VATICANO - Mensaje de Benedicto XVI: “El hambre y la desnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a dichos dramas y a sus consecuencias”

martes, 3 junio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La creciente globalización de los mercados no siempre favorece la disponibilidad de alimentos y los sistemas productivos están condicionados muchas veces por límites estructurales, así como por políticas proteccionistas y fenómenos especulativos que relegan a enteras poblaciones a los márgenes de los procesos de desarrollo. A la luz de tal situación, es necesario reafirmar con fuerza que el hambre y la desnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a dichos dramas y a sus consecuencias”. Es lo que escribe el Santo Padre Benedicto XVI en el Mensaje leído esta mañana, 3 de junio, por el Card. Tarcisio Bertone, Jefe de la Delegación de la Santa Sede, en la apertura de la “Conferencia de alto nivel sobre la seguridad alimenticia mundial: el desafío de los cambios climáticos y de las bioenergías”, organizada por la F.A.O. en Roma.
En su Mensaje el Papa retoma lo que afirmó en su reciente visita a la sede de la ONU en Nueva York (18 de abril): “es necesario superar la paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos” e invita “a colaborar en modo cada vez más transparente con las organizaciones de la sociedad civil que trabajan para colmar el creciente divario entre riqueza y pobreza. Os exhorto a continuar con aquellas reformas estructurales que, a nivel nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la desnutrición son consecuencias directas”.
Sabiendo bien “cuanto todo esto es arduo y complejo”, Benedicto XVI subraya sin embargo que no se puede “permanecer insensibles ante los llamamientos de quienes, en los diversos continentes, no logran nutrirse lo suficiente para vivir… Pobreza y desnutrición no son una simple fatalidad, provocada por situaciones ambientales adversas o por desastrosas calamidades naturales”. El derecho a la alimentación “está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana”, prosigue el Mensaje. Por lo tanto “toda persona tiene derecho a la vida: así, es necesario promover la efectiva actuación de dicho derecho y se deben ayudar a las poblaciones que sufren por la falta de alimento a hacerse gradualmente capaz de satisfacer sus exigencias de una alimentación suficiente y sana”.
Ante el actual encarecimiento de los productos agrícolas, el Santo Padre pide la colaboración de “nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción del desarrollo rural. Esto debe realizarse también a través de procesos de reformas estructurales que permitan afrontar los desafíos de la seguridad misma y de los cambio climáticos; asimismo, es necesario incrementar la disponibilidad del alimento valorizando el esfuerzo de los pequeños agricultores y garantizándoles el acceso al mercado. El aumento global de la producción agrícola, podrá, sin embargo, ser eficaz, sólo si estará acompañado de la efectiva distribución de dicha producción y si esa estará destinada primariamente a la satisfacción de las necesidades esenciales”.
Este camino, ciertamente no fácil, permitiría, entre otras cosas, “redescubrir el valor de la familia rural… asimismo, desde el punto de vista económico, asegura una atención eficaz y amorosa a los más débiles y, por el principio de subsidiariedad, puede asumir un papel directo en la cadena de distribución y de comercialización de los productos agrícolas destinados a la alimentación, reduciendo el costo de la intermediación y favoreciendo la producción en pequeña escala”.
Benedicto XVI concluye recordando que “sólo la tutela de la persona permite combatir la causa principal del hambre, es decir aquella cerrazón del ser humano ante sus semejantes que disuelve la solidaridad, justifica los modelos de vida consumistas y disgrega el tejido social, preservando, e incluso haciendo más profundo, el surco de injustos equilibrios, y descuidando las más profundas exigencias del bien”. (S.L.) (Agencia Fides 3/6/2008; líneas 46 palabras 646)


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