EUROPA - Cuando se trata de imitar a Dios: la creación de los así llamados embriones híbridos, animales-humanos

lunes, 31 marzo 2008

Roma (Agencia Fides) - Junto al de la inmortalidad, otro mito del hombre es el de crear al hombre. No estamos en el campo del psicoanálisis, donde el mito, como decía un conocido pensador, es expresión concreta y sensible de una estructura intemporal del inconciente del hombre y, como tal, no se debe explicar, sino comprender, en su significado simbólico, no se debe interpretar, sino escuchar, porque en él la psique se narra. Estamos en el campo de la realidad. Una realidad que nos pertenece y que no es vista con la atención debida. Estamos en el ámbito de esta sociedad occidental que parece vivir colectivamente un delirio. De omnipotencia.
En el Reino Unido, hace algunos meses ha sido presentado un proyecto de ley que, si es aprobado, consentirá la creación de embriones llamados híbridos (animales-humanos, llamados “cybrids”), que son el resultado de una fecundación que deriva de dos patrimonios genéticos de dos individuos de distinta especie. El proyecto de ley que quiere modificar la “Human Fertilisation and Embryology Bill”, la ley en vigor desde 1990 que regula la fecundación artificial y el tratamiento de los embriones, prevé asimismo la posibilidad de que los tratamientos in vitro y en los certificados de nacimiento no esté previsto el nombre del padre; el reconocimiento de parejas lesbianas como padres de un niño concebido en probeta; la toma de muestra de tejidos y células del niño enfermo o moribundo con finalidad de investigación, incluso sin el consentimiento de los padres; el uso de gametos artificiales, creados en laboratorio a través de células del futuro padre, para concebir niños; la remoción de cualquier modificación genética de embriones humanos. Dentro de algunas semanas, el Parlamento inglés se manifestará acerca de estas normas, que prefiguran, con la clonación de embriones híbridos, el dar vida a entidades que no tienen nada que ver con la naturaleza.
Es un signo, desde el punto de vista antropológico, uno de los tantos signos de esta modernidad, de la eliminación del límite entre lo que es humano y lo que no es humano: primero se quiere distinguir al ser humano de la persona, luego se afirma que el ser humano es sólo una realidad biológica, luego se decide que con esta realidad biológica se puede hacer lo que se quiera, confundiéndola con las demás especies vivientes. Incluso desde el punto de vista sanitario, las consecuencias para la humanidad misma no deben ser subestimadas, porque la introducción de una posibilidad de este tipo supera la barrera entre las especies. Este frenesí hacia la clonación, este deseo irrefrenable de hacer al hombre, deriva también, es importante decirlo, del hecho de que a este tipo de investigaciones se han destinado en los años pasados cantidades formidables de dinero que hasta ahora no han producido ningún resultado apreciable. En algunos casos, se dieron ciertas estafas, luego desenmascaradas, como ocurrió hace algunos años con el escándalo de los resultados falsos publicados por el Dr. Hwang Woo-Suk en Corea del Sur. Con los nuevos descubrimientos sobre las potencialidades de las células estaminales adultas, las investigaciones sobre la clonación deben recorrer una puerta estrecha y muy rápida: es una carrera determinada por enormes intereses económicos y financieros en juego, que se desvanecerían si no hubiesen resultados.
En resumen, junto al mito de crear al hombre, hay otro mito que se persigue: la fuerza del dinero, que puede todo y quiere todo. Se puede incluso dejar de lado la evidencia científica, que, vistos los nuevos descubrimientos, debería llevar, en base a la razón, a la reconversión de investigaciones hasta ahora del todo improductivas. Que no se detienen. Basta pensar que en el Reino Unido - que parece que se ha convertido en el reino de la clonación - se dio la noticia que prefigura la posibilidad de una procreación femenina que no utilice el aporte del semen masculino. Se quisiera separar la procreación de la relación afectiva y sexual entre el varón y la mujer. El camino es el de la producción de embriones-reserva, con patrimonio genético idéntico. En este caso sólo de la mujer, que sería madre y padre y que daría al nuevo individuo sólo su patrimonio genético, con riesgos muy elevados relativos a la alteración del patrimonio de los genes, posibilidad de anomalías graves para los nascituros, que a nivel psicológico y relacional se verían privados de los vínculos que se instauran en la pareja, que fundan la existencia de una nueva vida humana. Filiación, parentela, paternidad, ya no existirían más. Alguien lo ha definido como una pesadilla existencial. El negocio tira y por lo tanto vale la pena probar. (S.G.) (Agencia Fides 31/3/2008; líneas 48, palabras 773)


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