VATICANO - DEL 17 AL 22 DE NOVIEMBRE, V CONGRESO MUNDIAL: “VOLVER A PARTIR DE CRISTO PARA UNA RENOVADA PASTORAL DE LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS”.

miércoles, 12 noviembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “El fenómeno migratorio nació con el hombre. Se remonta a los días de nuestros antepasados. Hoy, sin embargo, ha adquirido dimensiones universales, animado por varios aspectos de la moderna globalización, que impulsan a hombres y mujeres a atravesar las fronteras de los Estados-naciones, con o sin autorización. Además, violencias, guerras, violación de derechos humanos, terrorismo…, han favorecido el movimiento de refugiados. Obviamente una situación tan compleja lleva consigo graves problemas que requieren soluciones urgentes y la Iglesia, Madre y Maestra, no puede y no quiere permanecer pasiva ante tales sufrimientos”. Así lo ha afirmado el Presidente del Pontificio Consejo de Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes, Card. Stephen Fumio Hamao, presentando hoy, 11 de noviembre, el V Congreso Mundial de Pastoral para los Migrantes y Refugiados, que se desarrollará en Roma del 17 al 22 de noviembre, con el tema: “Volver a partir de Cristo para una renovada pastoral de los migrantes y refugiados”. “Cruzado el umbral del tercer milenio, deseamos afrontar el fenómeno de los migrantes y de los refugiados desde la perspectiva puramente pastoral, naturalmente no aislada de las otras. Queremos también en el Congreso, “volver a partir de Cristo”, a la hora de proponer reflexiones, convicciones, programas y acciones pastorales referentes a nuestro mundo lacerado por tantas marginaciones y divisiones”.
S.E. Mons. Agostino Marchetto, Secretario del Pontificio Consejo de Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, ha recordado algunos aspectos del fenómeno de la migración. Cerca de mil millones de personas, cada año, dejan su país de origen, por trabajo, turismo o peregrinación, para salir al exilio o para huir de la guerra, empujados por la pobreza o bien para pedir asilo. La Organización Mundial de las Migraciones (OIM) puede hablar así de una human mobile population. De ella forman parte también aquellos que comúnmente son llamados “inmigrantes”, actualmente cerca de 175 millones. Por tanto, al inicio de este nuestro siglo, en el mundo, una persona de cada 35 es un emigrante, el 2’9 % de la población mundial, por tanto, en su 48% constituido por mujeres. En los últimos 35 años el número de los emigrantes internacionales se ha doblado. Ningún país está hoy excluido del fenómeno de los flujos migratorios internacionales, como lugar de origen, transito o destino, y a veces todo a la vez. La migración irregular continua siendo un fenómeno extremadamente complejo, sobre el cual son difícilmente disponibles datos precisos y fiables. Se estima que son entre 700.000 y 2 millones las mujeres y niños objeto-sujeto de tráfico, cada año, a través de las fronteras internacionales. Se calcula además, que cerca de 500.000 personas entran irregularmente en los Estados unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, mientras que en la Unión Europea las cifras variarían entre 120.000 y 500.000 al año. La introducción clandestina de migrantes es un “comercio” muy provechoso que genera millones de dólares.
Respecto a los nuevos desafíos pastorales de este fenómeno, Mons. Marchetto subrayó que las migraciones “constituyen sin duda un desafío misionero”. “La conciencia de vivir en un mundo cada vez más globalizado, pero al mismo tiempo cada vez más “dividido” por las diferencias – culturales, sociales, económicas, políticas y religiosas – presenta nuevos desafíos a la formación humana, en la que es fundamental la educación para la convivencia en los ambientes pluriculturales y religiosos. Es necesario encontrar las claves de solución al difícil problema de armonizar la unidad de la humanidad, indudablemente, con la diversidad de los pueblos, de las etnias, de las cultural y de las religiones que la componen”.
El Padre Michael Blume, S.V.D., Subsecretario del mismo Pontificio consejo, se ha detenido a ilustrar la realidad del mundo de los refugiados, sus relaciones con los Estados y el compromiso de la Iglesia. “Debemos desgraciadamente poner en evidencia hoy una creciente disparidad entre los compromisos asumidos por los Estados en las legislaciones internacionales existentes y la práctica corriente. Esto es, muchos Estados han puesto en marcha estratagemas dirigidas a eludir sus responsabilidades, para no tener que afrontar los problemas de las migraciones forzadas, y tenerlas así más allá de sus propios confines”, ha dicho el Padre Blume. “Ya que cada ser humano es un hermano nuestro por el que Cristo ha muerto y resucitado, vemos, tras las noticias y las estadísticas, a los seres humanos, individuos con rostro y familia, que aman y son amados, cada uno con su historia de esperanzas, aspiraciones y temores que compartir en medio de sufrimientos individuales y colectivos”. En muchos lugares la Iglesia está comprometida en socorrer a aquellos que piden asilo y a los refugiados con varias actividades, entre ellas cuestiones humanitarias y también “políticas” con las cuales los refugiados deben enfrentarse. “De todas formas, hay ciertamente todavía muchísimos refugiados que necesitan una más significativa atención pastoral y una mayor presencia de la Iglesia entre ellos”, ha subrayado el Padre Blume, deseando que el congreso “pueda dar un nuevo impulso a tales actividades pastorales en todo el mundo”. (S.L.) (Agencia Fides 11/11/2003. Líneas:- Palabras: )


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