VATICANO - “No podemos y no debemos olvidar a nuestros mártires, la memoria de su sacrificio es un valioso tesoro”: el Card. Sepe ha presidio en la Capilla de Propaganda Fides, la Concelebración por la “Jornada de los Misioneros Mártires”

miércoles, 24 marzo 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Esta mañana, miércoles 24 de marzo, el Card. Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha presidido en la Capilla del Palacio de Propaganda Fides, la Concelebración Eucarística con motivo de la XII Jornada de oración y ayuno por los Misioneros Mártires, promovida por el Movimiento Juvenil Misionero de las Obras Misionales Pontificias. Con el Cardenal Prefecto han concelebrado Sus Exc. Mons. Anthony K. Adanuty, Obispo de Keta-Akatsi (Ghana); Ricardo Guizar Diaz, Arzobispo de Tlalnepantla (México), Gerlado Lyrio Rocha, Arzobispo de Vitoria da Conquista (Brasil) y Vicente Manuel, Vicario apostólico de San José en Mindoro (Filipinas). Además han concelebrado algunos Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias de diversos países que se encuentran en Roma par un encuentro promovido por el Dicasterio Misionero, los oficiales de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y los sacerdotes en servicio en las Obras Misionales Pontificias. También estaban presentes en la celebración todos los empleados, religiosos y laicos.
Al inicio del a Misa, en el acto penitencial, se dio lectura al Martirologio del año pasado: los nombres de aquellos que han sido asesinados por el Evangelio a lo largo del 2003. “Un martirologio que se añade al ya largo, aunque incompleto, de los siglos pasados” señalo el Card. Sepe en la homilía, poniendo en evidencia como el martirio constituye “el camino que recorre toda la historia de la Iglesia, y mana del monte Gólgota, donde fue martirizado el Hijo de Dios”. “Todavía hoy la Iglesia encarna la realidad del Crucificado, vive continuamente la persecución que inició con Pedro, Pablo, Esteban y ha seguido en todas de sus hijos e hijas que también hoy testimonian a Cristo en las fronteras geográficas, culturales, sociales, y religiosas, en muchas partes del mundo”.
El Cardenal recordó después a cuantos acogen la llamada del Señor a ir a anunciar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra, “llevando en su equipaje incluso la posibilidad de ser sacrificados sobre el altar de un mundo marcado por el odio, guerras, injusticias, sociales... Pero la sangre derramada no es inútil. Su muerte es testimonio vivo de Cristo resucitado y es signo y ejemplo para todos nosotros y sobre todo para tantos misioneros y misioneras que continúan gastando y ofreciendo sus vidas por Cristo y los hermanos”.
Por ultimo el Card. concluyo la homilía con una recomendación: “no podemos y no debemos olvidar a nuestros misioneros mártires” porque forman parte de la historia de la Iglesia y su testimonio, como ha dicho el Santo Padre en todos los documentos oficiales del Gran Jubileo del Año 2000, es un valioso tesoro que se debe conservar y transmitir a las generaciones futuras para que extraigan de ello alimento y fuerza.
(SL) (Agencia Fides 24/3/2004 Líneas: 36 Palabras: 497)


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