VATICANO - EL PAPA BEATIFICA A CINCO SIERVOS DE DIOS, “PIEDRAS PRECIOSAS” DEL TEMPLO ESPIRITUAL QUE ES LA IGLESIA: “LA SANTIDAD FRUTO DE LA OBRA INCESANTE DEL ESPÍRITU SANTO

lunes, 10 noviembre 2003

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Todo lugar reservado al culto divino es signo de ese templo espiritual, que es la Iglesia, compuesto por piedras vivas, es decir, por los fieles, unidos por la única fe, por la participación en los sacramentos y por el vínculo de la caridad. Piedras preciosas de este templo espiritual son, en particular, los santos. La santidad, fruto de la obra incesante del Espíritu de Dios, resplandece en los nuevos beatos”. Con estas palabras el Santo Padre Juan Pablo II inició la homilía durante la Celebración Eucarística del domingo 9 de noviembre. En la fiesta de la dedicación de la Patriarcal Basílica Lateranense, el Papa presidió la Santa Misa en el sagrado de la Basílica Vaticana, durante la cual proclamó Beatos a cinco siervos de Dios: Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, presbítero; Valentín Paquay, presbítero; Luigi Maria Monti, religioso; Bonifacia Rodríguez Castro, virgen; Rosalie Rendu, virgen.
Delineando brevemente, en las respectivas lenguas, la personalidad y el carisma de los nuevos Beatos, el Papa señaló “la profunda piedad eucarística” de Juan Nepomuceno Zegrí, que inspiró su espiritualidad profundamente “orientada a la caridad con los más necesitados”. El “apóstol de la misericordia”, el sacerdote Valentín Paquay, que pasaba largas horas en el confesionario, tenía un don particular “para orientar a los pecadores por el buen camino, recordando a los hombres la grandeza del perdón divino”. El Papa puso después de relieve la actualidad del mensaje del Beato Luigi Maria Monti: “un ejemplo de fidelidad a la llamada de Dios y de anuncio del Evangelio de la caridad; un modelo de solidaridad hacia los necesitados y de tierna confianza en la Virgen Inmaculada”.
Las palabras del Evangelio proclamado (“No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado”), “interpelan a la sociedad actual, tentada a veces a convertir todo en mercancía y ganancia dejando del lado los valores y la dignidad que no tienen precio” dijo el Papa refiriéndose a Bonifacia Rodríguez Castro, que percibió los riesgos de esta condición social en su época y, por ello, promovió una espiritualidad del trabajo que considerase la dignidad de la persona y transformase toda actividad en un ofrecimiento hecho a Dios. En una época atormentada por conflictos sociales, Rosalie Rendu se hizo con alegría sierva de los más pobres para restituir a cada uno su dignidad, a través de “caridad creativa” que encontraba alimento en una intensa vida de oración que le hacia ver “ en cada hombre el rostro de Cristo”.
El Papa concluyó su homilía recordando el pasaje evangélico del día: “Con Jesús crucificado y resucitado deben conformarse todo los miembros de la Iglesia. En esta tarea comprometedora nos ayuda y guía María, Madre de Cristo y Madre nuestra. Interceden por nosotros los nuevos beatos, que hoy contemplamos en la gloria del cielo. Que nos volvamos a encontrar todos un día en el paraíso para poder disfrutar juntos de la alegría en la vida sin fin. ¡Amén!”.
(S.L.) (Agencia Fides 10/11/2003 – Líneas: 43 Palabras: 539)


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