AFRICA/ANGOLA - “Es necesario superar la concepción del niño objeto de propiedad de los adultos” dice el P. Benedito que dirige la casa de acogida para menores al sur de Angola

sábado, 13 marzo 2004

Lubango (Agencia Fides) - “En Angola el trabajo de menores es una plaga social que afecta a miles y miles de niños” dice a la Agencia Fides el P. Benedito Kapingara, quien ha fundado y dirige la casa de acogida para menores “el Evangelio de la vida” en la diócesis de Lubango, al sur de Angola. “Se trata de un fenómeno complejo” dice el P. Benedito. “Aquí en Angola los niños trabajan sobre todo en tres tipos de actividades: lavado de coches, reclamo para los clientes de los taxis colectivos, comercio al por menor en las calles. En este último caso si el niño no ha reunido al final de la jornada aunque sea unas pocas monedas, es castigado severamente. Está también el drama de las niñas que son explotadas como prostitutas”.
“En la base de este triste fenómeno no está sólo la pobreza, sino también una cuestión relativa a la cultura angoleña” dice el P. Benedito. “El problema es que todavía persiste la mentalidad que considera a los niños como objeto de propiedad de los padres o peor aun, de los parientes mas próximos, si son huérfanos. Los jóvenes son explotados como si fuesen animales o maquinas. No hay ningún reconocimiento de sus derechos”.
“La explotación del trabajo de menores es pues tan solo una de las formas de violencia a las que se ven sometidos los niños. Muchos de los niños terminan en la calle precisamente para huir de los abusos familiares” afirma le religiosos. “Una vez en al calle, corren el riesgo de acabar como víctimas de otras violencias o bien se ven obligados a aceptar trabajos duros para poder sobrevivir”.
“En nuestro centro, nos ocupamos de los niños sometidos a las diversas formas de violencia, entre los cuales se encuentra la explotación laboral. Actualmente albergamos a 67 niños” dice el P. Benedito. “Nuestra misión prioritaria es la de reunirlos con sus familias. Nosotros trabajamos junto con los padres para recuperar el sentido de la familia y poner fin a toda forma de violencia y explotación que empuja a los niños a la calle”.
El P. Benedito recuerda que comenzó a ocuparse de la infancia en dificultad por casualidad. “En 1998 vivía en la casa episcopal de Lubango, cuando alguien llevó aun niño de la calle afectado de malaria” dice el religiosos. “Lo llevamos a la casa de cura de las religiosas del Divino Salvador. Una vez curado le preguntamos donde estaba su familia. El nos dijo que su casa era ya la casa Episcopal. Lo mantuvimos con nosotros, pero ciertamente no era posible que un niño viviera en la casa Episcopal. El drama de este niño era similar al de tantos otros como él. Entonces comprendí que hacia falta crear una estructura adecuada que se ocupase del fenómeno. Así decidí fundar un centro para acoger a los niños de la calle. Al principio teníamos 11 niños. Ahora gracias a la ayudas externas nuestro centro se ha convertido en un punto de referencia para toda la zona de Lubango” concluye el P. Benedito. (LM) (Agencia Fides 13/3/2004 Líneas: 38 Palabras: 536)


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