VATICANO - El Papa Benedicto XVI en los Estados Unidos de América - “En esta fértil tierra, alimentada por tan numerosos y diferentes manantiales, es donde vosotros, queridos Obispos, estáis llamados hoy a esparcir la semilla del Evangelio.”

jueves, 17 abril 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la tarde del miércoles 16 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI visitó el “National Shrine of the Inmaculate Conception”, donde presidió la Celebración de las Vísperas y encontró a los Obispos de los Estados Unidos de América. Ofrecemos, a continuación, algunos pasajes del discurso del Santo Padre, al término del cual respondió a tres preguntas relacionadas con el desafío del secularismo y del relativismo, el abandono de la práctica de la fe y las vocaciones.
“Para las comunidades católicas de Boston, Nueva York, Filadelfia y Louisville, éste es un año de celebraciones particulares, puesto que marca el bicentenario de la erección de estas Iglesias como Diócesis. Me uno a vosotros en la acción de gracias por los muchos dones celestiales concedidos a la Iglesia en estos lugares a lo largo de dos siglos. Puesto que el presente año marca también el bicentenario de la erección de la sede fundadora, Baltimore, como arquidiócesis, esto me ofrece la oportunidad de recordar con admiración y gratitud la vida y el ministerio de John Carroll, primer Obispo de Baltimore…”.
“Queridos Hermanos Obispos, deseo animaros, así como a vuestras comunidades, a seguir acogiendo a los inmigrantes que se unen hoy a vuestras filas, compartir sus alegrías y esperanzas, acompañarlos en sus sufrimientos y pruebas, y ayudarlos a prosperar en su nueva casa. Esto, por otra parte, es lo que hicieron vuestros conciudadanos durante generaciones”.
“En verdad, los ciudadanos de este País son conocidos por su gran vitalidad y creatividad. Son conocidos incluso por su generosidad… Permitidme que exprese un particular reconocimiento por las innumerables formas de asistencia humanitaria ofrecidas por los católicos americanos a través de las Cáritas católicas y de otras agencias.”.
“América es también una tierra de gran fe. Vuestra gente es bien conocida por el fervor religioso y está orgullosa de pertenecer a una comunidad orante. Tiene confianza en Dios y no duda en introducir en los discursos públicos argumentos morales basados en la fe bíblica. El respeto por la libertad de religión está profundamente arraigado en la conciencia americana… En este contexto me es grato poner de relieve la presencia entre vosotros de Obispos de todas las venerables Iglesias orientales en comunión con el Sucesor de Pedro: os saludo con especial alegría.”
“Si bien es verdad que este País está marcado por un auténtico espíritu religioso, la sutil influencia del laicismo puede indicar sin embargo el modo en el que las personas permiten que la fe influya en sus propios comportamientos. ¿Es acaso coherente profesar nuestra fe el domingo en el templo y luego, durante la semana, dedicarse a negocios o promover intervenciones médicas contrarias a esta fe? ¿Es quizás coherente para católicos practicantes ignorar o explotar a los pobres y marginados, promover comportamientos sexuales contrarios a la enseñanza moral católica, o adoptar posiciones que contradicen el derecho a la vida de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte natural? Es necesario resistir a toda tendencia que considere la religión como un hecho privado. Sólo cuando la fe impregna cada aspecto de la vida, los cristianos se abren verdaderamente a la fuerza transformadora del Evangelio.”
“Las personas necesitan hoy ser llamadas de nuevo al objetivo último de su existencia. Necesitan reconocer que en su interior hay una profunda sed de Dios. Necesitan tener la oportunidad de enriquecerse del pozo de su amor infinito. Es fácil ser atraídas por las posibilidades casi ilimitadas que la ciencia y la técnica nos ofrecen; es fácil cometer el error de creer que se puede conseguir con nuestros propios esfuerzos saciar las necesidades más profundas.”.
“En una sociedad que da mucho valor a la libertad personal y a la autonomía es fácil perder de vista nuestra dependencia de los demás, como también la responsabilidad que tenemos en las relaciones con ellos. Esta acentuación del individualismo ha influenciado incluso a la Iglesia, dando origen a una forma de piedad que a veces subraya nuestra relación privada con Dios en detrimento del llamado a ser miembros de una comunidad redimida”.
“Aquí en América habéis sido bendecidos con un laicado católico de considerable variedad cultural, que dedica sus propios y multiformes talentos al servicio de la Iglesia y de la sociedad en general... En una época en que el progreso de las ciencias médicas lleva nueva esperanza a muchos, pueden darse desafíos éticos impensables anteriormente. Esto hace que sea más importante que nunca asegurar una sólida formación en las enseñanzas morales de la Iglesia para aquellos católicos que trabajan en el ámbito de la salud.”.
“Está claro que la influencia de la Iglesia en el público debate se realiza a niveles muy diferentes. En Estados Unidos, como en otras partes, hay actualmente muchas leyes ya en vigor o en discusión que suscitan preocupación desde el punto de vista de la moralidad, y la comunidad católica, bajo vuestra guía, debe ofrecer un testimonio claro y unitario sobre estas materias. No obstante, es más importante aún la apertura gradual de las mentes y de los corazones de la comunidad más amplia a la verdad moral: aquí hay todavía mucho por hacer. En este ámbito es crucial el papel de los fieles laicos para actuar como “levadura” en la sociedad. Sin embargo, no se debe dar por supuesto que todos los ciudadanos católicos piensen de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia sobre las cuestiones éticas fundamentales de hoy. Una vez más es vuestro deber procurar que la formación moral ofrecida a cada nivel de la vida eclesial refleje la auténtica enseñanza del Evangelio de la vida.”
“A este respecto, un tema de profunda preocupación para todos nosotros es la situación de la familia dentro de la sociedad... Es vuestro deber proclamar con fuerza los argumentos de fe y de razón que hablan del instituto del matrimonio, entendido como compromiso para la vida entre un hombre y una mujer, abierto a la transmisión de la vida”.
“Entre los signos contrarios al Evangelio de la vida que se pueden encontrar en América, pero también en otras partes, hay uno que causa profunda vergüenza: el abuso sexual de los menores. Muchos de vosotros me habéis hablado del enorme dolor que vuestras comunidades han sufrido cuando hombres de Iglesia han traicionado sus obligaciones y compromisos sacerdotales con semejante comportamiento gravemente inmoral. Mientras tratáis de erradicar este mal dondequiera que suceda, tenéis que sentiros apoyados por la oración del Pueblo de Dios en todo el mundo. Justamente dais prioridad a las expresiones de compasión y apoyo a las víctimas. Es una responsabilidad que os viene de Dios, como Pastores, la de fajar las heridas causadas por cada violación de la confianza, favorecer la curación, promover la reconciliación y acercaros con afectuosa preocupación a cuantos han sido tan seriamente dañados... Mientras se ha de recordar que la inmensa mayoría de los sacerdotes y religiosos en América llevan a cabo una excelente labor por llevar el mensaje liberador del Evangelio a las personas confiadas a sus cuidados pastorales, es de vital importancia que los sujetos vulnerables estén siempre protegidos de cuantos pudieran causarles heridas”.
“Los niños tienen derecho a crecer con una sana comprensión de la sexualidad y de su justo papel en las relaciones humanas. A ellos se les debería evitar las manifestaciones degradantes y la vulgar manipulación de la sexualidad hoy tan preponderante. Ellos tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales basados en la dignidad de la persona humana. Esto nos lleva a considerar la centralidad de la familia y la necesidad de promover el Evangelio de la vida... Es vuestro deber de pastores que tienen como modelo Cristo, el Buen Pastor, proclamar de modo valiente y claro este mensaje y afrontar, por tanto, el pecado de abuso en el contexto más vasto de los comportamientos sexuales”.
“Los sacerdotes necesitan también vuestra guía y cercanía durante este difícil tiempo... El Obispo, como padre, hermano y amigo de sus sacerdotes, puede ayudarlos a sacar fruto espiritual de esta unión con Cristo, haciéndoles tomar conciencia de la consoladora presencia del Señor en medio de sus sufrimientos, y animándolos a caminar con el Señor por la senda de la esperanza...Tenemos que redescubrir la alegría de vivir una existencia centrada en Cristo, cultivando las virtudes y sumergiéndonos en la oración... El tiempo pasado en la oración nunca es desperdiciado, por muy importantes que sean los deberes que nos apremian por todas partes... Esta radical configuración con Cristo Buen Pastor es el centro de nuestro ministerio pastoral, y si través de la oración nos abrimos nosotros mismos a la fuerza del Espíritu, Él nos concederá los dones que necesitamos para cumplir nuestra enorme tarea”. (S.L.) (Agencia Fides 17/4/2008; líneas 104, palabras 1474)


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