VATICANO - EL PAPA A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONGREGACION PARA LA EVANGELIZACION DE LOS PUEBLOS: “URGE FORMAR SANTOS Y COMPETENTES EVANGELIZADORES, A LA ALTURA DE SU MISION”

lunes, 26 mayo 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – A las 11 del sábado 24 de mayo, el Santo Padre, Juan Pablo II, recibió en Audiencia a los participantes de la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y les dirigió el siguiente mensaje:

Señores Cardenales
Venerado Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio
Queridos Hermanos y Hermanas

1. Acojo y saludo con afecto a cada uno de vosotros que tomáis parte en la Asamblea
Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Saludo, en primer lugar, al Cardenal Crescencio Sepe, Prefecto de vuestra Congregación y le agradezco las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Con él, saludo a los Secretarios, al Subsecretario y a los colaboradores del Dicasterio; saludo a los Cardenales, Obispos, religiosos, religiosas y a todos los presentes.
Durante los trabajos de la Plenaria, habéis afrontado un aspecto importante de la misión de la Iglesia: “La formación en tierras de misión”, con referencia a los sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas, catequistas y laicos comprometidos en la actividad pastoral. Es un tema que merece toda vuestra atención.
2. La urgencia de preparar apóstoles para la nueva evangelización fue afirmada por el Concilio Vaticano II así como por los Sínodos de Obispos de estos años. De los trabajos de las Asambleas sinodales han surgido significativas Exhortaciones apostólicas, entre las cuales me limito a recordar Pastores dado vobis, Vita consecrata, Catechesi tradentae y Christifideles laici.
Las Comunidades eclesiales de reciente formación están en rápida expansión. Precisamente porque algunas veces se han evidenciado deficiencias y dificultades en su proceso de crecimiento, se muestra urgente insistir en la formación de los trabajadores pastorales cualificados, gracias a programas sistemáticos , adecuados a las necesidades del momento presente y atentos a “incultural” el Evangelio en los diversos ambientes.
Urge una formación íntegra, capaz de preparar santos y competentes evangelizadores a la altura de su misión. Esto requiere un proceso largo y paciente, en el cual toda profundización bíblica, teológica, filosófica y pastoral encuentra su punto de fuerza en la relación personal con Cristo “Camino Verdad y Vida” (Jn 14,6).
3. Jesús es el primer “formador” y el esfuerzo principal de todo educador será el de ayudar a los formándoos a cultivar una relación personal con El. Solo aquellos que han aprendido a “estar con Jesús” están preparados para ser por El “enviados a evangelizar” (cfr. Mc 3,14). Un amor apasionado por Jesús es el secreto de un anuncio convincente de Cristo. A esto aludía cuando, en la reciente Encíclica Ecclesia de Eucharistia, escribía: “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón” (n.25)
La Iglesia , especialmente en los países de misión, necesita personas preparados para servir el Evangelio de modo gratuito y generoso, dispuestas por ello, a promover los valores de la justicia y la paz rompiendo toda barrera cultural, racial, tribal o étnica, capaces de escrutar los “signos de los tiempos” y descubrir la “semilla del Verbo” sin caer en reduccionismos ni relativismos.
En primer lugar, se exige sin embargo de estas personas que sean ‘expertas’ y ‘enamoradas’ de Dios. “El mundo- observaba mi venerado Predecesor Pablo VI- ... reclama evangelizadores que les hablen de un Dios que ellos conozcan y que les sea familiar, como si viesen al Invisible” (Exh,. ap. Evangelii nuntiando, 76).
4. Junto a la intimidad personal con Cristo, es necesario cuidar un crecimiento constante en el amor y servicio a la Iglesia. Será útil, a este respecto, en cuanto concierne a los sacerdotes, tener particularmente presentes las indicaciones contenidas en la Exhortación apostólica post sinodal Pastores dabo vobis, en los Decretos conciliares Presbyterorum Ordinis y Optatam totius y en otros textos emanados de los diversos Dicasterios de la Curia Romana.
“En cuanto representa a Cristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia, el sacerdote está no sólo en la Iglesia, sino también al frente de la Iglesia. Por tanto, está llamado a revivir en su vida espiritual el amor de Cristo Esposo con la Iglesia esposa” (n.22). Toca después al Obispo, en comunión con el Presbiterado, delinear un proyecto y una programación “capaces de estructurar la formación permanente no como un mero episodio, sino como una propuesta sistemática de contenidos, que se desarrolla por etapas y tiene modalidades precisas” (ídem n.79).
5. Quiero aprovechar esta ocasión para agradecer a cuantos se dedican generosamente a la labor educativa en tierras de misión. ¿Y cómo no recordar que no pocos seminaristas, sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos pertenecientes a tierras de misión, completan su itinerario formativo aquí en Roma en Colegios y Centros, muchos de los cuales dependen de vuestro Dicasterio? Pienso en el Colegio Pontificio Urbano, San Pedro y San Pablo para los sacerdotes, el Foyer Pablo VI para las religiosas, el Centro Mater Ecclesiae para los catequistas y el Centro Internacional de Animación Misionera para la renovación espiritual de los misioneros. Deseo de corazón que la experiencia romana sea para cada uno un verdadero enriquecimiento cultural, pastoral y sobre todo, espiritual.
Deseo igualmente que cada comunidad cristiana avance dócil en la escuela de María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia. En el Mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial escribí que una “Iglesia más contemplativa” se convierte en una “Iglesia más santa”, en una “Iglesia más misionera”.
Mientras pido al Señor que así sea para cada Comunidad eclesial, especialmente en tierras de misión, aseguro mi oración e imparto con afecto a todos vosotros una especial Bendición apostólica (Agencia Fides 26/5/2003 Líneas: 78 palabras: 953)


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