VATICANO - Benedicto XVI en la audiencia general prosigue la catequesis sobre San Juan Crisóstomo: “No obstante sus sufrimientos, reafirmaba que Dios ama a cada uno de nosotros con un amor infinito, y por ello quiere la salvación de todos”

jueves, 27 septiembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)- En la audiencia general del miércoles 26 de septiembre, continuando el ciclo de catequesis sobre los Padres Apostólicos, Benedicto XVI se detuvo nuevamente en la figura de San Juan Crisóstomo, tomando en consideración la segunda parte de su vida. Nombrado Obispo de Constantinopla, la capital del Imperio romano de Oriente, en el año 397, Juan Crisóstomo proyectó desde el inicio la reforma de su Iglesia: “la austeridad del palacio episcopal tenía que ser ejemplo para todos… como atento administrador, logró crear instituciones caritativas muy apreciadas… como verdadero Pastor, trataba a todos en modo cordial y paterno. En particular, reservaba palabras tiernas para las mujeres y cuidados especiales por el matrimonio y la familia. Invitaba a los fieles a participar de la vida litúrgica, realizada por él en modo espléndido y atrayente con genial creatividad”.
El Santo Padre recordó como Juan Crisóstomo, “no obstante su buen corazón, no tuvo una vida tranquila”, y “se encontró envuelto con frecuencia en cuestiones e intrigas políticas”. Acusaciones injustas, difamaciones y calumnias llevaron a su deposición en el sínodo organizado por el patriarca Teófilo en el 403, con la consecuente condena al primer breve exilio. “Tras su regreso, la hostilidad suscitada contra su personas por la protesta contra las fiestas en honor de la emperadora -que el Obispo consideraba fiestas paganas, lujosas-, y la expulsión de los presbíteros encargados de los Bautismos en la Vigilia pascual del 404 marcaron el inicio de la persecución de Crisóstomo y de sus secuaces”, recordó el Santo Padre.
En el año 406 tuvo que salir nuevamente en exilio, a Armenia. El Papa Inocencia I estaba convencido de su inocencia, pero no tenía el poder para ayudarlos. “La condena al exilio fue una verdadera condena a muerte” destacó Benedicto XVI recordando sus numerosas cartas desde el exilio, “en las que Juan manifiesta sus preocupaciones pastorales destacando su participación y su dolor por las persecuciones contra los suyos”. Juan murió en Comana en el Ponto, el 14 de septiembre del 407, fiesta de la exaltación de la santa Cruz. Su rehabilitación tuvo lugar en el 438 con Teodosio II. El beato Juan XXIII lo proclamó patrón del Concilio Vaticano II.
Juan Crisóstomo fue definido “un segundo Pablo, un doctor del Universo”, en él “existe una unidad sustancial de pensamiento y de acción”, destacó el Papa. Meditando sobre las obras realizadas por Dios en la creación, “el Crisóstomo quiere atraer a los fieles desde la Creación al Creador… Nos muestra la belleza de la creación y la transparencia de Dios en su creación, la cual se convierte así casi en una ‘escalera’ para subir hasta Dios, para conocerlo”. Pero dado que somos débiles en el ‘subir’, “Dios se hace el Dios de la condescendencia, que envía al hombre caído y extranjero una carta, la Sagrada Escritura, de modo que creación y Escritura se completan. A la luz de la Escritura, de la carta que Dios nos ha dado, podemos descifrar la creación… Dios no solo nos transmite una carta: en definitiva, baja Él mismo, se encarna, se convierte realmente en el ‘Dios con nosotros’, nuestro hermano hasta la muerte en la Cruz. Y a estos tres pasos… se agrega un cuarto paso. Al interior de la vida y de la acción del cristiano, el principio vital y dinámico es el Espíritu Santo (Pneuma), que transforma las realidades del mundo. Dios entra en nuestra misma existencia a través del Espíritu Santo y nos transforma desde el interior de nuestro corazón”.
En su comentario a los Actos de los Apóstoles, Juan propone además el modelo de la Iglesia primitiva para “dar un alma y un rostro cristiano a la ciudad”. “La vieja idea de ‘polis’ griega es sustituida por una nueva idea de ciudad inspirada en la fe cristiana. Crisóstomo sostenía con Pablo el primado del cristiano en singular, de la persona en cuanto tal, también del esclavo y del pobre”. Al final de su vida, desde el exilio en los confines de Armenia, Juan -recordó Benedicto XVI- retomó el tema a él tan querido del plan que Dios busca con respecto a la humanidad: “Si bien no podemos descifrar los detalles de la historia personal y colectiva, sabemos que el plan de Dios está siempre inspirado por su amor. Así, no obstante sus sufrimientos, el Crisóstomo reafirmaba que Dios ama a cada uno de nosotros con un amor infinito, y por ello quiere la salvación de todos. Por su parte, el Santo Obispo cooperó con esta salvación en modo generoso, sin guardarse, a lo largo de toda su vida”. Durante los saludos a los peregrinos de lengua italiana, el Santo Padre dirigió un particular saludo a los sacerdotes de los Pontificios Colegios San Pedro y San Pablo, provenientes de varios Países, deseándoles “un sereno y proficuo compromiso de estudio”. (S.L.) (Agencia Fides 27/9/2007; líneas 54, palabras 840)


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