Noviembre: " Para que en la Península Coreana crezca el espíritu de reconciliación y de paz” Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre a cargo del P. Vito Del Prete, PIME, Secretario general de la Pontificia Unión Misionera (PUM)

martes, 6 noviembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La península coreana está dividida entre Corea del Norte y Corea del Sur, dos naciones diferentes y hostiles desde hace tiempo - la primera es un estado comunista y filo chino, la segunda capitalista y filo estadounidense. Los dos estados son el resultado de la segunda guerra mundial y la Guerra de Corea. Después de la derrota del imperio japonés en 1945, la península fue dividida en una zona de ocupación soviética (al Norte del paralelo 38°) y una zona de ocupación estadounidense (al sur del paralelo 38°) que continúan estando formalmente en estado de guerra.
Un primer acercamiento tuvo lugar en el 2000. En Pyongyang el presidente surcoreano Roh Moo-hyun fue acogido por el colega norcoreano Kim Jong Il. Roh Moo-hyun atravesó a pie la frontera que separa físicamente las dos Corea y en la alfombra amarilla sobre la que caminó estaba escrito "paz y prosperidad". Habló de "superación de una cortina de división que ha infligido enormes sufrimientos a toda la nación". Este hecho suscitó grandes esperanzas de una reconciliación nacional. Algún periódico escribió que por fin estallaba la paz entre Corea del Sur y Corea del Norte. Estas, en efecto, constituyen un único país a todos los efectos. La población se considera coreana, la lengua que se habla es considerada sencillamente lengua coreana, y ambos estados afirman que representan a toda la Corea. Por desgracia, esas señales de esperanza parece hayan sido quebrantadas por diversos motivos, especialmente por la voluntad de adquirir armas nucleares por parte de Corea del Norte. Pero últimamente el abandono del proyecto nuclear ha contribuido a poner de nuevo en marcha el proceso de paz y reconciliación, posible sólo si las dos Coreas anteponen el bien de las correspondientes poblaciones a sus intereses particulares, reconociendo y respetando los derechos fundamentales de la persona humana.
Los cristianos coreanos tienen un gran papel en este proceso. Están llamados a anunciar la unidad de la familia de Dios, y a trabajar por la reconciliación y la unidad de esta población dividida y en conflicto. Se pide a los cristianos de Corea del Sur, una fuerte minoría religiosa, que goza de libertad, que evangelicen las estructuras político-sociales y económicas, y que sean, en cuanto Iglesia, un signo eficaz de comunión. Deben introducir en las raíces de su sociedad, esos valores evangélicos de solidaridad, de no violencia, de perdón, que constituyen el carné de identidad del Pueblo de Dios. Deben superar las divisiones, con la fuerza de Cristo, "El que ha hecho de los dos un solo pueblo, derribando el muro que los separaba, el odio" (Ef 2, 14).
Los cristianos del Norte están todavía sometidos a una dura persecución, que parece agudizarse cada vez más. Quien puede, huye a China. Además toda la población sufre hambre, no puede disfrutar de estructuras sanitarias, y está sometida a la opresión de un régimen totalitario, en el que se niegan los derechos humanos fundamentales. Sus sufrimientos son un bien precioso por la reconciliación nacional.
Como cristianos, tenemos la esperanza de que Dios en Cristo conduce y salva la historia de la humanidad y de cada pueblo. Como discípulos de Cristo debemos ser solidarias y compartir las alegrías, las esperanzas, los dolores y las angustias de los hombres nuestros hermanos, dondequiera que se encuentren. Pidamos para que el Señor cambie el corazón de los responsables de las dos Corea, para que continúen en el esfuerzo de encontrar vía de reconciliación y de paz y puedan volver a ser pronto un único pueblo libre. (P. Vito Del Prete , PIME) (Agencia Fides 6/11/2007, Líneas: 45 Palabras: 637)


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