VATICANO - Benedicto XVI: “Es cada vez más urgente el empeño de unir fuerzas para sostener, con todo medio posible, a las familias desde el punto de vista social y económico, jurídico y espiritual”

martes, 20 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “La familia, célula de comunión como fundamento de la sociedad, para los creyentes es como una ‘pequeña iglesia doméstica’, llamada a revelar al mundo el amor de Dios. Queridos hermanos y hermanas: ayudad a las familias a ser signo visible de esta verdad, a defender los valores inscritos en la propia naturaleza humana y por lo tanto comunes a toda la humanidad, esto es, la vida, la familia y la educación. No se trata de principios derivados de una confesión de fe, sino de la aplicación de la justicia que respeta los derechos de cada hombre. ¡Ésta es vuestra misión, queridas familias cristianas!” Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI confió esta misión a los participantes del Foro de las Asociaciones Familiares y de la Federación Europea de las Asociaciones Familiares Católicas que participan en el congreso “La alianza para la Familia en Europa: el asociacionismo protagonista”.
Después de haber destacado que “una acción política que desee mirar previsoramente el futuro, no puede dejar de situar a la familia en el centro de su atención y de su programación”, el Santo Padre recordó dos aniversario: los 40 años de la publicación de la Encíclica Humanae Vitae y los 25 años de la promulgación de la Carta de los derechos de la Familia, presentada por la Santa Sede el 22 de octubre de 1983. “Dos documentos idealmente ligados entre sí, porque si el primero subraya con fuerza, yendo a contracorriente de la cultura dominante, la calidad del amor de los esposos, no manipulado por el egoísmo y abierto a la vida, el segundo pone en evidencia los derechos inalienables que permiten a la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, ser la cuna natural de la vida humana”. La Carta de los derechos de la Familia está dirigida principalmente a los gobiernos como un punto de referencia para la elaboración de una adecuada legislación política de la familia y, al mismo tiempo, se dirige a todas las familias “inspirando a que se unan en la defensa y promoción de sus derechos”.
El Papa Juan Pablo II, con razón llamado también el “Papa de la familia”, prosiguió Benedicto XVI, repetía que “el futuro de la humanidad se fragua en la familia” y subrayaba con frecuencia el valor insustituible del instituto familiar, según el designo de Dios Creador y Padre. “la unión de vida y de amor, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, que constituye la familia, representa un bien insustituible para toda la sociedad, que no hay que confundir ni equiparar a otros tipos de unión. Bien sabemos cuántos desafíos enfrentan hoy las familias, qué difícil es realizar, en las condiciones sociales modernas, el ideal de fidelidad y de solidez del amor conyugal, tener hijos y educarles, conservar la armonía del núcleo familiar. Si gracias a Dios existen ejemplos luminosos de familias firmes y abiertas a la cultura de la vida y del amor, no faltan lamentablemente, e incluso van en aumento, las crisis matrimoniales y familiares. Desde muchas familias, que se encuentran en condiciones de preocupante precariedad, se eleva, a veces hasta inconscientemente, un grito, una petición de ayuda que interpela a los responsables de las administraciones públicas, de las comunidades eclesiales y de las distintas agencias educativas. Por lo tanto es cada vez más urgente el empeño de unir fuerzas para sostener, con todo medio posible, a las familias desde el punto de vista social y económico, jurídico y espiritual”
Alentando iniciativas y propuestas surgidas en el Congreso, “a fin de que los gobiernos promuevan una política familiar que ofrezca la posibilidad concreta a los padres de tener hijos y educarles en familia”, Benedicto XVI concluyó su discurso exhortando a los presentes a mantener siempre “vuestra confianza en el Señor y la comunión con Él en la oración y en la referencia constante a su Palabra” para ser así testigos de su Amor, “no apoyándoos simplemente en recursos humanos, sino firmemente en la roca que es Dios, vivificados por el poder de su Espíritu”. (S.L.) (Agencia Fides 19/5/2008; líneas 47, palabras 712)


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