VATICANO - EL PAPA EN LA AUDIENCIA GENERAL: “LA RAÍZ DE TODA CONFIANZA Y EL MANANTIAL DE TODA ESPERANZA EN EL DÍA DE LA PRUEBA ES QUE DIOS NO ES INDIFERENTE ANTE EL BIEN Y EL MAL, ES UN DIOS BUENO Y NO UN HADO OSCURO, INDESCIFRABLE Y MISTERIOSO”

miércoles, 28 enero 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En su discurso durante la Audiencia general de hoy, miércoles 28 de enero, el Santo Padre Juan Pablo II ha retomado el comentario de la Liturgia de Vísperas, comentando el salmo10: “El Señor, esperanza del justo” (Vísperas del lunes de la I Semana).
El tono espiritual de todo el canto está bien expresado por el versículo conclusivo: «el Señor es justo y ama la justicia». Esta es la raíz de toda confianza y el manantial de toda esperanza en el día de la oscuridad y de la prueba, señalo el Papa. Dios no es indiferente ante el bien y el mal, es un Dios bueno y no un hado oscuro, indescifrable y misterioso”.
En la primera parte del salmo se describe el aparente triunfo del impío, trazado con imágenes de carácter bélico y de caza: es el perverso, que tensa su arco de guerra o de caza para disparar violentamente contra su víctima, es decir, el fiel. Este último, por este motivo, se siente tentado por la idea de evadirse y liberarse de un ataque tan implacable... Se da una especie de desaliento en el fiel que se siente sólo e impotente ante la irrupción del mal. Tiene la impresión de que se sacuden los fundamentos del orden social justo y que se minan las bases mismas de la convivencia humana”. En la segunda parte se presenta al Señor, sentado en su trono celestial: “Desde esa posición trascendental, signo de la omnisciencia y de la omnipotencia divina, Dios puede escrutar y valorar a cada persona, distinguiendo el bien del mal y condenando con vigor la injusticia... El Señor no es un soberano remoto, cerrado en su mundo dorado, sino una presencia vigilante que está de la parte del bien y de la justicia. Ve y provee, interviniendo con su palabra y su acción”.
El justo prevé que, como sucedió en Sodoma, el Señor intervendrá para purificar la historia condenado el mal. Pero el Salmo no termina con este trágico panorama. “El último versículo abre el horizonte a la luz y a la paz destinadas para el justo, que contemplará a su Señor, juez y justo, pero sobre todo liberador misericordioso... una experiencia de comunión gozosa y de serena confianza en el Dios que libera del mal. Una experiencia así la han hecho innumerables justos a través de la historia. Muchas narraciones describen la confianza de los mártires cristianos ante los tormentos, así como su firmeza, que no rehuía de la prueba”.
(SL) (Agencia Fides 28/1/2004 Líneas: 32 Palabras: 464)


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