VATICANO - Papa Benedicto XVI en Austria - “¡Interesa a todos no permitir que un día en este país quizás sólo las piedras hablen de cristianismo!”

sábado, 8 septiembre 2007

Viena (Agencia Fides) - En la tarde del 7 de septiembre, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió al Hofburg de Viena para la visita de cortesía al Presidente de la República de Austria, Heinz Fischer y, sucesivamente, para el encuentro con las Autoridades y con el Cuerpo Diplomático, en el que estaban presentes también exponentes del mundo de la Cultura, entre los cuales los Rectores de las Universidades austriacas. Después de una breve introducción musical a la que siguió el discurso del Presidente de la República, el Santo Padre Benedicto XVI pronunció un articulado discurso del cual presentamos algunas partes.
Austria
Austria en los últimos años y decenios ha registrado éxitos, que todavía hace dos generaciones nadie habría osado soñar. Vuestro país no sólo ha vivido un notable progreso económico, sino que ha desarrollado también una ejemplar convivencia social, de la que la expresión “solidaridad social” se ha convertido en un sinónimo… Nos encontramos aquí en un lugar histórico, desde el cual por siglos ha sido gobernado un imperio que unió vastas partes de Europa central y oriental. Este lugar y esta hora ofrecen, por lo tanto, una ocasión providencial para colocar la mirada sobre toda la Europa actual. Después de los horrores de la guerra y de las experiencias traumáticas del totalitarismo y de la dictadura, Europa emprendió el camino hacia la unidad del Continente, unidad que tiende a asegurar un orden duradero de paz y de desarrollo justo. La división que por décadas dividió al Continente en modo doloroso se superó, efectivamente, en modo político, pero la unidad debe realizarse todavía en la mente y en el corazón de las personas… En particular, para los países de Europa central y oriental la participación a tal proceso es un ulterior estímulo para consolidar en su interior la libertad, el estado de derecho y la democracia. Quisiera recordar, a tal propósito, el aporte que mi predecesor el Papa Juan Pablo II dio a este proceso histórico…
Europa
La "casa Europa", como amamos llamar la comunidad de este Continente, será para todos un lugar agradable de habitar solamente si se reconstruye sobre un sólido fundamento cultural y moral de valores comunes que sacamos de nuestra historia y de nuestras tradiciones. Europa no puede y no debe renegar sus raíces cristianas. Ellas son un componente dinámico de nuestra civilización para el caminar en el tercer milenio. El cristianismo modeló profundamente a este Continente: de ello dan testimonio en todos los países y particularmente en Austria no sólo las numerosas iglesias y los importantes monasterios. La fe tiene su manifestación sobre todo en las innumerables personas que ella, a lo largo de la historia hasta nuestros días ha llevado a una vida de esperanza, de amor y de misericordia… La tantas veces citada globalización no puede ser detenida, pero es una tarea urgente y una gran responsabilidad de la política la de dar a la globalización el orden y los límites adecuados para evitar que se realice a costas de los países más pobres y de las personas pobres en los países ricos, y para evitar también que se realice a costa de las generaciones futuras. Ciertamente - lo sabemos - Europa ha vivido y sufrido también caminos terriblemente equivocados… Forma parte, sin embargo, de las características de Europa su capacidad de autocrítica que, en el vasto panorama de las culturas del mundo, la distingue y la califica.
La vida
Fue en Europa donde, por vez primera, se formuló el concepto de los derechos humanos. El derecho humano fundamental, presupuesto de todos los demás derechos, es el derecho a la vida misma. Esto vale para la vida desde la concepción hasta su fin natural. El aborto, por lo tanto, no puede ser un derecho humano, sino que es su contrario. Es una “profunda herida social”, como subrayaba incansablemente nuestro difunto Hermano, el Card. Fraz König… Quisiera más bien hacerme abogado de un pedido profundamente humano y portavoz de los nascituros que no tienen voz. Con esto no cierro los ojos a los problemas y a los conflictos de muchas mujeres y me doy cuenta que la credibilidad de nuestro discurso depende también de lo que la Iglesia misma hace para salir en ayuda de las mujeres en dificultad. Apelo en este contexto a los responsables de la política, para que no permitan que los hijos sean considerados casos de enfermedad ni permitan tampoco que la calificación de injusticia que vuestra ordenación jurídica atribuye al aborto sea abolida de hecho. Lo digo movido por la preocupación por los valores humanos. Pero esto no es sino un lado de lo que nos preocupa. El otro es el de hacer todo lo posible para hacer que los países europeos estén de nuevo abiertos a acoger a los niños… Una gran preocupación la constituye para mí también el debate sobre la así llamada “ayuda activa para morir”… La respuesta correcta al sufrimiento y al fin de la vida es una atención amorosa, el acompañamiento hacia la muerte - en particular modo con la ayuda de la medicina paliativa - y no una “ayuda activa para morir”.
El diálogo de la razón
Forma parte de la heredad europea, finalmente, una tradición de pensamiento, para la cual es esencial una correspondencia sustancial entre fe, verdad y razón. Se trata aquí, en definitiva, de la cuestión si la realidad tenga en su origen la casualidad y la necesidad, si por lo tanto la razón sea un casual producto secundario de lo irracional y en el océano de la irracionalidad, a fin de cuentas, no tenga tampoco sentido alguno, o si más bien es todavía verdadero aquello que constituye la convicción de fondo de la fe cristiana: In principio erat Verbum - Al principio era el Verbo - al origen de todas las cosas está la Razón creadora de Dios que ha decidido de participarse a nosotros seres humanos.
Las tareas de Europa en el mundo
El continente que, demográficamente, envejece en modo más rápido no tiene que convertirse en un continente espiritualmente viejo. Europa adquirirá además una mejor conciencia de sí misma si asume una responsabilidad en el mundo que corresponda a su singular tradición espiritual, a sus extraordinarias capacidades y a su gran fuerza económica. La Unión Europea debería por lo tanto asumir un papel de guía en la lucha contra la pobreza en el mundo y en el compromiso a favor de la paz. Con agradecimiento podemos constatar que los países europeos y la Unión Europea se encuentran entre aquellos que más contribuyen al desarrollo internacional, pero deberían también hacer valer su relevancia política frente a, por ejemplo, los desafíos muy urgentes en África, a las inmensas tragedias de este Continente, como el flagelo del SIDA, la situación en el Darfur, la injusta explotación de los recursos naturales y el preocupante tráfico de armas. Asimismo el compromiso político y diplomático de Europa y de sus países no puede olvidar la situación permanentemente grave del Oriente Medio, donde es necesario el aporte de todos para favorecer la renuncia a la violencia, el diálogo recíproco y una convivencia verdaderamente pacífica. Debe continuar creciendo también la relación con las naciones de América Latina y con las del Continente asiático, mediante oportunos vínculos de intercambio.
Conclusión
Austria es un país rico de tantas bendiciones… Mucho de lo que Austria es y tiene se lo debe a la fe cristiana y a su rica eficacia sobre las personas. La fe ha formado profundamente el carácter de este país y de su gente. ¡Debe por lo tanto interesar a todos no permitir que un día en este país quizás sólo las piedras hablen de cristianismo! Una Austria sin una viva fe cristiana ya no sería Austria.
Al final del encuentro el Papa regresó a la Nunciatura Apostólica y, después de la cena, se asomó por el balcón para bendecir a los jóvenes reunidos fuera de la Nunciatura. (S.L.) (Agencia Fides 8/9/2007; líneas 91, palabras 1322)


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