VATICANO - El Papa en la audiencia general habla de San Benito: "el gran monje sigue siendo un verdadero maestro del que podemos aprender el arte de vivir el verdadero humanismo”

jueves, 10 abril 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Hoy quisiera hablar de san Benito, fundador del monaquismo occidental, y patrono de mi pontificado": con estas palabras ha iniciado el Santo Padre Benedicto XVI su catequesis durante la audiencia general del miércoles 9 de abril, en la plaza de San Pedro. "San Benito de Nursia ejerció, con su vida y su obra, una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea." ha subrayado el Papa, recordando que "la fuente más importante sobre su vida es el segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. No es una biografía en el sentido clásico. Según las ideas de su época, quiso ilustrar mediante el ejemplo de un hombre concreto - precisamente san Benito - la ascensión a las cumbres de la contemplación, que puede realizar quien se abandona en Dios”.
En la época en que vivió Benito, "el mundo estaba revuelto por una tremenda crisis de valores y de instituciones, provocada por el derrumbamiento del Imperio Romano, por la invasión de los nuevos pueblos y por la decadencia de las costumbres". La obra del Santo y, de modo particular, su Regla, ofrecieron "un auténtico fermento espiritual" que, después de la caída de la unidad política creada por el Imperio Romano dio origen a una nueva unidad espiritual y cultural, " la de la fe cristiana compartida por los pueblos del continente. De este modo nació la realidad que nosotros llamamos Europa”.
El nacimiento de san Benito tuvo lugar en torno al año 480, en la región de Nursia. Sus padres lo enviaron a Roma para los estudios. Pero disgustado por el estilo de vida de muchos compañeros suyos, que vivían de modo disoluto, Benito se retiró, aún antes de haber concluido los estudios, a la soledad de los montes al este de Roma. En Subiaco vivió tres años completamente solo, en una gruta que, a partir de la Alta Edad Media, constituye el "corazón" de un monasterio benedictino llamado "Sacro Speco". "El período en Subiaco, un período de soledad con Dios, fue para Benito un tiempo de maduración" ha subrayado al Papa, recordando que aquí Benito soportó y superó "las tres tentaciones fundamentales de todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último, la tentación de la ira y de la venganza". En 529 Benito dejó Subiaco para establecerse en Montecassino, sobre una altura que domina la gran llanura circunstante visible desde lejos. El lugar reviste un carácter simbólico: "la vida monástica en el escondimiento tiene una razón de ser, pero un monasterio tiene también una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: tiene que dar visibilidad a la fe como fuerza de vida". El 21 de marzo de 547, Benito concluyó su vida terrenal.
Haciendo siempre referencia a San Gregorio, el Papa ha recordado que la vida de san Benito estaba "inmersa en una atmósfera de oración, fundamento de su existencia. Sin oración no hay experiencia de Dios". Sin embargo "la espiritualidad de Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente de este modo no perdió de vista nunca los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas. Al contemplar a Dios comprendió la realidad del hombre y su misión". En su Regla en efecto subraya que "la oración es, en primer lugar, un acto de escucha que después debe traducirse en la acción concreta... De este modo, la vida del monje se convierte en una armonía fecunda entre acción y contemplación... El primer e irrenunciable compromiso del discípulo de san Benito es la sincera búsqueda de Dios (sobre el camino trazado por Cristo, humilde y obediente, el amor al que no debe anteponer nada y precisamente de este modo, en el servicio al otro, se convierte en hombre de servicio y de paz”.
Bendecido en su Regla también describe la figura del abad, que "tiene que ser al mismo tiempo un padre tierno y también un maestro severo, un verdadero educador. Inflexible contra los vicios, sin embargo está llamado sobre todo a imitar la ternura del Buen Pastor.. Para ser capaz de decidir con responsabilidad, el abad también tiene que escuchar “el consejo de los hermanos””. Concluyendo su catequesis, el Santo Padre ha evidenciado que la Regla benedictina "ofrece no sólo indicaciones útiles a los monjes, sino también a todos los que buscan una guía en su camino hacia Dios. Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha podido mantener su fuerza iluminadora hasta hoy”.
San Benito fue proclamado Patrono de Europa por Pablo VI quien pretendía así reconocer "la obra maravillosa desempeñada por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Hoy Europa, que acaba de salir de un siglo profundamente herido por dos guerras mundiales y por el derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado como trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de la propia identidad. Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente, de lo contrario no se puede reconstruir Europa". En la búsqueda del verdadero progreso, el Papa ha exhortado a escuchar también hoy la Regla de san Benito "como una luz para nuestro camino", en cuanto que "el gran monje sigue siendo un verdadero maestro del que podemos aprender el arte de vivir el verdadero humanismo". (S.L) (Agencia Fides 10/4/2008; Líneas: 65 Palabras: 991)


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