VATICANO - Benedicto XVI recuerda en el ángelus que Cristo "es la imagen, más aún, la encarnación del Dios que es amor, misericordia, ternura paterna y maternal, del Dios que es Vida" y lanza un nuevo llamamiento por Tierra Santa e Irak

lunes, 10 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La resurrección de Lázaro, narrada en el Evangelio del Quinto domingo de Cuaresma del ciclo litúrgico A, representa, según las palabras del Papa Benedicto XVI, "el último gran ‘signo’ realizado por Jesús, tras el cual los sumos sacerdotes reunieron al Sanedrín y decidieron matar incluso al mismo Lázaro, que era la prueba viviente de la divinidad de Cristo, Señor de la vida y de la muerte". Antes del rezo del ángelus del domingo 9 de marzo, el Papa ha puesto en evidencia que "este pasaje evangélico muestra a Jesús como verdadero Hombre y verdadero Dios": el evangelista insiste en la amistad de Jesús con Lázaro y las hermanas Marta y Maria, tanto que Jesús experimenta "sincera conmoción por el dolor de la separación" hasta el punto de estallar en llanto. Pero Jesús demostró también "un poder absoluto" respecto a la muerte, "expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física... la muerte del cuerpo es un sueño del que Dios nos puede despertar en cualquier momento”.
"El corazón de Cristo es divino-humano: en él Dios y Hombre se han encontrado perfectamente, sin separación y sin confusión - ha continuado el Papa -. Él es la imagen, más aún, la encarnación del Dios que es amor, misericordia, ternura paterna y maternal, del Dios que es Vida. Por este motivo declaró solemnemente a Marta: “Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. La pregunta de Jesús a Marta - " “¿Crees esto?” - es una pregunta "que Jesús nos dirige a cada uno de nosotros; una pregunta que ciertamente nos supera, supera nuestra capacidad de comprensión y nos pide que nos encomendemos a Él como él se encomendó a su Padre… ¡Sì, Señor! También nosotros creemos, a pesar de nuestras dudas y de nuestras oscuridades; creemos en Ti, porque Tú tienes palabras de vida eterna; queremos creer en Ti, que nos das una esperanza confiable de vida más allá de la vida, de vida auténtica y llena en tu Reino de luz y de paz”.
Después del ángelus el Santo Padre ha renovado su llamamiento por Tierra Santa y por Irak, con estas palabras: " En días pasados, la violencia y el horror han ensangrentado nuevamente Tierra Santa, alimentando una espiral de destrucción y de muerte que parece no acabar. Mientras os invito a pedir con insistencia al Señor omnipotente el don de la paz para esa región, deseo encomendar a su misericordia a las numerosas víctimas y expresar solidaridad a las familias y a los heridos. Aliento, además, a las autoridades israelíes y palestinas en su propósito de seguir construyendo, a través de la negociación, un futuro pacífico y justo para sus pueblos y a todos les pido, en nombre de Dios, que dejen los caminos tortuosos del odio y de la venganza y que recorran responsablemente caminos de diálogo y confianza. Este es también mi auspicio para Irak, mientras seguimos con trepidación la suerte de monseñor Rahho, y de tantos iraquíes que siguen sufriendo una violencia ciega y absurda, ciertamente contraria a la voluntad de Dios”. (S.L) (Agencia Fides 10/3/2008; Líneas: 38 Palabras: 578)


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