VATICANO - “Los detenidos pueden fácilmente ser víctimas del sentimiento de aislamiento, vergüenza y rechazo… los capellanes y sus colaboradores están llamados a ser heraldos de la compasión y del perdón infinito de Dios”: Benedicto XVI a la Comisión Internacional de la Pastoral de las Cárceles

viernes, 7 septiembre 2007

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - “Los detenidos pueden fácilmente ser víctimas del sentimiento de aislamiento, vergüenza y rechazo, que amenazan con destruir sus esperanzas y sus aspiraciones para el futuro. En este contexto, los capellanes y sus colaboradores están llamados a ser heraldos de la compasión y del perdón infinito de Dios. En colaboración con las autoridades civiles, tienen la difícil tarea de ayudar a los detenidos a redescubrir una razón para sus vidas de manera que, con la gracia de dios, puedan transformar su propia vida, reconcilarse con sus familias y con sus amigos y, en lo posible, asumir las responsabilidades y deberes que les permitan llevar una vida honesta y recta en el seno de la sociedad.” Es lo que recordó el Santo Padre Benedicto XVI al recibir en audiencia el pasado 6 de septiembre, en la Sala de los Suizos del Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, a los Miembros de la Comisión Internacional de la Pastoral Carecelaria que están celebrando su XII Congreso internacional (ver Agencia Fides 5/9/2007).
“Vuestro ministerio requiere de mucha paciencia y perseverancia -dijo el Papa en su discurso-. Con frecuencia experimentáis desilusiones y frustraciones. Pero reforzar los vínculos que os unen a vuestros Obispos os permitirá encontrar aquel sostén y aquella guía de la que tenéis necesidad para crecer en la consciencia de vuestra vital misión”.
Deteniéndose luego sobre el rol de las instituciones judiciales y penales, Benedicto XVI recordó que ellas “desarrollar un rol fundamental al tutelar a los ciudadanos y al bien común”: “deben contribuir a la restauración de las relaciones sociales destruidas por sus crímenes cometidos… deben contribuir a la rehabilitación de quien ha cometido el crimen, facilitando el paso de la desesperación a la esperanza y de la desconfianza a la confianza”. En esta tarea las autoridades públicas deben eliminar “cualquier instrumento de castigo o de corrección que pueda minar o desestabilizar la dignidad humana del detenido”, y a tal propósito el Papa ha resaltado: “repito que la prohibición de la tortura no se puede derogar en ninguna circunstancia”.
Finalmente el Santo Padre expresó su deseo de que el Congreso ofrezca a todos sus participantes la oportunidad de compartir las propias experiencias “del misterioso rostro de Cristo que brilla en cada detenido”, y alentó a los presentes en sus esfuerzos “dedicados a mostrar ese rostro al mundo, promoviendo una mayor respeto por la dignidad de los detenidos”. (S.L.) (Agencia Fides 7/9/2007; líneas 34, palabras 443)


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