la Palabra: el fuerte impulso impreso en la pastoral bíblica después del Concilio Vaticano II se ha manifestado de forma particular en la divulgación de la Biblia, en la multiplicación de los centros de estudio y profundización de la Sagrada Escritura, en el contacto directo con el texto sagrado, en las misiones populares parroquiales y en la enseñanza a rezar y meditar la Palabra de Dios, todo esto con la finalidad de hacer que los que escuchan se conviertan en testigos de Dios en su vida diaria. La catequesis bíblica - realizada dentro de una fidelidad al Magisterio interrumpido - suscitará seguramente una vigorosa conciencia misionera y una evangelización nueva capaz de implicar responsablemente a los adultos en el exigente compromiso de inculturar el evangelio de modo que los valores y los criterios de vida puedan reflejar la coherencia de fe y la fiel adhesión a la Santa Madre Iglesia.
Pastoral familiar: el deterioro, la crisis y las agresiones a la familia son un hecho real. Basta echar una mirada a los mensajes que divulgan los medios de comunicación o sobre las legislaciones que no la salvaguardan. Esta situación solicita la premura catequística hacia la comunidad familiar por ello, en este itinerario de fe no puede faltar la urgencia de presentar el papel insustituible de los padres como primeros testigos de la fe hacia sus hijos. Debería aparecer con claridad también el ministerio de los esposos como colaboradores de Dios en la generación de la vida, como anunciadores de los valores del reino de Dios, como verdad, amor, paciencia, longanimidad, justicia, misericordia, paz, respeto, capacidad de perdonar; y guiados por el sacerdote, el compromiso como trabajadores de la pastoral con una implicación explicita en la actividad catequética, litúrgica y caritativa de la comunidad eclesial. Los cónyuges adultos catequizados, aseguran a la familia una dimensión misionera y evangelizadora de su vida por el estilo como afrontan y resuelven los diversos problemas convirtiéndose así en una proclamación elocuente del Evangelio de Jesucristo.
Conclusión: No se agota aquí la dimensión misionera y evangelizadora de la catequesis de adultos. Se trata de un estimulo para dedicarse con pasión al dialogo de fe, para llevar a los otros al encuentro con Cristo con la convicción de que cuanto más se convenzan y formen, tanto mas Dios estará presente y operante en la sociedad contemporánea que reclama, en silencio y clamorosamente, la ayuda de la Iglesia para resolver los propios dramas”.
(Prof. Ramón Peralta) (Agencia Fides 30/3/2004 Líneas: 72 Palabras: 988)


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