VATICANO - “La pastoral y la acogida a las familias de los migrantes y de los itinerantes sea el sello auténtico de la actitud y la praxis de la Iglesia en favor de las personas implicadas en la movilidad”: documento final de la Plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

martes, 3 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “La familia es el camino de la Iglesia, y la pastoral que se dirige a las familias de los migrantes e itinerantes se propone su integración (que no es asimilación) y/o cohesión. A veces, mantener unida la familia, o reunificarla, es un objetivo fundamental, pues sus miembros podrían llegar a separarse debido a la distancia o a la desintegración de la familia”. Con estas afirmaciones inicia el Documento final de la XVIII Sesión plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral los Emigrantes e Itinerantes, celebrada en Roma del 13 al 15 mayo sobre el tema “La Familia Migrante e Itinerante”, del que transcribimos algunos puntos.
Las familias de los migrantes e itinerantes se distinguen por el hecho de vivir una separación temporal, más o menos larga, según los casos. “Cuando una persona migrante o itinerante se encuentra lejos de su patria, y el cónyuge debe afrontar solo la atención y la educación de los hijos, esto la lleva, en cierto modo, a descargar en el otro las responsabilidades de los dos. Esta situación puede causar tensión en la familia. Y podría también producirse una ruptura permanente... Se trata, pues, de un reto para las familias mismas, y también para los que les prestan asistencia pastoral”.
“Existen dos métodos fundamentales que se deben utilizar en la cura pastoral de las familias migrantes. El primero consiste en prestar asistencia a la familia para que mantenga la cohesión, y el segundo, en hallar las maneras de ayudarle en el proceso de inculturación (encarnación en las distintas culturas), que está estrechamente vinculado a la integración. Esto implica un diálogo que lleve a comprenderse mutuamente”.
“Muchas familias, o una o más personas de una misma familia, emigran porque no pueden vivir con dignidad en su propio país y sociedad. Buscan un trabajo que los hace desplazar para mantenerse y mantener a sus familias. En especial, los migrantes indocumentados e irregulares abandonan su país dejando la propia familia, con la intención de enviar dinero a casa. Puesto que todas esas personas constituyen un recurso para las sociedades donde trabajan, a pesar de su situación jurídica, es justo que se busque una solución para su problema de separación temporal o prolongada de la familia”
“La visión, por parte de la opinión pública, de la integración o la no integración de los migrantes, tiene un papel importante en la elaboración de las políticas de migración, especialmente por lo que se refiere a la posibilidad de recibir o rechazar a los miembros de las familias. A este respecto, sería importante dar a conocer los programas de la Iglesia de acogida a los migrantes, en especial la atención espiritual y social que presta, así como su trabajo de abogacía y mediación, especialmente en los principales países de destino. Es necesario, igualmente, estudiar y desarrollar marcos jurídicos mejores - tanto a nivel internacional como nacional - con el objeto de que las sociedades puedan ofrecer auténticas posibilidades de integración (lo que no quiere decir asimilación), de rehabilitación para los que regresan y de estabilidad social y cohesión, tanto para los ciudadanos de los países receptores, como para los itinerantes y migrantes y sus familias”
“El tráfico de mujeres y niños, especialmente, y la situación de inmigrante indocumentado o irregular, son otros desafíos pastorales a los que la Iglesia debe responder. Ella puede sostener programas de protección para las víctimas del tráfico humano, eventualmente con miras a reintegrarlas en sus familias, así como proyectos de asistencia para regularizar las situaciones ilegales de los migrantes... Con frecuencia, los inmigrantes se ven obligados a aceptar toda clase de trabajos, a veces dejando a sus hijos solos, u ocupados en un trabajo de menores. La atención a las condiciones de los recién inmigrados, los programas de asistencia económica y, especialmente, los servicios de ayuda para encontrar trabajo, son también instrumentos poderosos para la pastoral, sin olvidar lo que es específicamente pastoral”
“Un programa de pastoral de acogida es quizás el mejor instrumento que la Iglesia puede utilizar para las familias en el contexto de la migración... Dicha pastoral familiar tiene que realizar un diálogo con los migrantes e itinerantes para conocerlos y saber cuál es la vida que llevan y cuáles son sus condiciones de trabajo. Dicho diálogo revelará su verdadera situación en el ámbito de la pastoral, sus necesidades prioritarias y las maneras de dar una respuesta eficaz a su situación. A través de este mismo diálogo, será posible elaborar una auténtica pastoral familiar. Sin él, la respuesta pastoral podría ser mal dirigida e irrelevante”
“En general, el método pastoral para las familias implicadas en la movilidad requiere flexibilidad y atención respecto a todo el núcleo familiar... Aunque la situación de los migrantes e itinerantes sea distinta según los países, algunos de los elementos comunes que se describen arriba requieren una acción para que una verdadera cura pastoral y la acogida a las familias de los migrantes y de los itinerantes sea el sello auténtico de la actitud y la praxis de la Iglesia en favor de las personas implicadas en la movilidad” (S.L.) (Agencia Fides 3/6/2008 – palabras 900)


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