ASIA/KAZAJSTÁN - Restituir una sonrisa y la dignidad a los niños abandonados, discapacitados y huérfanos: la experiencia de un fraile franciscano, misionero en Kazajstán

sábado, 15 septiembre 2007

Talgar (Agencia Fides) - “Gracias al aporte de amigos y voluntarios de Italia, se está ultimando en la misión de Talgar la construcción de la casa iniciada en la segunda mitad de junio”, dice a Fides el P. Guido Trezzani, fraile franciscano misionero en Kazajstán, comprometido a restituir la dignidad y la sonrisa a la infancia abandonada, con los jóvenes de la calle, discapacitados y huérfanos. El edificio se encuentra en el Pueblo del Arca, fundado por el misionero en el 200 en Talgar, ciudad a cerca de 25 km de la capital Almaty, que cuenta alrededor de 40 mil habitantes.
En el mes de setiembre todas las actividades del pueblo retoman a ritmo pleno. “En agosto - cuenta el misionero - todos los escolares han hecho el control de vestidos (cada escuela tiene su uniforme obligatorio), de los libros y de los conocimientos adquiridos. Cada año hay algún niño nuevo que inicia su aventura en el colegio, lo que significa ulteriores cuestiones burocráticas, documentos que frecuentemente no se encuentran o no hay, considerando el lugar de donde vienen nuestros niños”.
El P. Guido observa que “da gusto notar como está entrando en la mentalidad de algunos que es posible, sin necesidad de gestos u opciones heroicas, formar parte de una obra de solidaridad. Es el caso de algunas educadoras que nos ayudan o de estudiantes de Talgar que han dedicado a nuestra casa un poco de su tiempo”.
Por otro lado también la historia del Pueblo del Arca nació del compromiso de un grupo de jóvenes voluntarios que en 1996 comenzaron a ocuparse de los niños de uno de los numerosos orfanatos de la ciudad, en el que estaban hospedados alrededor de 200 niños en gran parte abandonados. “El voluntariado - recuerda el misionero - consistía principalmente en hacerle compañía a los niños, ayudándolos en sus tareas durante las visitas, dando algunas lecciones de carácter psicológico-pedagógico (a la mayor parte de los niños se les registraba con diagnóstico de “retardo mental”).
Los objetivos eran fundamentalmente dos: “Ofrecer a los niños un ambiente que colmase el vacío de la ausencia de una familia; ofrecerles una educación y una formación profesional que les preparase a la vida”.
En mayo de 1998, gracias a un acuerdo con el Ministerio de la Instrucción, el P. Guido obtuvo la custodia de los niños hasta que alcanzasen la mayoría de edad. En la búsqueda de un lugar que permitiese la acogida de nuevos niños, se encontró en Talgar una ex colonia de verano del período soviético, que había quedado abandonada. Allí nació el Pueblo del Arca, que hoy les da de nuevo una esperanza a los niños de Kazajstán. (PA) (Agencia Fides 15/9/2007 líneas 32 palabras 452)


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