VATICANO - El Papa a los Obispos participantes en un Seminario de Estudios: “La autenticidad de los nuevos carismas está garantizada por su disponibilidad para someterse al discernimiento de la autoridad eclesiástica”

martes, 20 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “La autenticidad de los nuevos carismas está garantizada por su disponibilidad para someterse al discernimiento de la autoridad eclesiástica. Numerosos movimientos eclesiales y nuevas comunidades han sido ya reconocidos por la Santa Sede, y por ello son considerados sin duda un don de Dios para la Iglesia. Otros, todavía en su fase inicial, requieren del ejercicio de un acompañamiento un poco más delicado y vigilante por parte de los Pastores de las Iglesias particulares”. Lo recordó el Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos participantes en un Seminario de Estudios sobre los movimientos laicales promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos, recibidos en audiencia el 17 de mayo.
“Este Seminario -recordó el Papa-, quiere ser una continuación del encuentro que yo mismo tuve el 3 de junio de 2006 con una amplia representación de fieles pertenecientes a más de 100 nuevas agregaciones laicales”. “Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades -afirmó el Santo Padre- son una de las novedades más importantes suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia para la puesta en práctica del Concilio Vaticano II. Se difundieron al amparo del Concilio, sobretodo en los años inmediatamente sucesivos, en un periodo cargado de entusiasmo y promesas, pero marcado al mismo tiempo por graves dificultades... Ya entonces, en efecto, daban testimonio de la alegría, la belleza, y de la razón de ser cristianos, mostrándose felices de pertenecer al misterio de comunión que es la Iglesia. Hemos presenciado el despertar de un vigoroso impulso misionero, nacido del deseo de comunicar a todos la preciosa experiencia del encuentro con Cristo, advertida y vivida como la única respuesta adecuada a la profunda sed de verdad y de felicidad del corazón humano. ¿Cómo no reconocer, por otra parte, que una novedad como ésta espera de ser mejor comprendida a la luz del designio de Dios y de la misión de la Iglesia en los escenarios de nuestro tiempo?”.
Gracias a la orientación de los Pontífices, “han sido superados muchos prejuicios, resistencias y tensiones”, recordó el Santo Padre, destacando el hecho que “queda por realizar la importante tarea de promover una comunión más madura entre los miembros de la Iglesia, para que todos los carismas, en el respeto de su especificidad, puedan contribuir plena y libremente a la edificación del único Cuerpo de Cristo”.
Seguidamente, el Santo Padre Benedicto XVI mostró su satisfacción por el hecho de que haya sido tomada como línea de reflexión en el Seminario su exhortación a un grupo de Obispos alemanes en visita ad limina: “Os pido que acojáis a los movimientos con mucho amor" (18 de noviembre de 2006), y afirmó: “¡Casi podría decir que no tengo nada más que añadir! La caridad es el signo distintivo del Buen Pastor: ella da autoridad y eficacia al ejercicio del ministerio que nos ha sido confiado. Ir al encuentro de los movimientos y de las nuevas comunidades con mucho amor nos lleva a conocer adecuadamente su realidad, sin impresiones superficiales o simples juicios, nos ayuda a comprender. Nos ayuda también a entender que los movimientos eclesiales y nuevas comunidades no son un problema o un riesgo más, que se agrega a nuestros ya graves asuntos. ¡No! Son un don del Señor, un recurso precioso para enriquecer con sus carismas toda la comunidad cristiana”.
El Papa pidió a los Obispos “prudencia y paciencia” y “acompañar de cerca, con paterna solicitud, de manera cordial y sabia, a los movimientos y nuevas comunidades, para que puedan poner generosamente al servicio del interés común, de manera ordenada y fecunda, los numerosos dones de los que son portadores y que hemos aprendido a conocer y apreciar: el empuje misionero, los itinerarios de formación cristiana eficaces, el testimonio de fidelidad y obediencia a la Iglesia, la sensibilidad a las necesidades de los pobres, la riqueza de vocaciones”.
En la parte conclusiva del discurso, Benedicto XVI afirmó: “Quien está llamado a un servicio de discernimiento y de guía no pretenda controlar o someter los carismas, sino más bien guárdese del peligro de sofocarlos (cf. 1Ts 5,19-21), resistiendo a la tentación de uniformizar lo que el Espíritu Santo ha querido que sea multiforme para procurar así la edificación y la dilatación del único Cuerpo de Cristo, que el mismo Espíritu hace firme en la unidad. Cuando sea necesario intervenir para corregir, que sea también esa corrección una expresión de “gran amor”... El Espíritu de Dios nos ayude a reconocer y proteger las maravillas que Él mismo suscita en la Iglesia en favor de todos los hombres”. (S.L.) (Agencia Fides 20/5/2008; líneas 55, palabras 786)


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