VATICANO - EL PAPA EN LA AUDIENCIA GENERAL: “EL SEÑOR NO ES INDIFERENTE ANTE LAS VICISITUDES HUMANAS, ANTES BIEN, INTERVIENE Y ACABA CON LOS IMPERIOS PREPOTENTES Y OPRESIVOS, DERRIBA A LOS ORGULLOSOS QUE LE DESAFÍAN, JUZGA A QUIENES COMENTEN EL MAL

miércoles, 10 diciembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La Audiencia General acostumbrada del miércoles ha tenido lugar hoy, 10 de diciembre, a las 10,30, en el Aula Pablo VI donde el Santo Padre se reunió con los diferentes grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y de todas las partes del mundo. En el discurso en lengua italiana, continuando con el ciclo de catequesis sobre la Liturgia de Vísperas, el Papa comentó el Cántico “Las bodas del Cordero” (Ap 19 1-2.5.7), un himno compuesto por una secuencia de aleluyas y aclamaciones. “Tras estas gozosas invocaciones se encuentra el lamento dramático entonado en el capítulo precedente por los reyes de la tierra, los mercaderes y los marineros ante la caída de la Babilonia imperial, la ciudad de la malicia y de la opresión, símbolo de la persecución desencadenada contra la Iglesia, dijo el Papa. En antítesis a este grito que se eleva desde la tierra, resuena en los cielos un coro gozoso de carácter litúrgico que, además del aleluya, repite también el amén.
Dejando para otras ocasiones el análisis de cada una de las estrofas de este grandioso himno de alabanza, el Santo Padre realizo dos anotaciones: la aclamación de apertura, («La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos») y la del final («Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido»). “En el corazón de esta invocación gozosa se encuentra la representación de la intervención decisiva de Dios en la historia: el Señor no es indiferente, como un emperador impasible y aislado, ante las vicisitudes humanas...
El pues interviene y acaba con los imperios prepotentes y opresivos, derriba a los orgullosos que le desafían, juzga a quienes comenten el mal”. La aclamación final, por el contrario es uno de los motivos dominantes del mismo Apocalipsis: Cristo y la Iglesia, el Cordero y la esposa, se encuentran en profunda comunión de amor. En un himno dedicado a las bodas de Caná, san Efrén subraya cómo “Cristo, invitado a las bodas de otros (los esposos de Caná), quiso celebrar la fiesta de sus bodas: las bodas con su esposa, que es cada una de las almas fieles”.
(SL) (Agencia Fides 10/12/2003 Líneas: 32 palabras: 419)


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