VATICANO - Benedicto XVI a los participantes en el Curso promovido por la Penitenciaria Apostólica: "En el corazón de la celebración sacramental no está el pecado sino la misericordia de Dios, que es infinitamente más grande que cualquiera de nuestras culpas"

lunes, 10 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Quién confía en si mismo y en los propios méritos está como cegado por su propio yo y su corazón se endurece en el pecado. Quien, por el contrario, se reconoce débil y pecador se encomienda a Dios y de El obtiene gracia y perdón. Este es el mensaje que es necesario transmitir: lo más importante es hacer comprender que en el sacramento de la Reconciliación, sea cual sea el pecado que se haya cometido, si uno lo reconoce humildemente y se acerca con confianza al sacerdote confesor, se experimenta siempre la alegría pacificadora del perdón de Dios". Es lo que ha recomendado el Santo Padre Benedicto XVI al recibir en audiencia, el 7 de marzo, a los participantes en el Curso anual sobre el Fuero interno promovido por la Penitenciaria Apostólica.
Subrayando como hoy existe "una cierta aversión al sacramento de la Confesión” y en nuestra época “se va perdiendo cada vez más el sentido del pecado", Benedicto XVI ha exhortado a no perder de vista lo que es central, "es decir el encuentro personal con Dios, Padre de bondad y misericordia. En el corazón de la celebración sacramental no está el pecado sino la misericordia de Dios, que es infinitamente más grande que cualquiera de nuestras culpas. La misión de los Pastores, y especialmente de los confesores, debe ser resaltar el lazo estrecho existente entre el sacramento de la Reconciliación y una vida orientada totalmente a la conversión. Es necesario que entre la práctica del sacramento de la Confesión y una vida decidida a seguir sinceramente el Cristo se establezca una especie de 'círculo vicioso' incesante, de modo que la gracia del sacramento sostenga y alimente el compromiso de ser discípulos fieles del Señor".
"Cuando uno se acerca con frecuencia al sacramento de la Reconciliación - ha continuado el Papa - permanece vivo en el creyente el anhelo a la perfección evangélica. Si se pierde este anhelo incesante -terminó- existe, por desgracia, el riesgo de que la celebración del sacramento se convierta en algo formal que no incide en el tejido de la vida cotidiana. Por otra parte, si a pesar del deseo de seguir a Jesús no se confiesa regularmente, se acaba por frenar poco a poco el ritmo espiritual hasta debilitarlo cada vez más y quizá incluso de apagarlo”. (S.L) (Agencia Fides 10/3/2008 Líneas:29 Palabras: 430)


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