ASIA/INDONESIA - “Flores, isla feliz para la convivencia islámico-cristiana en las familias, en las escuelas, en la sociedad”: es el testimonio de Sor Daniela Martinello, misionera en Indonesia desde hace 13 años.

miércoles, 12 septiembre 2007

Ende (Agencia Fides) - “La isla de flores es un feliz ejemplo de armonía islámico-cristiana. Cristianismo e Islam conviven pacíficamente en las familias, en las escuelas, en la sociedad. Esto sucede cuando existe respeto, reciprocidad absoluta, convergencia hacia el objetivo del bien común para la sociedad”: es lo que explica en un coloquio con la Agencia Fides Sor Daniela Martinello, de las hermanas de la Sagrada Faz, misionera italiana en Indonesia desde hace 13 años.
La Isla de Flores (que los lugareños llaman Pulau Bunga, es decir “isla de las flores”) se encuentra en el archipiélago indonesio, al este de Bali, y es el único lugar de Indonesia - país de gran mayoría musulmana, con cerca de 200 millones de fieles - donde la religión cristiana es mayoritaria respecto del Islam, por herencia de la colonización portuguesa: de una población de cerca de 1,5 millones de personas, los católicos son el 60% y los musulmanes el 40%.
Sor Daniela nos cuenta que desde el inicio de la misión de las Hermanas de la Sagrada Faz, congregación fundada por la Beata María Pía Mastena con el carisma de “propagar, repara, reestablecer la Sagrada Faz del dulce Jesús en las almas”: “En 1991, recibimos una invitación en Asia y partimos para Indonesia, donde actualmente residimos en Flores y en Timor. En este pueblo del extremo oriente asiático el carisma ha sido acogida, encarnado y enriquecido en el estilo sobrio y meditativo propio de esta gente que sabe interiorizar el valor del silencio, de la serenidad, de la justa medida de todas las cosas. Nosotras, religiosas italianas e indonesias, vivimos con simplicidad el Evangelio con las personas entre las que trabajamos: los niños de las escuelas, aquellos de la catequesis, los jóvenes universitarios y aquellos representantes de diversos grupos parroquiales, adultos de diversas asociaciones comprometidas en la pastoral parroquial. Además, nos ocupamos de los pobres que vienen a nuestras casas y de aquellos necesitados que vamos a buscar: enfermos, encarcelados, y todos aquellos que se dirigen a nosotros, sean católicos, musulmanes, hindúes, protestantes, con los que vivimos serenamente, alimentando el diálogo y el ecumenismo”.
Hoy, las religiosas de la Sagrada Faz trabajan en la Arquidiócesis de Ende, y también en los pueblos de Maumere, Kupang, en Timor, otra isla indonesia, comprometidas a desarrollar un servicio pastoral de base: “Hemos encontrado un contexto en el que hay mucho entusiasmo hacia la fe, pero las raíces son poco profundas, ya que persiste un fondo de creencias animistas. Existe una realidad laical muy fuerte y desarrollada, pero se nota una carencia en la formación: en esto es sumamente útil nuestro trabajo. Hemos iniciado el trabajo con los niños, desarrollando una Infancia Misionera, y hemos abierto una escuela materna, en la que damos una educación humana y religiosa a los niños, siempre en diálogo y en acuerdo con la autoridad gobernativa”.
Es extraordinaria en Flores, observa Sor Daniela, la experiencia de las relaciones islámico-cristianas: “Hay una armoniosa convivencia islámico-cristiana también en las familias, las cuales con frecuencia tienen hijos de diversas religiones. Recuerdo la historia de dos gemelos, uno católico, el otro musulmán, ejemplo de armonía. El hecho es que existe todavía en Flores una institución familiar con una sólida tradición cultural, y prevalece el legamen de sangre. Además, en Flores funciona muy bien el Forum para el diálogo Cultural, que frecuentemente interviene para dirimir los conflictos ligados a cuestiones de diversa índole, que son resueltas por un equipo mixto, sin dejar que se introduzcan enemistades en dichas comunidades”.
Además, las dos comunidades están siempre atentas a la eventual presencia de extremismos: “En los periodos de las fiestas católicas e islámicas se presta mucha atención a las nuevas caras. Los habitantes locales mantienen lejos a eventuales exponentes radicales que vienen de afuera (recordemos el caso de la guerra en las islas Molucche). Frecuentemente los jóvenes islámicos hacen ronde en torno a Iglesias Católicas y los Católicos en torno a las mezquitas para evitar infiltraciones de extremistas. Y la policía misma está muy atenta. Hay plena reciprocidad: se busca evitar que las pequeñas tensiones se conviertan en grandes, también porque existe una situación de pobreza que puede ser terreno fértil para los radicalismos”.
También en las escuelas existe una ósmosis entre católicos y musulmanes: “Las escuelas islámicas no están cerradas rígidamente, sino que están abiertas a la presencia de alumnos católicos, y viceversa, niños musulmanes frecuentan nuestras escuelas. En ambas, en acuerdo con las autoridades civiles locales, existe el permiso para la respectiva hora de religión: nosotras, las hermanas, hemos podido acudir a las escuelas musulmanas a realizar pastoral vocacional entre el alumnado católico”.
Se debe notar que el de Flores es un Islam abierto y tolerante, profundamente influenciado por la mística islámica sufí. Y debemos recordar, dice Sor Daniela, “que también el primer presidente indonesio Sukarno, que fue exiliado a Flores, tuvo modo de entrar en diálogo y en relación con la comunidad católica y recibió algunos valores en la elaboración de la ‘Pancasila’, documento de los cinco principios fundamentales que inspiran la vida social indonesia”.
“Entre las comunidades -concluye la religiosa- hay pleno respeto y acuerdo, existen óptimas relaciones, ya que ambas comunidades tienen en mucho el bien común”. Un ejemplo que se espera pueda contagiar otras áreas de tensión del archipiélago indonesio y pueda llegar más allá de los confines de Flores, para la convivencia islámico cristiana en todo el mundo. (PA) (Agencia Fides 12/9/2007; líneas 66, palabras 923)


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