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Ciudad del Vaticano (agencia Fides) - La reflexión sobre le salmo 141 – “Tú eres mi refugio”- recitado por san Fráncico de Asís, momentos antes de su muerte, fue el centro de la catequesis del Santo Padre Juan Pablo II durante la audiencia general del miércoles 12 de noviembre en la Plaza de San Pedro.
“El Salmo es una súplica intensa, salpicada por una serie de verbos de imploración al Señor: «clamo al Señor», «suplico al Señor», «desahogo ante Él mis afanes», «expongo ante Él mi angustia». En la parte central del Salmo destaca la confianza en Dios que no es indiferente al sufrimiento del fiel. Con esta actitud, Francisco se encaminó hacia la muerte”. Se dirige a Dios con un «Tú», “como quien se dirige a una persona que da seguridad” a quien el Salmista lanza una señal de alarma para que Dios se dé cuenta de su situación e intervenga: “No tengo adónde huir, nadie mira por mi vida”. “En esa situación, la única protección y la única cercanía eficaz es la de Dios... El Señor se convierte en el último y único fundamento sobre el que se puede apoyar, la única posibilidad de vida, la suprema esperanza”.
“Al igual que en otros salmos de súplica, la perspectiva final es la de la acción de gracias que se ofrecerá a Dios por haberle escuchado – prosiguió el Papa. Esta atmósfera debe darse también en las celebraciones cristianas. El dolor de cada uno debe encontrar eco en el corazón de todos; al mismo tiempo, la alegría de cada uno debe ser vivida por toda la comunidad en oración”. La tradición cristiana ha aplicado el Salmo 141 a Cristo perseguido y sufriente, a quien Dios concede su recompensa. “Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra”. (S.L.) (Agencia Fides 12/11/2003 Líneas: 29 Palabras: 374)
