VATICANO - “La comunicación no es el simple producto de una casualidad pura y fortuita o de nuestras capacidades humanas; a la luz del mensaje bíblico, esta refleja más bien nuestra participación en el creativo, comunicativo y unificador Amor trinitario que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, afirma Benedicto XVI

miércoles, 28 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- “Las diversas formas de comunicación –diálogo, oración, enseñanza, testimonio, proclamación- y sus diversos instrumentos –prensa, electrónica, artes visivas, música, voz, gestualidad y contacto- son todas manifestaciones de la fundamental naturaleza de la persona humana. Es la comunicación la que revela la persona, que crea relaciones auténticas y comunidad y que permite a los seres humanos madurar en conocimiento, sabiduría y amor”. Lo recordó el Santo Padre Benedicto XVI a los participantes del Encuentro promovido por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales: “¡La identidad y la misión de una Faculta de Comunicación en la Universidad Católica. Una mirada al futuro de las comunicaciones junto a la Iglesia!”, recibidos en audiencia el 23 de mayo (ver Fides 26/5/2008).
“La comunicación –prosiguió el Santo Padre- no es el simple producto de una casualidad pura y fortuita o de nuestras capacidades humanas; a la luz del mensaje bíblico, esta refleja más bien nuestra participación en el creativo, comunicativo y unificador Amor trinitario que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios nos ha creado para estar unidos a Él y nos ha dado el don y la tarea de la comunicación, porque quiere que obtengamos esta unión mediante nuestro conocimiento, nuestro amor y nuestro servicio hacia Él y hacia nuestros hermanos y hermanas en una relación comunicativa y amorosa”.
En su discurso el Santo Padre destacó que “al centro de cualquier reflexión seria sobre la naturaleza y fin de las comunicaciones humanas debe haber un compromiso con la verdad”, y prosiguió: “Un comunicador puede intentar informar, educar, entretener, convencer, confortar, pero el valor final de toda comunicación reside en su veracidad… el arte de la comunicación es por su naturaleza ligada a un valor ético, a las virtudes que son el fundamento de la moral”. El Papa alentó a los educadores “a alimentar y recompensar la pasión por la verdad y la bondad que es siempre fuerte en los jóvenes” ayudándoles “a dedicarse plenamente a la pasión por la verdad”.
El Papa pidió una mayor atención “a los programas académicos en el ámbito de los medios de comunicación social, en particular a las dimensiones éticas de la comunicación entre las personas”. Recordó que en nuestros tiempos el fenómeno de la comunicación está ocupando “un lugar cada vez más grande en los contextos sociales”. Es importante que tal formación “nunca sea considerada como un simple ejercicio técnico o como un mero deseo de dar informaciones”, sino que sea más bien una invitación “a promover la verdad en la información y a hacer reflexionar a nuestros contemporáneos sobre los eventos, para que ser así educadores del hombre de hoy y edificar un mundo mejor”. Entre los otros compromisos citados por el Papa están aquellos ligados a la promoción de la justicia y de la solidaridad, y al respeto, en todo contexto, del valor y de la dignidad de toda persona.
“Sería una tragedia para el futuro de la humanidad –prosiguió el Papa- si los nuevos instrumentos de comunicación, que permiten compartir el conocimiento y la información en un modo cada vez más rápido y eficaz, no fuesen accesibles a cuantos son marginados económicamente y socialmente, o si contribuyesen solamente a hacer crecer la distancia que separa a estas personas de las nuevas redes que se están desarrollando al servicio de la socialización humana, de la información y de la enseñanza. Por otro lado, sería también grave si la tendencia globalizante en el mundo de las comunicaciones debilitase o eliminase las costumbres tradicionales y culturales locales, en particular aquellas que han logrado reforzar los valores familiares y sociales, el amor, la solidaridad y el respeto por la vida”.
El Papa expresó su estima “por aquellas comunidades religiosas que, no obstante las altas exigencias financiarías e innumerables recursos humanos, han abierto Universidades católicas en los países en desarrollo”: “sus esfuerzos asegurarán a los países en los que se encuentran el beneficio de la colaboración de jóvenes hombres que reciben una formación profesional profunda, inspirada en la ética cristiana, que promueve la educación y la enseñanza como un servicio a toda la comunidad. Aprecio en particular modo el compromiso por ofrecer una cuidadosa educación a todos, independientemente de la raza, de la condición social o del credo, que es lo que constituye la misión de la Universidad católica”.
En la parte final de su discurso, el Santo Padre reflexionó sobre el tema del Encuentro: la identidad de una Universidad o de una Escuela católica. “Quisiera recordar –dijo- que tal identidad no es simplemente una cuestión de número de estudiantes católicos; es sobre todo una cuestión de convicción: se trata de creer verdaderamente que solo en el misterio del Verbo hecho carne se clarifica el misterio del hombre. La consecuencia es que la identidad católica está, en primer lugar, en la decisión de confiarse –intelecto y voluntad, mente y corazón- a Dios. Como expertos en la teoría y en la práctica de la comunicación y como educadores que están formando una nueva generación de comunicadores, tenéis un rol privilegiado no solamente en la vida de vuestros estudiantes, sino también en la misión de vuestras Iglesias locales y de sus Pastores para hacer conocer la Buena Nueva del amor de Dios a todas las personas.”(S.L.) (Agencia Fides 28/5/2008)


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