AMERICA/COSTA RICA - MONS. GIRARDI, RELATOR EN EL CONGRESO MISIONERO AMERICANO: “SER MISIONERO HOY EN UN TIEMPO DE ENORMES POSIBILIDADES PARA EL COMPROMISO MISIONERO Y DE LOS GRANDES DESAFÍOS QUE PRESENTAN LOS NUEVOS AREÓPAGOS POR EVANGELIZAR”

miércoles, 19 noviembre 2003

Tilarán (Agencia Fides) - El Segundo Congreso Americano (CAM”) que tendrá lugar la próxima semana del 25 sal 30 de noviembre en la Ciudad de Guatemala, será el primer gran evento eclesial misionero del Tercer Milenio. Ofrecerá pues la ocasión para hacer un balance del compromiso misionero no solo en el continente americano y para ofrecer algunas indicaciones útiles para el fututo de la misión ad gentes. La Agencia Fides ha dirigido algunas preguntas sobre este tema a Su Exc. Mons. Vittorino Girardi, Obispo de Tiralán en Costa Rica, de los misioneros Combonianos que será uno de los relatores principales del CAM 2.

Excelencia, ¿qué significa ser misionero hoy?
Ser misionero hoy supone asumir con radicalidad el doble mandamiento del Señor: “amaos los unos a los otros como yo os he amado. Como el Padre me ha mandado así os envío yo al mundo” Cristo nos manda amar al estilo de su entrega total, incondicional hasta dar la vida, análogamente nos invita a hacer nuestra su misión. Considero que en estos dos “como Yo” estriba lo que fundamenta y da significado a nuestro compromiso misionero. Ser misionero hoy pues, significa hacer propio el grito de San Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizara!”Además el momento histórico en el que vivimos, el “kairós”, como dirían los teólogos, hace más intenso nuestro compromiso misionero: es un tiempo de enormes posibilidades para el trabajo misionero (pensemos por ejemplo en los medios de comunicación social que están a nuestra disposición para tal fin) y a la vez los amplios y retantes areópagos que piden la urgencia de la evangelización. Inesperadamente se han abierto “campos misioneros” como por ejemplo Mongolia, la misma China; mientras que otros (África y América del Sur) siguen pidiendo más misioneros. Todo esto sin olvidar los retos del diálogo inter-religioso, de los encuentros que a veces son choques dolorosos de distintas culturas y la urgencia de acompañar a los pueblos jóvenes en su caminar hacia un posible progreso integral.


Qué indicaciones se espera que el CAM 2 deje para la misión de la Iglesia?
Las esperanzas son muchas... ante todo esperamos que este Congreso en continuidad con los anteriores siga animando una pastoral misionera que atraviese toda la pastoral de la Iglesia local, fomentando y estimulando el nacer de numerosas vocaciones de misioneros y misioneras ad gentes, ad intra y ad extra, de tal modo que la actividad misionera ya no resulte como el Papa la describe en su Redemptoris Missio una actividad abandonada y olvidada. Esta esperanza nuestra cobra en América Latina una relevancia especial atendiendo a que como es sabido, la casi mitad de los católicos del mundo viven en ella. Sabemos que esto está en abierto y escandaloso contraste con el 1.5% de los misioneros ad gentes que actualmente nuestra Iglesia está aportando. Estamos asistiendo a un auténtico despertar de la conciencia misionera, pero como afirman los documentos de Santo Domingo, todavía es insuficiente. El próximo CAM, sin duda, va a ser una etapa muy significativa en el camino de una más viva toma de conciencia misionera. Alimenta esta esperanza también el hecho de constatar que su preparación ha involucrado todas las mejores fuerzas apostólicas de nuestras iglesias locales, especialmente a lo largo de este año 2003 declarado por los Obispos de América Central: “Año Santo Misionero”.

Según su opinión es posible iniciar una experiencia como el CAM en otros continentes como África o Asia?
Conozco más a la Iglesia de África por haber desarrollado en ella mi apostolado durante 4 años y medio y habiendo visitado muchos de sus países (Uganda, Kenia, Tanzania, Burundi, Ruanda...) para África no sólo veo que esto sea posible, sino que es deseable que se pudiera organizar algo semejante a nuestros Congresos con vistas a desarrollar una conciencia misionera en esas jóvenes Iglesias desde sus comienzos. Justamente un Obispo brasileño hace unos pocos años, nos hacía esta atinada observación: “vinieron a América Latina grandes misioneros pero ellos no nos enseñaron a ser misioneros”. El despertar misionero de nuestro Continente es un hecho más bien reciente y no ha sido fácil acostumbrarnos –nos referirnos a la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Puebla (1979) para indicar la etapa más significativa y orientadora de tal despertar misionero-. No quisiéramos que África llegara tarde como llegó tarde nuestro Continente. Con respecto a Asia, mi parecer es más matizado: allá las distancias son enormes, las diferencias lingüísticas múltiples y la presencia católica no tan significativa, por lo cual lo que veo conveniente es que se pudieran tener Congresos misioneros regionales.

Partiendo de su experiencia, cuáles son los aspectos que considera pudieran también ser útiles para estas otras Iglesias para incrementar la misión?
Un aspecto que no debe olvidarse es que corresponde a todo compromiso misionero presentar un cristianismo y fundar una Iglesia local que se sienta misionera desde su constituirse. Hay que reconocer que particularmente para América Latina ha significado un retraso en su camino cristiano y misionero, vivir durante siglos esperando que los misioneros llegaran de afuera, colaborando así a crear Iglesias locales que se consideraban demasiado receptoras del beneficio de la Evangelización y poco sujetos de su desarrollo y de su responsabilidad misionera, no quisiéramos que aconteciera esto para las Iglesias de África y de Asia. Hago notar sin embargo que en unas Iglesias de Asia, aunque de poca consistencia numérica, ya se está constatando extraordinarios y numerosos frutos de una verdadera conciencia misionera, como es por ejemplo el caso de Corea del Sur, de India y de Filipinas.
Otros aspecto que hemos vivido durante este periodo de preparación para el CAM 2 y que veo útil para toda Iglesia local, ha sido la frecuente necesidad de encontrarnos, obispos, sacerdotes, religiosos(as), laicos comprometidos, en una palabra, de las fuerzas vivas de la misión y así constatar una extraordinario enriquecimiento mutuo que sin duda seguirá favoreciendo nuestras Iglesias locales y no sólo en lo que respecta a la actividad misionera, sino en todo el quehacer de nuestras comunidades eclesiales.
Un tercer aspecto ha sido el advertir la necesidad de un re-pensamiento teológico de la misión y entonces la urgencia de coordinar a los numerosos misionólogos de nuestro Continente dando vida a la Asociación de misionólogos católicos... ella está en sus primeros pasos pero ya notamos buenos frutos y en pocos meses (febrero 2004) del CAM 2, tendrá lugar aquí mismo en San José, una reunión de muchos misionólogos de América que sin duda favorecerá nuestras Iglesias locales. Soñamos que nuestro Continente de la Esperanza, como lo ha llamado nuestro Santo Padre, sea también y pronto el Continente de la esperanza misionera para todo el mundo. (SL) (Agencia Fides 19/11/2003 Líneas: 90 Palabras: 1.134)


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