VATICANO - El Papa en la audiencia general: “el rostro de Cristo, rey mesiánico, es la irradiación de la gloria del Padre. Es el Hijo en el sentido pleno y, por tanto, la perfecta presencia de Dios en medio de la humanidad

miércoles, 17 marzo 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Durante la Audiencia General de esta mañana, que ha tenido lugar en la plaza de San Pedro, el Santo Padre se ha reunido con los peregrinos y fieles llegados de Italia y de todas las partes del mundo. En el discurso en lengua italiana, retomando el ciclo de catequesis sobre la Liturgia de Vísperas, el Papa ha comentado el Salmo 20,2-8.14 (“Agradecimiento por la victoria del Rey-Mesías”) Vísperas del martes de la I semana (Lectura: Sal 20,2-5.8.14).
“El texto objeto de nuestra meditación, pertenece al genero de los Salmos reales. En el centro, se encuentra la obra de Dios a favor del soberano hebreo, representado quizá en el día solemne de su entronización... Es fácil intuir que este canto - al igual que sucedió con los demás Salmos regios del Salterio - fue interpretado de una nueva manera cuando en Israel desapareció la monarquía. Se convirtió ya en el judaísmo en un himno en honor del rey-Mesías: se allanaba así el camino hacia la interpretación cristológica, adoptada por la liturgia”.
El texto describe “atmósfera alegre en la que resuenan los cantos”, se describen los dones de Dios al soberano. “En el antiguo Oriente Próximo, se consideraba que el rey estaba circundado de un halo luminoso, que atestiguaba su participación en la esencia misma de la divinidad”. La bendición, tema relevante en este breve himno, “es signo de la presencia divina que actúa en el rey, quien de este modo se convierte en un reflejo de la luz de Dios en medio de la humanidad. La bendición, en la tradición bíblica, incluye también el don de la vida que es infundido en el consagrado”.
“Recitando este Salmo - afirma Juan Pablo II - vemos cómo se perfila detrás del retrato del rey hebreo el rostro de Cristo, rey mesiánico. Él es la «irradiación de la gloria» del Padre. Es el Hijo en el sentido pleno y, por tanto, la perfecta presencia de Dios en medio de la humanidad. Él es la luz y la vida, como proclama san Juan en el prólogo de su Evangelio”.
(SL) (Agencia Fides 17/3/2004 Líneas: 27 Palabras: 389)


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