ASIA/FILIPINAS - La Iglesia: “Se necesitan medidas urgentes y de largo alcance para poder vencer la crisis alimenticia”

miércoles, 16 abril 2008

Manila (Agencia Fides) - La Iglesia en las Filipinas está en la vanguardia y poniendo todos sus recursos en el campo de batalla para derrotar a la crisis alimenticia, ligada sobretodo al precio del arroz, que ha golpeado al país. Apoyo a la red de distribución capilar de este importante alimento; contribución moral y espiritual para evitar desórdenes y robos; sensibilización de la opinión pública y de las instituciones para buscar medidas que resuelvan el problema: son algunas de las líneas de acción con las cuales la comunidad católica filipina, en sus diversas articulaciones y en diversos niveles, se está moviendo.
Mons. Deogracias Íñiguez, Obispo de Caloocan, ha pedido que la crisis sea afrontada con medidas de emergencia, pero también con políticas serias y de largo alcance. La crisis, afirmó, no tiene que ver sólo con los segmentos más pobres de la población, que están luchando por sus sustento, sino que es un fenómeno que “tiene vastas implicaciones políticas y de seguridad pública”, en cuanto que “la seguridad alimenticia” es un derecho que está en la base de la convivencia pacífica. Por ello, subrayó, es necesario un esfuerzo conjunto del gobierno y de las ONG’s, que juntas tienen que encontrar los medios más adecuados para afrontar la crisis. “Debemos encontrar el modo de actuar en red, poniendo en sinergia nuestros recursos y los de las otras agencias y Autoridades Nacionales para la Alimentación”.
La gente, advirtió el Obispo, podría pasar de una fase apática a una de pánico. Y el pánico lleva consigo actos desesperados, revueltas, saqueos. En países como Bangla Desh o Haití, recordó, se han desatado protestas públicas, y también existe el riesgo de que suceda en Filipinas. Mons. Íñiguez invitó a la población filipina a mantener la calma, afirmando: “La violencia no nos traería ningún beneficio. Tenemos que afrontar la situación con gran inteligencia”, manteniendo la lucidez y buscando cooperar con criterios de equidad y de redistribución de las riquezas.
La Iglesia ha puesto a disposición su presencia capilar en el territorio (con los centros de Caritas, las asociaciones y las parroquias) y, de acuerdo con el Departamento de Agricultura, se ha comprometido en distribuir a los pobres cerca de 50 mil sacos de arroz cada semana en diversas parroquias de Manila. Y la diócesis de Manila es sólo el inicio: el proyecto se va extendiendo y pronto abarcará toda la nación. El gobierno filipino ha pedido la intervención de la Iglesia sobretodo para evitar la especulación y la corrupción, visto que, en el proceso de distribución del arroz, parte de éste era sustraído antes de llegar a los más necesitados, para luego aparecer en el mercado negro. En las parroquias el arroz se vende al precio de 18,25 pesos por kilo.
Entre las medidas de largo alcance previstas por el gobierno, está el mejoramiento de las técnicas de cultivo y el empleo de nuevas calidades de arroz, que tienen una mayor productividad. La Iglesia insiste también en el sustento de los agricultores. Potencialmente, en efecto, Filipinas podría ser autosuficiente y cubrir la demanda nacional de arroz, pero el gobierno, afirma la Iglesia, “debería sostener a los agricultores, ayudándolos para la adquisición de fertilizantes, la irrigación y el transporte de productos”. (PA) (Agencia Fides 16/4/2008; líneas 39, palabras 550)


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