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Seúl (Agencia Fides) - “Un nuevo mundo, una nueva humanidad”: es este el título del Mensaje de la Comisión para el Cuidado Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes de la Conferencia Episcopal Coreana, difundido con ocasión de la Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados, que la Iglesia coreana celebra el 27 de abril.
Su Exc. Mons. Vincent Ri Pyung-ho, Obispo de Jeonju y Presidente de la Comisión, afirma que las mayores dificultades de los jóvenes emigrantes en Corea están en el tener que conciliar una “doble pertenencia”: a la tierra de origen y a aquella en la que viven. Deben preservar la tradición y la cultura de su patria, pero al mismo tiempo aprender y adecuarse a usos y costumbres nuevos: por esto “la doble pertenencia representa un desafío para ellos”.
Se trata de un problema -continúa el Obispo- que también viven los estudiantes coreanos que se encuentran en el extranjero. “A veces nos quedamos confundidos”, se lee en el texto, a causa del fenómeno de la globalización, que tiende a desenraizar a los hombres de las tierras donde han nacido. Sin embargo todo cambio “debe ser visto como voluntad del Creador, si nos ponemos en la óptica clarividente de Dios”. “Todos los hombres son hermanos frente al Creador, y todo el mundo es una propiedad común, en la que la humanidad está llamada a vivir junta. Este es uno de los elementos importantes de nuestra fe. Y esta fe no puede permanecer solamente en nuestra mente, sino que debe ser aceptada y practicada en nuestra vida”, afirma el Mensaje.
El Obispo concluye: “Nosotros podemos ser los iniciadores de un nuevo mundo que pueda ser un pequeño pueblito, en el que una nueva humanidad viva unida como una familia. Sucederá si nosotros, en cuanto creyentes en Dios Creador como Padre de todos los hombres, aceptamos a todos como nuestros hermanos y hermanas, sin diferencias culturales o raciales, practicando la fe en nuestra vida”.
(PA) (Agencia Fides 25/4/2008 líneas 27 palabras 276)
