VATICANO - Durante la audiencia general el Papa recorrió las etapas de su viaje apostólico a los Estados Unidos de América: “He tenido la alegría de anunciar una vez más que ‘Cristo es nuestra esperanza’ ayer hoy y siempre a aquella Iglesia que afronta los desafío del presente”

viernes, 2 mayo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- “Si bien han pasado ya varios días desde mi llegada, quisiera dedicar la catequesis de hoy, como acostumbrado, al viaje apostólico que realicé a la Organización de las Naciones Unidas y a los Estados Unidos de América, del 15 al 21 de abril”, afirmó el Papa Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 30 de abril, renovando un reconocimiento a la Conferencia Episcopal Estadounidense, al Presidente Bush por su invitación y a cuantos lo recibieron tan calurosamente. “Mi ‘gracias’ -prosiguió- quiere extenderse a todos aquellos que, tanto en Washington como en New York, vinieron a saludarme y a manifestar su amor por el Papa, o que me han acompañado y sostenido con la oración y el ofrecimiento de sus sacrificios”.
Recorriendo las etapas de su viaje, el Papa recordó sobre todo el encuentro con el Presidente Bush durante el cual pudo hacer un homenaje “a aquel gran país que desde sus inicios fue edificado sobre la base de una lograda conjugación de principios religiosos, éticos y políticos, y que hasta nuestros días constituye un válido ejemplo de sana laicidad, donde la dimensión religiosa, en su diversidad de expresiones, no es solamente tolerada, sino valorizada cual ‘alma’ de la Nación y garantía fundamental de los derechos y de los deberes del hombre”.
El encuentro con los Obispos, en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, fue la instancia en la que el Papa apoyó a sus hermanos en el Episcopado, “en su no fácil tarea de sembrar el Evangelio en una sociedad marcada por no pocas contradicciones, que amenazan también la coherencia de los católicos y del mismo clero”. “Los alenté -continuó- a que hagan sentir su voz sobre las actuales cuestiones morales y sociales, y a formar fieles laicos para que sean una buena ‘levadura’ en la comunidad civil desde la célula fundamental que constituye la familia… Sobre el doloroso hecho de los abusos sexuales contra menores de edad cometidos por ministros ordenados, quise expresarle mi cercanía a los Obispos, alentándolos en su compromiso por curar las heridas y reforzar las relaciones con sus sacerdotes”.
Durante la Celebración Eucarística en el National Park Stadium de Washington fue invocado el Espíritu Santo “para que actúe sobre la Iglesia en los Estados Unidos de América, para que estando firmemente enraizada en la fe transmitida por los padres, profundamente unida y renovada, afronte los desafíos presentes y futuros con valor y esperanza”. Uno de estos desafíos es el de la educación, y esto fue evidenciado por Benedicto XVI al recordar el encuentro con los representantes docentes y estudiantes en la Catholic University of America: “La tarea educativa es parte integrante de la misión de la Iglesia, y la Comunidad eclesial estadounidense se ha comprometido siempre con ella, ofreciendo al mismo tiempo un gran servicio social y cultural en el interior del país. Es importante que esto pueda continuar. Y es también importante cuidad la calidad de los institutos católicos”.
Los encuentros con los representantes de otras religiones “asumieron especial importancia”, dijo el Pontífice, en cuanto dieron la oportunidad para confirmar “el común compromiso por el dialogo y la promoción de la paz y de los valores espirituales y morales. En la tierra que puede considerarse la patria de la libertar religiosa, he querido recordar que esta debe ser siempre defendida, para evitar todo tipo de discriminación y prejuicio. Evidencié la gran responsabilidad de los líderes religiosos, tanto en el enseñar el respeto y la no-violencia, así como en el mantener vivas las preguntas más profundas de la conciencia humana”.
Durante la visita a la sede central de la ONU en el 60º aniversario de la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre”, el Santo Padre quiso “confirmar el valor de tal declaración, resaltando su fundamento universal, es decir la dignidad de la persona humana, creada por Dios a su imagen y semejanza para cooperar en el mundo con su gran designio de vida y de paz. Al igual que la paz, también el respeto por los derechos humanos está enraizado en la ‘justicia’, es decir en un orden ético valido para todos los tiempos y para todos los pueblos”.
Entre los otros momentos significativos de su viaje apostólico, Benedicto XVI recordó la Santa Misa en la Catedral de Saint Patrick, en el corazón de Manhattan, celebrada para los sacerdotes y consagrados, que llegaron de todo el país: “Jamás olvidaré los calurosos saludos por el tercer aniversario de mi elección a la sede de Pedro. Fue un momento conmovedor en el que experimenté en modo sensible todo el apoyo de la Iglesia por mi ministerio”. A los jóvenes y seminaristas el Papa propuso “algunas figuras de hombres y mujeres que han testimoniado en modo ejemplar el Evangelio en tierras americanas… Al mirar directamente las tinieblas de hoy, aquellas que amenazan la vida de los jóvenes, estos pueden encontrar en los santos la luz que desplaza a estas tinieblas: ¡la luz de Cristo, esperanza para todos los hombres!”
“Esta esperanza, más fuerte que el pecado y la muerte, animó el momento henchido de emoción que pasé en silencio en el cráter de la Zona Cero, donde encendí una vela rezando por todas las víctimas de esa terrible tragedia. Por último, mi visita culminó con la celebración eucarística en el Yankee Stadium de Nueva York: llevo todavía en el corazón esa fiesta de fe y de fraternidad, con la que celebramos los doscientos años de las diócesis más antiguas de América del Norte. El pequeño rebaño de los orígenes se ha desarrollado enormemente, enriqueciéndose con la fe y las tradiciones de sucesivas oleadas de inmigración. A esa Iglesia, que ahora afronta los desafíos del presente, he tenido la alegría de anunciar nuevamente a ‘Cristo nuestra esperanza’ ayer, hoy y siempre.” (S.L.) (Agencia Fides 2/5/2008; líneas 63, palabras 845)


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