VATICANO - En la Pontificia Universidad Urbaniana un Coloquio universitario sobre el “Jesús histórico”

miércoles, 16 abril 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Historia y fe, dos elementos que parecen estar siempre en contraste cuando se habla de Jesús de Nazaret: ¿figura histórica o mito para los pueblos? El interés por la vida y la actividad del “Jesús histórico” es ciertamente central no sólo por motivos de fe, sino también por significados históricos y exegéticos. Una atención siempre actual, como lo atestiguan recientes películas y el volumen de Benedicto XVI sobre “Jesús de Nazaret”. Actualmente el mundo académico se encuentra, con todo, de acuerdo en aceptar la existencia histórica de Jesús. Una aproximación científica es necesaria para un contenido tan delicado: este es el objetivo de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Urbaniana al organizar un encuentro-debate, el martes 15 de abril, con docentes y estudiantes, para aclarar algunas piezas de la figura de Jesús.
Después del saludo del Rector y del Decano de la Facultad de Teología de la Urbaniana, la intervención del Prof. Gronchi mostró cómo la puntualidad de los Evangelios, escritos en momentos y por manos diversas, deriva ciertamente de la unidad con el origen, del encuentro con Cristo. Razón histórica y fe cristiana no tienen, por lo tanto, motivo para estar en contraste, y según el lema “distinguir sin separar” del Concilio de Calcedonia, muestran la posibilidad de la convivencia de dos elementos aparentemente distantes en la misma circunstancia. Los Evangelios, para ser estudiados y aprobados como veraces, son sometidos a cuatro criterios de ATTENDIBILITÀ: la discontinuidad, el testimonio múltiple, la coherencia, la plausibilidad histórica.
No obstante las numerosas pruebas científicas, como explicó el Prof. Gieniusz, no todo aquello que se dice en los Evangelios puede ser probado, pero no se puede ni aprobar ni desmentir. Y, al respecto, los pasajes y los estudios por hacer son todavía muchos. Las cartas y la independencia de Pablo, son una óptima apología para la que se define “la conjura de la primísima hora”, según la cual hubo una selección y un oscurecimiento de los eventos de la vida de Jesús, para crear una imagen de Cristo disímil a su figura histórica. Pablo recibió el Evangelio no de los demás Apóstoles, sino por revelación; no encontró a ningún discípulo por cerca de tres años y no se comunicó con nadie sobre sus modalidades de difundir el anuncio cristiano. Y el Evangelio difundido por él era el mismo de los Apóstoles, ambos libres de manipulaciones. El inicio del cristianismo no se caracterizó, por lo tanto, por ‘muchos cristianismos’, sino por diversos canales de transmisión. Éstas las observaciones del Prof. Biguzzi.
Un tema particularmente interesantes es el de la relación del Prof. Jossa de Napoli, sobre la relación entre Jesús y la política: el suyo no es un plan político, pero es ciertamente una predicación socialmente revolucionaria, sobre todo con respecto a la tradición judía: el evento del tributo al César muestra el tentativo de laicizar la política, de subvertir la teocracia sobre la que se apoyaba la sociedad judaica. Por esto Jesús fue condenado por el Sinedrio, más que por motivos religiosos: pagar el tributo, para los judíos, significaba aceptar la supremacía del emperador sobre Dios. Acoger unidad y multiplicidad, según el ejemplo de la Trinidad, es el secreto para comprender la figura de Jesús en su totalidad. (P.C.) (Agencia Fides 16/4/2008; líneas 36, palabras 551)


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