VATICANO - AVE MARIA por el padre Luciano Alimandi - ¡Hay un ángel que camina a tu lado!

miércoles, 3 octubre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Los ángeles, criaturas maravillosas, que Dios ha puesto a nuestro lado para acompañarnos en nuestro camino hacia el Cielo, para ayudarnos a subir la escala hacia la perfección, ¡de la cada vez más íntima comunión con la Santísima Trinidad! Ellos “ascienden” y “descienden” en esa escala para reconducir al hombre al Amor infinito, al Océano sin confines de su origen, donde todo es plenitud de gracia. Los ángeles vienen de allí y no tienen otro interés que aquel de amar a Dios y hacer que los hombre correspondan a ese amor para que todos puedan gozar y festejar con Él.
El Santo Padre Benedicto XVI, con ocasión de la fiesta de los Santos Arcángeles Miquel, Gabriel y Rafael, nos explicó la “verdadera naturaleza” de los ángeles que es “la existencia por Él y para Él”. Además, el Papa nos ha explicado que los ángeles, “precisamente porque están con Dios, pueden estar también muy cerca del hombre. Dios, en efecto, conoce nuestra profundidad mucho más que nosotros mismos. Los ángeles hablan al hombre de aquello que constituye su verdadero ser, aquella que en su video con no poca frecuencia está escondido y hasta sepultado. Ellos lo invitan a entrar nuevamente en sí mismo, llamándolo de parte de Dios” (Benedicto XVI, Homilía del 29 de septiembre de 2007).
Los ángeles, podríamos decir con una expresión humana, se acercan a nosotros “con la punta de los pies”, nos alientan y esperan pacientemente a que nos entreguemos al señor; ellos no se aproximan a nosotros con algún tipo de “ingerencia”, no interfieren en modo alguno con nuestra libertad que, en todo y para todo, respetan. Si queremos permanecer cerrados a su presencia ellos se colocarán a un lado, pero si invocamos su ayuda, no tardarán en socorrernos porque en ello consiste su alegría: ¡ayudarnos a encontrar siempre a Jesús en nosotros mismos y en nuestros hermanos, para servirlo y amarlo como ellos: con todo nuestro ser!
La existencia de los ángeles, que nos ha sido revelada por Dios mismo, se manifiesta en toda la Sagrada Escritura, Desde pequeños, la Santa Madre Iglesia nos enseña la hermosa oración al ángel de la guardia, en la cual pedimos cada día a nuestro amigo celeste “que nos ilumine, nos proteja, nos sostenga y nos gobierne”, reconociendo que su acción es don de la “piedad celestial”, ¡de la misericordia divina! San Bernardo, a propósito de la protección angélica, afirma: “ ‘Él dará la orden a sus ángeles de custodiarte en todos tus pasos’. ¡Cuánta reverencia deben suscitar en ti estas palabras, cuánta devoción deben producir en ti, cuánta fe infundirte! Reverencia por su presencia, devoción por su benevolencia, fe por su protección. Están presente, pues, y están presentes a ti, no sólo contigo, sino también para ti. Están presentes para protegerte, están presentes para servirte” (San Bernardo Abad).
¿Porqué entonces se habla tan poco entre los bautizados acerca de los ángeles, o parece que se recurra raramente a su ayuda para vencer las pasiones y avanzar por el camino de la santidad? ¿Porqué se les margina tanto en nuestros escritos, conferencias, homilías o catequesis? ¿Porqué está reservada tan poca atención a los ángeles?
Los santos nos enseñan, a partir de su vida, un grande amor hacia los santos ángeles. Qué maravillosas páginas escribió sobre ellos, por ejemplo, el gran “Doctor Angélico”, Santo Tomás de Aquino! Pero, en realidad, para alimentar la devoción hacia los ángeles basta abrir la Sagrada Escritura, en particular el Nuevo Testamento, y redescubrir que es precisamente un ángel, San Gabriel, a quien Dios encomendó la misión de llevar el Anuncio que nos trajo la salvación, ¡ya que la Virgen María respondió con un sí!
¡Qué bello es contemplar todo esto en la oración del Angelus: “Angelus Domini nuntiavit Marae…”! No se puede imaginar cuánta gratitud había en el corazón de la joven de Nazaret, cuando un ángel vino para acompañarla en el descubrimiento del Misterio más grande del Amor de Dios: ¡La Encarnación del Verbo!
Sólo quien es humilde comprende a los ángeles, criaturas humildísimas de Dios. Los ángeles, con San Miguel Arcángel a la cabeza -cuyo nombre significa “¿quién como Dios?”- nos recuerdan que sin Dios no somos nada, que nuestra grandeza está únicamente en Dios y que Él se deja encontrar por los que son pequeños, los que se hacen como niños, ¡los únicos capaces de entrar en su Reino (cf. Mt 18,3)!
Son ellos los grandes aliados de los ángeles y desde los primeros años de su existencia deberían escuchar hablar de estas criaturas celestiales, aprendiendo a invocarles. Son los niños los más dóciles colaboradores de los ángeles. Sus mentes, en efecto, aún están puras y abiertas al misterio, sensibles a la presencia de los ángeles; sus mentes son simples y no complicadas como las de los “grandes”, que han tenido vergüenza de seguir siendo “niños” en el corazón y que por ello han perdido el tesoro más grande, el de su inocencia. Los ángeles desean ayudarnos a reconquistarla y para ello ponen en nuestro camino a muchos “niños”, no sólo pequeños a causa de su edad, sino también “pequeños” por su humildad, para comunicarnos la nostalgia de Dios, ¡quien ama revelar su rostro a través de ellos! (Agencia Fides 3/10/2007; líneas 63, palabras 888)


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