VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Estados Unidos - "Un discipulado cristiano auténtico se caracteriza por el sentido de la admiración. Estamos ante un Dios que conocemos y al que amamos como a un amigo, ante la inmensidad de su creación y la belleza de nuestra fe cristiana”

martes, 22 abril 2008

Nueva York (Agencia Fides) - La tarde del sábado 19 de abril, la ha dedicado el Santo Padre Benedicto XVI a dos encuentros con los jóvenes en el Seminario de Saint Joseph en Nueva York. A un grupo de jóvenes minusválidos, con los que se ha reunido en la capilla del Seminario, el Papa les ha dicho que "el amor incondicional de Dios, que alcanza a todo ser humano, otorga un significado y finalidad a cada vida humana. Por su Cruz, Jesús nos introduce realmente en su amor salvador y así nos muestra la dirección, el camino de la esperanza que nos transfigura, de modo que nosotros mismos lleguemos a ser para los demás transmisores de esperanza y amor”. Antes de impartir la bendición, Benedicto XVI ha invitado a los jóvenes minusválidos "a rezar todos los días por nuestro mundo" con estas palabras: “Hay muchas intenciones y personas por las que poder orar, también por los que todavía no han llegado a conocer a Jesús. Les ruego que recen también por mí”.
A continuación, en el campo deportivo del Seminario, el Santo Padre se ha reunido con miles de jóvenes junto a los seminaristas, religiosos y religiosas, que lo han acogido también con el canto "Happy Birthday" en alemán. "Esta tarde - ha dicho el Papa en su discurso - quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el ser discípulo de Jesucristo; siguiendo las huellas del Señor, nuestra vida se transforma en un viaje de esperanza”. Benedicto XVI ha citado ante todo a los seis hombres y mujeres americanos honrados por la Iglesia como Venerables, Beatos o Santos: Santa Isabel Ana Seton, Santa Francisca Javier Cabrina, San Juan Neumann, la beata Kateri Tekakwitha, el venerable Pierre Toussaint y el Padre Félix Varela. "Atendieron a los pobres, a los enfermos y a los marginados en hospicios, escuelas y hospitales, y, mediante el testimonio convincente que proviene del caminar humildemente tras las huellas de Jesús - ha subrayado el Papa -, estas seis personas abrieron el camino de la fe, la esperanza y la caridad a muchas otras, incluyendo tal vez a sus propios antepasados”.
A continuación Benedicto XVI, refiriéndose a nuestros días, ha preguntado: “¿Quién da testimonio de la Buena Noticia de Jesús en las calles de Nueva York, en los suburbios agitados en la periferia de las grandes ciudades, en las zonas donde se reúnen los jóvenes buscando a alguien en quien confiar? Dios es nuestro origen y nuestra meta, y Jesús es el camino”. El recorrido de este viaje pasa, por los gozos y las pruebas de la vida ordinaria, se les ofrecen muchas posibilidades para el desarrollo personal y están siendo educados con un sentido de generosidad, servicio y rectitud. "Pero no necesitan que les diga - ha continuado el Papa - que también hay dificultades: comportamientos y modos de pensar que asfixian la esperanza, sendas que parecen conducir a la felicidad y a la satisfacción, pero que sólo acaban en confusión y angustia. Mis años de teenager fueron arruinados por un régimen funesto que pensaba tener todas las respuestas; su influjo creció -filtrándose en las escuelas y los organismos civiles, así como en la política e incluso en la religión- antes de que pudiera percibirse claramente que era un monstruo. Declaró proscrito a Dios, y así se hizo ciego a todo lo bueno y verdadero… Demos gracias a Dios, porque hoy muchos de su generación pueden gozar de las libertades que surgieron gracias a la expansión de la democracia y del respeto de los derechos humanos”.
Continuando en su discurso, Benedicto XVI ha subrayado que "el poder destructivo permanece”, sin embargo "jamás triunfará; ha sido derrotado. Ésta es la esencia de la esperanza que nos distingue como cristianos… El que nos indica la vía tras la muerte es Aquel que nos muestra cómo superar la destrucción y la angustia; Jesús es, pues, el verdadero maestro de vida”.
El Santo Padre ha ilustrado a continuación la realidad de estas tinieblas del mundo contemporáneo con un primer grupo de ejemplos que "pertenece al corazón”: abuso de la droga y estupefacientes, falta de casa o pobreza, racismo, violencia o degradación. “Aunque las causas de estas situaciones problemáticas son complejas, todas tienen en común una actitud mental envenenada que se manifiesta en tratar a las personas como meros objetos: una insensibilidad del corazón, que primero ignora y después se burla de la dignidad dada por Dios a toda persona humana”. el segundo grupo de tinieblas afectan al espíritu - ha continuado el Papa - y "a menudo no se percibe, y por eso es particularmente nocivo. La manipulación de la verdad distorsiona nuestra percepción de la realidad y enturbia nuestra imaginación y nuestras aspiraciones… Hay que salvaguardar rigurosamente la importancia fundamental de la libertad. No sorprende, pues, que muchas personas y grupos reivindiquen en voz alta y públicamente su libertad. Pero la libertad es un valor delicado. Puede ser malentendida y usada mal, de manera que no lleva a la felicidad que todos esperamos, sino hacia un escenario oscuro de manipulación, en el que nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo se hace confusa o se ve incluso distorsionada por quienes ocultan sus propias intenciones”.
El Papa ha señalado que hay quien afirma hoy “que el respeto a la libertad del individuo hace que sea erróneo buscar la verdad, incluida la verdad sobre lo que es el bien. En algunos ambientes, hablar de la verdad se considera como una fuente de discusiones o de divisiones y, por tanto, es mejor relegar este tema al ámbito privado. En lugar de la verdad -o mejor, de su ausencia- se ha difundido la idea de que, dando un valor indiscriminado a todo, se asegura la libertad y se libera la conciencia. A esto llamamos relativismo. Pero, ¿qué objeto tiene una “libertad” que, ignorando la verdad, persigue lo que es falso o injusto?”
"La verdad no es una imposición. Tampoco es un mero conjunto de reglas- ha reafirmado el Pontífice -. Es el descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que siempre podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe porque, en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo”. Como creyente estamos llamados a "ayudar a los otros a caminar por el camino de la libertad que lleva a la satisfacción plena y a la felicidad duradera" comunicándoles la luz de Cristo: "Éste es el camino de los santos. Ésta es la visión magnífica de la esperanza. La luz de Cristo les invita a ser estrellas-guía para los otros, marchando por el camino de Cristo, que es camino de perdón, de reconciliación, de humildad, de gozo y de paz”. El Papa ha invitado a los jóvenes a no ceder a la tentación de encerrarse en si mismos, "de dudar de la fuerza del esplendor de Cristo, de limitar el horizonte de la esperanza” y de cobrar ánimo mirando a los santos: "Dejen que su fantasía se explaye libremente por el ilimitado horizonte del discipulado de Cristo. A veces nos consideran únicamente como personas que hablan sólo de prohibiciones. Nada más lejos de la verdad. Un discipulado cristiano auténtico se caracteriza por el sentido de la admiración. Estamos ante un Dios que conocemos y al que amamos como a un amigo, ante la inmensidad de su creación y la belleza de nuestra fe cristiana”.
El ejemplo de los santos invita, luego, a considerar cuatro aspectos esenciales del tesoro de nuestra fe: oración personal y silencio, oración litúrgica, práctica de la caridad y vocaciones. "Lo más importante es que ustedes desarrollen su relación personal con Dios. Esta relación se manifiesta en la plegaria - ha subrayado el Papa -. Como admirablemente nos enseñan los santos, la oración se transforma en esperanza en acto… no tengan miedo del silencio y del sosiego, escuchen a Dios, adórenlo en la Eucaristía. Permitan que su palabra modele su camino como crecimiento de la santidad”.
Luego la participación en la liturgia: "Cada vez que se reúnen para la Santa Misa, cuando van a confesarse, cada vez que celebran uno de los Sacramentos, Jesús está actuando. Por el Espíritu Santo los atrae hacia sí, dentro de su amor sacrificial por el Padre, que se transforma en amor hacia todos. De este modo vemos que la liturgia de la Iglesia es un ministerio de esperanza para la humanidad”.
"La vida de fe y de esperanza es también una vida de caridad." ha continuado el Papa invitando los jóvenes a mirar a su alrededor "con los ojos de Cristo", a escuchar con sus oídos, a intuir y pensar con su corazón y su espíritu. A las nuevas y viejas situaciones de sufrimiento y a injusticia "hemos de responder con una acción social renovada que nazca del amor universal que no conoce límites. De este modo estamos seguros de que nuestras obras de misericordia y justicia se transforman en esperanza viva para los demás”.
Respecto al tema de las vocaciones, el Papa ha puesto en evidencia "que son las familias son el lugar donde nacen las vocaciones" y dirigiéndose a los seminaristas ha dicho: "El Pueblo de Dios espera de ustedes que sean sacerdotes santos, caminando cotidianamente hacia la conversión, inculcando en los demás el deseo de entrar más profundamente en la vida eclesial de creyentes. Les exhorto a profundizar su amistad con Jesús, el Buen Pastor. Hablen con Él de corazón a corazón. Rechacen toda tentación de ostentación, hacer carrera o de vanidad. Tiendan hacia un estilo de vida caracterizado auténticamente por la caridad, la castidad y la humildad, imitando a Cristo". A continuación ha llamado la atención "sobre la renovación espiritual positiva que las Congregaciones están llevando a cabo en relación con su carisma", subrayando como "el maravilloso conjunto de carismas propios de cada Instituto religioso es un tesoro espiritual extraordinario" y exhortando a los jóvenes a no ser "demasiado tímidos para hablar con hermanas, hermanos o sacerdotes religiosos sobre su carisma y la espiritualidad de su Congregación”.
Benedicto XVI ha concluido su discurso recordando que "Cristo es la esperanza que jamás defrauda". A los jóvenes ha confiado este mandato: "Hoy son ustedes los discípulos de Cristo. Irradien su luz en esta gran ciudad y en otras. Den razón de su esperanza al mundo. Hablen con los demás de la verdad que les hace libres. Con estos sentimientos de gran esperanza en ustedes, les saludo con un “hasta pronto”, hasta encontrarme de nuevo con ustedes en julio, para la Jornada Mundial de la Juventud en Sidney”. (S.L) (Agencia Fides 22/4/2008; Líneas: 118 Palabras: 1.797)


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