VATICANO - La catequesis del Papa a la audiencia general dedicada a Romano el Meloda, que "pertenece al grupo de teólogos que ha transformado la teología en poesía"

viernes, 23 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la serie de catequesis dedicadas a los Padres de la Iglesia, durante la audiencia general del miércoles 21 de mayo el Santo Padre Benedicto XVI se ha centrado en una de las figuras menos conocidas: Romano el Meloda. NAcido hacia el 490 en Emesa, hoy Homs, en Siria, fue teólogo, poeta y compositor, en efecto "pertenece al grupo de teólogos que ha transformado la teología en poesía", ha subrayado el Papa. "Después de haber recibido las primeras nociones de cultura griega y siríaca en su ciudad nativa, se trasladó a Berito (Beirut), perfeccionando la instrucción clásica y los conocimientos retóricos. Ordenado diácono permanente, (515 ca.), fue predicador por tres años en este lugar. Luego se trasladó a Constantinopla hacia el final del reino de Anastasio I (518 ca.), y allí se estableció en el monasterio en la iglesia de la Theotókos, Madre de Dios". En este lugar se verificó lo episodio-clave de su vida: se le apareció en sueño la Madre de Dios que le concedió el don del carisma poético que ejerció desde la mañana siguiente hasta su muerte, ocurrida después del 555.
"Romano ha pasado a la historia como uno de los autores más representativos de himnos litúrgicos." ha subrayado el Santo Padre. Inventor de "de un método vivo y original de catequesis" que expresaba en sus homilías, Romano predicaba en un santuario en la periferia de Constantinopla: " A través de sus composiciones podemos darnos cuenta de la creatividad de esta forma de catequesis, de la creatividad del pensamiento teológico, de la estética y de la himnografía sagrada de aquella época. … se subía al ambón, colocado en el centro de la iglesia, y se dirigía a la comunidad recurriendo a una representación bastante elaborada: utilizaba representaciones en las paredes o iconos sobre el ambón y se servía también del diálogo. Pronunciaba homilías métricas cantadas, llamadas Kontákia". Nos han llegado hasta nosotros 89 de estas homilías, aunque la tradición le atribuye mil, escritas en un griego sencillo, cercano al lenguaje del pueblo.
Examinando algunos de sus temas principales, el Santo Padre ha citado en primer lugar " la unidad de la acción de Dios en la historia, la unidad entre creación e historia de la salvación, unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento. Otro tema importante es la pneumatología, es decir, la doctrina sobre el Espíritu Santo… Otro tema central es, claro está, la cristología. No se mete en el problema de los conceptos difíciles de la teología, sumamente discutidos en aquel tiempo, y que también laceraron la unidad no sólo entre los teólogos, sino incluso entre los cristianos en la Iglesia. Predica una cristología sencilla, pero fundamental, la cristología de los grandes Concilios. Pero sobre todo se acerca a la piedad popular… Por lo que se refiere a la mariología, en acción de gracias a la Virgen por el don del carisma poético, Romano la recuerda al final de casi todos los himnos y le dedica sus kontákia más bellas: Natividad, Anunciación, Maternidad divina, Nueva Eva. Por último, las enseñanzas morales están relacionadas con el juicio final. Nos lleva hacia ese momento de la verdad de nuestra vida, la comparecencia ante el Juez justo, y por ello exhorta a la conversión en la penitencia y en el ayuno”.
Concluyendo su catequesis, el Santo Padre ha subrayado que "este gran poeta y compositor nos recuerda todo el tesoro de la cultura cristiana, nacida de la fe, nacida del corazón que se ha encontrado con Cristo, con el Hijo de Dios. De este contacto del corazón con la Verdad, que es Amor, nace la cultura, toda la gran cultura cristiana. Y si la fe sigue viva, esta herencia cultural tampoco muere, sino que sigue estando viva y presente. Los iconos siguen hablando hoy al corazón de los creyentes, no son cosas del pasado. Las catedrales no son monumentos medievales, sino casas de vida, donde nos sentimos «en casa»: donde encontramos a Dios y nos encontramos los unos con los otros. Tampoco la gran música - el gregoriano o Bach o Mozart - es algo del pasado, sino que vive en la vitalidad de la liturgia y de nuestra fe . Si la fe está viva, la cultura cristiana no se queda en algo «pasado», sino que sigue viva y presente”. (S.L) (Agencia Fides 23/5/2008; Líneas: 48 Palabras: 746)


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